Innovación

Cinco inventos solares que parecen útiles (pero no lo son)

¿Carreteras, ventanas, cargadores y hasta camisetas solares? ¿Son funcionales estos inventos? ¿Los necesitamos realmente?

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08
febrero
2017

¿Carreteras, ventanas, cargadores y hasta camisetas solares? Lamentamos decirte que muchos de estos inventos tienen más de poético que de funcional. Además, no los necesitamos: la fotovoltaica ya es una de las tecnologías energéticas más baratas del mundo y no requiere de soluciones mágicas.

  1. La carretera solar

Recientemente nos despertamos con el titular de que Francia inauguraba la primera carretera solar del mundo. Se trata de una instalación piloto de 1 km que consiste en la integración de los paneles solares en el suelo de una carretera. Una de esas carreteras por las que circulan coches y camiones, de las que tienen baches, grietas y se suelen reasfaltar cada pocos años. Su precio es 17 veces superior a lo que cuesta una instalación fotovoltaica normal y corriente, pero sus promotores planean cubrir 1.000 km con este sistema. Eso sí, con financiación pública. Es un buen negocio para ellos, pero incluso el propio sector renovable de Francia considera que es un «chisme bonito de precio exorbitado». ¿Por qué instalarlo lejos de los lugares de consumo, sometiendo al suelo a ese desgaste y para beneficio de los propietarios de las autopistas?

  1. Las ventanas solares

Cada pocos meses corre como la pólvora la noticia de que científicos de alguna universidad han creado unas células solares que se pueden adherir a los cristales de nuestras casas. No parece un gran avance cubrir la única entrada de luz y calor natural con una célula que precisamente trata de absorber la mayor cantidad de radiación solar posible. Pero más descabellado es elegir las ventanas de los edificios, cuando precisamente la mayor superficie disponible no es la de las ventanas, si no la de los muros de la envolvente. ¿Por qué cubrir las ventanas, cuando disponemos de superficie en abundancia de ladrillo feo y opaco? Quizá sea una aplicación solo para edificios de oficinas completamente acristalados. Pero, ¿alguien ha pensado en el mantenimiento de esos cristales? Quien haya trabajado alguna vez en mantenimiento de instalaciones solares, sabe perfectamente que esas células integradas en el vidrio pueden estropearse en algún momento y que será difícil, si no imposible, sustituirlas, puesto que no habrá repuestos o la reparación será sumamente costosa. ¿Por qué complicar lo que es sencillo? Estéticamente hermoso; funcional y económicamente estúpido.

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  1. Desconectarse de la red eléctrica

Frente a tu casa tienes una red que te provee de energía con una disponibilidad del 99,9% del tiempo sin interrupción. Pero tu cuñado instalador te convence de que cortes los cables, porque «¡cómo vas a seguir pagándole a las grandes empresas cuando puedes ponerte unos paneles y baterías y desconectarte de la red!». Y ahí vas tú, te das de baja de la compañía y te dejan de llegar las facturas. Pero, claro, necesitas energía, así que tienes que poner una cantidad bastante grande de paneles y una gran capacidad de baterías para darte autonomía durante al menos 5 días en los peores meses del año de invierno. Eso requiere 20.000 euros ahora. Y a los 10 años, cuando se agoten las baterías, otros 5.000 euros. Y cuando se estropee el inversor-cargador, otros 2.000. Y cuando tengas la primera avería un sábado y tu cuñado instalador no vaya a arreglártelo hasta el martes, pues tendrás que comprar un generador diésel porque, como has cortado los cables, tienes energía infinita delante de tu casa, pero no puedes coger ni un kWh. Así que pasas de tener una vida tranquila a tener unos gastos económicos y una incertidumbre considerables. Todo este lío es completamente innecesario. El sistema solar de autoconsumo más normal y popular es aquel conectado a la red. Es una locura desconectarse. Es tan sencillo como que te da energía durante las horas de sol. Si necesitas más energía o energía nocturna, pues te la proporciona la red eléctrica. Vale apenas 6.250 euros y no requiere de baterías, pues sigues conectado a la red. Ya le haces daño a la compañía eléctrica cuando dejas de consumir un 40% de energía, que ahora obtienes del sol.

  1. El cargador solar de móvil

«Pon a cargar tu móvil con un panelito solar». Suena idílico: conectamos nuestro smartphone a un cargador que cabe en un bolsillo y que aprovecha la energía gratis del sol. Aquellos que se hayan comprado algún microcargador solar de móvil, sabrán lo frustrante que es comprobar desde el primer día la poca energía que aporta a sus móviles. ¿Cuál es el problema? Que son paneles liliputienses, casi de juguete. Un panel de tecnología monocristalina, aprovechará un máximo del 15% de la energía incidente del sol en condiciones óptimas (orientado perpendicularmente al sol y a una temperatura óptima). Si el panelito mide apenas unos centímetros, poca energía puede generar. En el mundo real estos microcargadores solares de móviles tienen tan poco rendimiento que requieren alrededor de 20 horas para cargar su propia batería interna. En una hora a buena radiación solar lograríamos un máximo de un 5%. Hay que tener mucha paciencia para cargar un móvil, salvo que se tratase de un Nokia 2110.

  1. Cortinas y ropa solar

¿Te imaginas ir cubierto de pequeñas células solares? Más allá del acierto o no en el diseño de las prendas, el valor añadido y diferencial de la propuesta de ropa solar se centra en el atractivo de disponer de tu propia fuente de energía móvil. Con la promesa de lograr producir 1 vatio de potencia y cargar el móvil en pocas horas, se lanza al mercado una camiseta recubierta de unas 120 finas células solares que difícilmente aguantarán un par de viajes en la lavadora. De nuevo tenemos un montón de células sombreadas continuamente, desorientadas y de capa fina, aún más ineficientes por unidad de superficie. ¿Has pensado en cuántos días necesitaríamos llevar puesta la prenda bajo un sol radiante para lograr cargar nuestro smartphone? Si eres de los que cargan el móvil con un maniquí en la playa, puede serte útil. Pero incluso así, teniendo en cuenta que cargar el móvil cuesta apenas 60 céntimos al año, vamos a dejarnos de juguetes.

hgv

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