Internet y el poder social: la hora del cambio
Un think tank no es una universidad, ni una fundación, ni una organización política. Es todas esas cosas.
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Bacalao al pil pil. Así se define el momento que estamos viviendo. O, más concretamente, la solución al momento que estamos viviendo. Iñaki Ortega, director en Deusto Business School (TBC), tiró ayer de este símil acuñado por el gran emprendedor de Internet, Carlos Barrabés, para explicar qué pasos debemos dar en una etapa cambiante, en la que se imponen nuevos esquemas y paradigmas por dos factores: Internet y, consecutivamente, el papel cada vez mayor que reclama una sociedad civil mucho más informada.
«Hay que mover el bacalao para que emulsione, para que coja la gelatina y el aceite y resulte una salsa», decía Ortega en el transcurso de la mesa redonda organizada por Vinces, consultora estratégica en asuntos corporativos y advocacy (intercesión), con motivo del lanzamiento de un área de negocio centrada específicamente en asesorar a las organizaciones en el desarrollo de estructuras de participación con una heterogeneidad de actores sociales.
«Lo mismo pasa con la sociedad, con todos sus agentes. Hay que moverse y cambiar de posición», opina el académico, y lanza una visión alentadora: «Hay cosas que me hacen ser optimista. Por ejemplo, que la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CMNC) esté defendiendo a Uber. Que una institución así apueste por un cambio de paradigma, es un gran avance. Otro indicador: que un miembro del principal partido, de corte conservador, haya celebrado una boda homosexual y haya acudido el presidente del Gobierno. Y que haya sido algo totalmente normal. Y hablo de un partido que estaba en las catacumbas en este terreno. O que la patronal de la banca esté trabajando en educación financiera. Están saliendo de los despachos. Eso significa que estamos cambiando. Estamos emulsionando».
Javier Martín Cavanna, director ejecutivo de la Fundación Compromiso y Transparencia, también participó en la ponencia y no solo es un ejemplo de este cambio: lo fomenta con hechos. «Somos una fundación joven, de nueve años, un grupo de personas que veníamos del mundo de la universidad y la empresa y estábamos preocupados por la falta de credibilidad de las instituciones. Un temor que por desgracia se ha ido confirmando cada vez más en todos estos años. Por eso queríamos fomentar la transparencia, el buen gobierno y la rendición de cuentas. Nuestra herramienta son los informes, concretamente un análisis de lo que muestran las instituciones en sus páginas web. Empezamos con las fundaciones más importantes. Identificamos la información relevante a través de nuestra metodología. Y elaboramos un ranking. La forma de hacer ruido es a través de los medios de comunicación. Si nuestro mensaje no llega a los medios, es estéril. Pues bien: logramos que el diario económico Expansión dedicara una doble página a ese primer listado. Los medios son una de las vías fundamentales para el cambio».
«Al año siguiente –prosiguió−, cuando chequeamos las mismas fundaciones, nos dimos cuenta de que habían añadido mucha información en sus páginas web. Habíamos fomentado un cambio». Tanto es así que, en su primer informe, solo el 3% daban información económica en su web. En el último, ya son el 45%. «Y a partir de ahí, pensamos que lo que funciona en un sector, debe funcionar en otros. Los medios de comunicación, por ejemplo, son muy opacos. Igual que las universidades. La politécnica de Madrid es una institución con un presupuesto de 600 millones de euros y nadie publicaba ni auditaba las cuentas y los resultados. Cinco años después, ya publican toda esa información. También los museos. En Inglaterra tienen una tradición de transparencia muy asumida, por eso nos basamos en ellos», explicó Martín Cavanna, que se mostró orgullosos de haber logrado extender esta práctica a muchos más sectores, «incluso a la responsabilidad fiscal de las empresas del IBEX 35».
Otra de las ponentes, María Álvarez, mánager de la Asociación Española de la Economía Digital, coincide en que la era digital es un factor fundamental del cambio. «Somos una sociedad digital, 500 empresas de diferentes sectores, pero tenemos en común que vemos internet como un factor de crecimiento económico. Somos por tanto un grupo muy heterogéneo, y por tanto priorizamos esa necesidad de llegar a puntos de entendimiento dentro de esta revolución digital y de uso de datos. Pero, sobre todo, adelantarnos a nuestras necesidades para poder colar algunos temas de importancia en la agenda política. Esa es la clave: ser, en definitiva, un puente entre empresa y administración pública».
Por su parte, Carlos Carnero, director gerente en Fundación Alternativas, añadió los think tanks como protagonistas necesarios en este proceso de cambio. «Somos centros de pensamiento. Un think tank no es una universidad, ni una fundación ni una organización política. Es la mezcla de todas esas cosas. Identificamos problemas, los estudiamos y analizamos para hacer propuestas a corto y medio plazo. No es que no tengamos rigor científico, sino que queremos ser activos, modificar la realidad que estamos viviendo, no solo en un plano teórico. Ahí entramos en contacto con la sociedad para identificar los problemas y estudiarlos, y buscar soluciones. Pero cuidado: no somos un bálsamo. No tenemos todas las soluciones ni podemos ponernos por encima de nadie. No somos gobierno, ni somos sociedad civil. Por eso tenemos que ser creíbles. Y eso implica independencia de criterio y calidad en nuestro trabajo».
Una de las prioridades en la era digital, de colaboración entre instituciones y sociedad civil, es atacar la desigualdad. Al menos así lo cree Gumersindo Lafuente, fundador de la Fundación por Causa y veterano periodista que ha trabajado en medio de la talla de El El País y el El Mundo. «Somos una fundación joven, de dos años, compuesta por investigadores sociales y periodistas. Pensamos que hay mucha investigación social académica, más ahora con nuestra prolongada crisis. Nosotros nos hemos querido centrar en la desigualdad. Especialmente en la juventud, un sector de la población que se ve obligado a emigrar por la falta de oportunidades. Hay mucha información, pero hay que poner esas cuestiones en la agenda de los medios y los políticos. En el ámbito periodístico, por la propia crisis de este sector, no se le está dando el espacio que se merece».
Advocacy significa intercesión, pero durante la charla surgieron muchos más conceptos que partían del mismo prefijo: interactuación, intermediación, internet… Intersección. Ortega explicó este último con un ejemplo meridiano: sectores diferentes, por ejemplo, la empresa y la sociedad civil, que buscan un lugar común para ponerse a trabajar. «Es el efecto Médici. En la época más brillante de generación de conocimiento, arte y ciencia, surgió la necesidad de juntar a personas con inquietudes y procedencias muy dispares. Hoy hablamos de un cambio de escala. El enfoque cambia, pasa de las cosas grandes a las cosas pequeñas. Durante mucho tiempo, hemos pensado que el cambio solo lo podría traer una gran actuación, una gran ley o una gran inversión, un gobierno o un partido político. Eso ya ha pasado a la historia. Solo el conjunto de pequeñas actuaciones, y eso nos implica a todos, son capaces ahora de cambiar las cosas».
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