Siglo XXI

Sanidad e internet: una oportunidad para África

La telemedicina es una solución que puede reducir drásticamente las cifras de mortalidad en los países con pocos recursos.

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20
mayo
2016

Bonsaaso es una región del distrito Amansie de Ghana, al oeste de África, salpicada de poblados, muchos incomunicados por áreas frondosas de selva difícilmente practicable. Ante una urgencia médica, la única manera de llegar a uno de los siete centros de salud es en un todoterreno que sea capaz de sortear pistas de tierra llenas de zanjas y baches. No son pocas las veces en que los pacientes mueren en el intento, antes de poder ser atendidos por un especialista.

«Esto tiene solución. Vivimos en la era de las telecomunicaciones», dice la Dra. Ann Aerts, directora de la Fundación Novartis, durante las jornadas Wired for impact: digital health at scale in low- and middle-income countries, sobre la aplicación de la sanidad digital a escala, en países del tercer mundo y en vías de desarrollo.

«Recuerdo, cuando era más joven, que tenía que acercarme a diferentes poblados para tratar y diagnosticar», prosigue la doctora. «Muchas veces tuve que cruzar ríos plagados de cocodrilos. Pero hoy en día no hace falta. Tenemos teléfono. Tenemos el mundo digital a nuestra disposición. Eso significa que la gente será tratada cuando lo necesite, no solo cuando el médico pueda llegar hasta él. Yo no podría imaginar eso hace 20 años. Pero la salud digital tiene mucho poder transformador. Cambia la manera en la que se ofrecen los servicios sanitarios. Nos permite centralizar los tratamientos y que tengan por ello mayor calidad. Tenemos médicos, enfermeras y especialistas en nuestros centros de telemedicina, guiando a médicos en el terreno. El 70% de los problemas de salud pueden ser resueltos por teléfono. Y el 35% pueden ser evitados».

Aerts se refiere a enfermedades infecciosas, pero también a otras afecciones. «Tenemos que estar atentos a las enfermedades no contagiosas. Cinco de cada 10 muertes por estas enfermedades son en países del tercer mundo. Ya no son las enfermedades de los ricos, pero sí las de países en vías de desarrollo. Por ejemplo, la hipertensión: está matando a 10 millones de personas al año. Es como un asesino silencioso, porque la gente no sabe que tiene la presión de la sangre demasiado alta hasta que llegan complicaciones que le obligan a ir al médico, como por ejemplo una infección». Normalmente no hay medios para detectarlo. De modo que a la tragedia de las pandemias de VIH o malaria se une la de gente con problemas cardiovasculares, o cánceres. «La hipertensión está matando a más adultos jóvenes de lo que lo ha hecho el sida. Necesitamos cambiar esto con innovación. ¿Cómo podemos llevarlo a cabo? Junto al trabajo que ya estamos haciendo para controlar la malaria, de norte a sur del continente, pero ahora enfocándonos también en la detección de enfermedades no transmisibles. Gracias a los dispositivos móviles, un paciente puede controlarse la tensión y recibir diagnóstico y atención médica sin moverse del poblado. Y los médicos, desde los centros de salud, pueden monitorizar su dolencia y tratarla, coordinándose con los especialistas en salud locales».

Sin duda, la llamada sanidad digital, que muchos conocen como telemedicina, es una solución que puede reducir drásticamente las cifras de mortalidad en los países con pocos recursos y precarias infraestructuras. El reto, ahora, es aplicarlo a gran escala, no solo en regiones puntuales, tal y como advirtió durante la jornada el Dr. Alain Labrique, profesor asociado de Johns Hopkins Bloomberg School, la escuela de salud pública más prestigiosa del mundo. «En Ghana o en Bangladesh, donde yo trabajo, la gente ya usa Facebook. Hace 10 años, en los poblados de este país, les hablabas de esta red social y no tenían ni idea de a qué te referías. La gente está ahora comunicada, no solo por llamadas telefónicas o SMS, sino con tecnología más sofisticada, que les permite acceder a redes como, por ejemplo, Facebook. Esta es la nueva realidad que estamos viviendo. La gente puede acceder desde sus propios smartphones, ya no tienen que recurrir a un costoso un ordenador para eso».

Para Labrique es fundamental la coordinación de todos los agentes implicados: el sistema público de salud, el sector privado, las empresas de telecomunicaciones, las ONG y los propios usuarios. «Trabajando todos juntos, podemos hacer que este cambio sea más rápido. No basta con dar teléfonos móviles a las mujeres embarazadas y sus familias. Sino que hay que crear un ecosistema. ¿Qué podemos hacer para que sea efectivo?». El especialista reclama unificar la infinidad de proyectos piloto que hay ahora en muchos países del tercer mundo. «Esta mañana me he despertado con esta imagen: la cantidad de mujeres que mueren durante el embarazo, algo que está pasando justo ahora, mientras hablamos. Hay que preguntarse: ¿Cuáles son los elementos de la sanidad digital que nos llevarán al éxito? El problema es que ha habido muchos proyectos fragmentados, aplicados a zonas concretas, pero sin comunicación entre ellos. Sin aprender de sus aciertos y errores. Hay que entresacar los casos de éxito y aplicarlos en un proyecto global y a escala. Que sea capaz de abarcar no a unos cuantos cientos de personas como hasta ahora, sino a millones».

La Fundación Novartis trabaja ahora en la implementación de sistemas de sanidad digital en todo África, también en la región de Bonsaaso en Ghana. Otro de los retos pasa por unas infraestructuras sólidas: «Hay que escuchar a los especialistas locales, a los farmacéuticos. Hay que ir al terreno y ver en directo las posibilidades de la telemedicina. Implantarlo a escala no es barato no sencillo. Requiere tiempo y recursos, pero es necesario para armar un buen sistema. Y eso implica una infraestructura fiable. Un paciente, para ser atendido, no puede depender de que su móvil tenga batería. Debe tener acceso a corriente eléctrica.  Y la conexión a internet debe ser rápida y estable. En Bangladesh no pudimos atender a tiempo a una mujer que nos mandó un SMS. Acababa de parir y su hijo necesitaba cuidados médicos. Lo recibimos ocho horas más tarde, por un fallo en la red».

La directora de la Fundación cree que la implementación global de la sanidad de digital es urgente, por su capacidad para salvar vidas. «Los pacientes toman más partido en sus propias enfermedades. Se motivan por medio de apps en seguir su tratamiento y no desistir. Y pueden conectar con los especialistas cada vez que lo necesiten. Esto es lo más importante».

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