Sociedad

Ora, labora y… diversifica

Cultivar el huerto, preparar dulces o encuadernar libros son labores que mentalmente asociamos a los monasterios. Sin embargo, la digitalización y la globalización han transformado también la vida intramuros. Para lograr la sostenibilidad económica, muchas comunidades han recurrido a actividades como los productos gourmet, el sushi, el alquiler turístico a través de plataformas digitales o el astroturismo.

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22
abril
2024

Ora et labora es un lema que comparten todas las órdenes contemplativas. En los monasterios y conventos, el ocio es enemigo del alma y el religioso o religiosa de clausura trabaja, aunque no gane dinero a cambio. De hecho, en buena parte, son los benefactores los que mantienen a las comunidades contemplativas. Pero cuando los donativos no son suficientes, el resultado de ese trabajo paciente y discreto puede convertirse en una fuente de ingresos necesaria para la subsistencia de la comunidad.

La globalización y la digitalización son las dos fuerzas que han transformado por completo nuestro mundo en tan solo unas pocas décadas. Muchos monasterios son ajenos a ellas, pero una parte no desdeñable de ellos no ha podido o no ha querido resistirse a los vientos del cambio. Por eso, junto a tareas tradicionales como la repostería, la artesanía, la costura o el cultivo de hortalizas, aparecen en los monasterios nuevas tendencias como el sushi, la observación de estrellas y el alquiler de habitaciones a través de plataformas digitales.

Los monasterios no son ajenos a la globalización y la digitalización, las dos fuerzas que han transformado nuestro mundo

A veces, logran la excelencia con sus dulces. Es el caso de las clarisas de Belorado (Burgos), cuyos productos de chocolate están en la carta de restaurantes con varias estrellas Michelin. Han recibido los consejos del maestro pastelero Paco Torreblanca e incluso han sido invitadas a hacer un show cooking en Madrid Fusión. Otras monjas de clausura han acudido a la prestigiosa escuela de cocina Le Cordon Bleu, de la mano de la Fundación Contemplare, para aprender nuevas recetas y packaging con el fin de dar una mejor salida comercial a sus productos. Alejandra Salinas, de Contemplare, explica que es un curso intensivo de un día, al que han acudido, de dos en dos, monjas de seis monasterios diferentes. «Es muy positivo porque se dan cuenta de que, con pocos ingredientes y muy económicos, pueden conseguir resultados extraordinarios».

La Fundación Contemplare nació para ayudar a las comunidades de clausura a comercializar sus productos. Su portal web pretende ser «un escaparate» de las cosas que ofrecen los monasterios. «Aparte de ayudarles a vender les apoyamos en lo que haga falta. También damos formación en la diversificación de productos», apunta Salinas.

Un buen ejemplo de diversificación es el que han dado las carmelitas de Granada, que se dieron cuenta de que en verano apenas vendían sus dulces. La incorporación a la comunidad de cinco monjas de origen filipino las envalentonó para empezar a elaborar sushi y ahora son la sensación de esta ciudad andaluza. El menú que ofertan incluye pollo, tallarines y sushi como plato estrella, aunque la variedad es importante y los precios son moderados.

Sin salir de Andalucía y entrando en el sector turístico, nos encontramos con la iniciativa de las clarisas de Santa María de Jesús, en Sevilla, que decidieron convertir una parte inutilizada de su convento del siglo XVI en un alojamiento reformado y perfectamente equipado que promocionan a través de la plataforma Airbnb. A juzgar por las reseñas de sus huéspedes, el lugar no defrauda y la web le asigna una valoración de 4,75 estrellas sobre 5. Uno de sus mayores atractivos es su ubicación, frente a la Casa de Pilatos y a 10 minutos a pie de La Giralda.

Hay muchas iniciativas de diversificación del trabajo, pero «no se trata de convertir a los monasterios en pymes»

Pero, si hablamos de propuestas turísticas, ninguna se puede comparar a la que ofrecen los monjes mercedarios del Monasterio de Nuestra Señora del Olivar, en la localidad turolense de Estercuel. La baja densidad de población de estos parajes hace de su cielo uno de los más limpios para la observación de estrellas. Con la ayuda de un guía, un puntero láser y un telescopio, los visitantes pueden contemplar y aprender mucho sobre la Vía Láctea, las principales constelaciones, y las más famosas estrellas y planetas, así como sus edades y distancias. Es unos de los pocos puntos de observación de España que cuentan con el sello de astroturismo de la Fundación Starlight.

Como estas, hay muchas iniciativas de diversificación del trabajo, pero no hay que llamarse a confusión. «No se trata de convertir a los monasterios en pymes», subraya Salinas. Los monjes y monjas trabajan, aunque no vendan porque el trabajo es parte de su vida y está íntimamente ligado a la oración, por eso tradicionalmente se han buscado tareas tediosas, manuales y repetitivas. Algo difícil de encajar en estos tiempos tan vertiginosos.

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