«La innovación debe mejorar la vida de las personas»

Ángeles Barrios, directora de Comunicación y RSC de Philips Ibérica, analiza las claves de la innovación y la sostenibilidad como herramientas de transformación social. Cuestiones como la eficiencia energética, las ciudades sostenibles o el envejecimiento de la población se han convertido en los motores de la estrategia de una compañía que quiere llegar a una inversión anual de 2.000 millones en innovación sostenible en el año 2015.

¿Qué filosofía hay detrás de la cultura de la innovación sostenible?

Es un nuevo paradigma. A lo largo de la historia, se han producido diversas olas de innovación. Ahora, la innovación ha de basarse en lo social. En un momento en la que la gente aspira a mejorar su bienestar y su felicidad, dimensiones que el producto interior bruto (PIB) no puede medir, la aportación desde el punto de vista de la innovación tiene que ser diferente, ha de estar centrada en las personas. Nuestra misión es mejorar la vida de las personas a través de una innovación que, además, tenga un impacto positivo a nivel económico, social y medioambiental.

¿Qué retorno espera Philips de su apuesta por la innovación sostenible?

Para Philips la innovación es, desde hace más de 120 años, la base de su negocio. No entendemos el negocio sin innovación y no entendemos la innovación sin sostenibilidad. Para nosotros la innovación o es sostenible o no es innovación. Nuestro objetivo de cara a 2015 es llegar a una inversión de 2.000 millones de euros en innovación sostenible. A día de hoy, el 39% de las ventas totales son productos sostenibles o basados en ecodiseño. La innovación sostenible supone una parte muy importante de las ventas de la compañía.

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El aumento de la población en las grandes ciudades ha generado un intenso debate en torno al concepto de ciudad sostenible

Nosotros trabajamos el concepto de ciudad habitable. Es el reflejo en el ámbito urbano de esa innovación sostenible basada en la mejora de la vida de las personas. Entendemos la ciudad como un entorno que tiene que mejorar la cohesión entre sus ciudadanos, generar orgullo y sentimiento de pertenencia, mejorar la seguridad, atraer turismo y actividad económica… En ese sentido, creemos que hay muchas oportunidades en el alumbrado de las ciudades. Es un ejemplo muy claro de innovación sostenible: produce todos esos beneficios o mejoras en el ámbito de la ciudad y, a la vez, genera impactos positivos desde el punto de vista medioambiental (gracias a las nuevas tecnologías), y desde el punto de vista económico (atrae turismo y actividad). Y, además, se pueden ahorrar muchos costes.

La eficiencia energética es una de las claves de la lucha contra el cambio climático. ¿Qué pueden aportar las nuevas tecnologías en esta batalla?

En el marco de Río+20, Philips presentó un informe con The Climate Group en el que se describen las aportaciones de la tecnología LED al desarrollo sostenible. La iluminación en este momento es el 19% de todo el gasto energético mundial. Creemos que con cambios muy sencillos enfocados a la tecnología LED se pueden conseguir ahorros energéticos de entre un 40% y un 70%. Si le unimos tecnologías de control inteligente, estos ahorros podrían superar el 80%. Tenemos un triple impacto positivo: reducción de emisiones de C02, ahorro en las facturas de las ciudades (el 40% de la factura de electricidad es la iluminación pública) y mejora de la habitabilidad y embellecimiento de la ciudad.

El envejecimiento de la población ejerce un fuerte presión sobre los sistemas sanitarios. ¿Qué líneas de trabajo están explorando?

Hay una tendencia global muy importante que es el envejecimiento de la población y para nosotros lo importante es poner el foco en las personas. Es una realidad que de aquí a unos pocos años mucha gente va a vivir con enfermedades crónicas, que afortunadamente podemos tratar, por lo que vivirán más. Pero si no hacemos algo vivirán peor. Queremos ser un partner tecnológico en la transformación del sistema sanitario. Lo que estamos planteando son proyectos que permitan una transición de un modelo de atención al paciente crónico en el hospital, con todo lo que eso supone de gasto para el sistema y de incomodidad para el paciente y de mejora de la calidad de vida de estas personas y de los resultados clínicos, hacia un modelo de atención en el hogar.