Innovación

Millennials: los jóvenes que vienen a resetear el mundo

Los ‘millennials’ se hicieron mayores en crisis y en plena disrupción tecnológica. ¿Son una generación perdida o una generación encontrada?

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24
abril
2015

La definición clásica de crisis se puede sintetizar en una idea: cuando un viejo periodo no acaba de morir y un nuevo periodo no acaba de nacer. Con esa bipolaridad conviven los jóvenes de entre 20 y 30 años, aquellos a los que el futuro les ordena coger las riendas y, al mismo tiempo, les hace la zancadilla. Pertenecen a la primera generación nativa digital, la primera en crecer en un mundo ultraglobalizado, pero también la primera en darse de bruces con los mayores índices de paro y de precariedad.

Hablamos de los ‘millennials’, «aquellos jóvenes que se hicieron mayores en crisis y en plena disrupción tecnológica y que en 2030 representarán el 75% de la fuerza laboral». Así les describe Iñaki Ortega, director de Programas en Deusto Business School y profesor de Economía en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), y que ha publicado su segundo libro en solitario, Millennials, inventa tu empleo.

En opinión de este profesor, los jóvenes no son –como algunos les han etiquetado- frívolos y perezosos, «sino los inventores de la economía colaborativa, los protagonistas de las revoluciones que demandan democracia en medio mundo, los actores de la nueva innovación abierta en las empresas, los emprendedores que hacen que nuestra vida sea mejor y, por supuesto, los llamados a sacarnos de la crisis».

Hemos oído hablar de la generación nini, de la generación perdida y, paralelamente, de la generación más preparada de la historia. Según Ortega, «esta bipolaridad responde a que hemos pasado de un mundo complicado a un mundo complejo, donde no hay dos o tres dimensiones, sino muchas. Donde nada es blanco o negro. Por eso, los ‘millennials’ tienen la capacidad de juntar lo mejor y lo peor.» Lo cierto es que los jóvenes del milenio utilizan la tecnología para solucionar problemas y para buscarse la vida.

Ese es el otro mundo que no acaba de nacer: el de los emprendedores. Según Carlos Barrabés, quien fundara una de las primeras tiendas online en España, la brújula no funciona. Es decir, antes una persona sabía que haciendo unas cosas determinadas iba a orientar su vida: una carrera, un máster, idiomas… «Estábamos acostumbrados a saber cuál era el recorrido, pero ahora el recorrido ha cambiado. Tenemos que inventar nuestros propios carriles», señala Ortega: «Ya no vale estudiar porque me han dicho que estudie, o dejar de estudiar porque me pagan razonablemente bien en un trabajo, ni siquiera vale con mandar currículums.»

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Las «4C»

La ecuación que determina el mapa sociolaboral al que nos dirigimos Ortega la resuelve mediante la fórmula de las 4C. En primer lugar, cambiar. De trabajo, de país, de sector. Según el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, un joven cambiará de empleo cerca de 15 veces antes de los 38 años. En segundo lugar, crear. Hoy, casi el 40% de los trabajadores de ese mismo país son freelance. Colaborar es otra de las claves. «Tienes que ser capaz de tener redes, de creer en la economía colaborativa, de emprender tus proyectos junto a otros, de creer en la inteligencia colectiva, en la innovación social… Y llegarás a más sitios si vas con alguien», asegura el profesor. Por último, considera fundamental fomentar el estudio de la Ciencia, de las llamadas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, según sus siglas en inglés).

Pero, ¿dónde quedaría entonces el arte? «No es norte, sur, este y oeste. La brújula se vuelve loca si le dices que elija entre matemáticas o arte. Un periodista o un escritor, por ejemplo, ¿qué hacen sin la tecnología? ¿O qué pasa? ¿Qué el arte es el único lugar inexpugnable para la tecnología?» La tecnología –defiende Ortega- es un avance, además de un arma democrática, «por eso todos los regímenes antidemocráticos lo primero que hacen es cortar el acceso a internet».

El tiempo está inexorablemente cambiando, y todos estamos presenciando que lo hace a una velocidad de vértigo. El 90% de toda la ciencia que se ha escrito a lo largo de la historia se está haciendo ahora, porque el 90% de los científicos están vivos. Otra evidencia es que nuestros coches tengan más tecnología que el Apolo XII que llegó a la Luna, como reconoció el director de IBM en Europa, Juan Antonio Zufiria.

Si miramos a nuestro alrededor, vemos que la mayor empresa de hoteles del mundo no tiene habitaciones, que la mayor tienda del mundo no tiene tienda, que el mayor banco del mundo no tiene oficinas y que el mayor medio de comunicación del mundo no vende nada. Airbnb, Amazon, Paypal, Facebook… En medio de esta ebullición de cambios exponenciales, hay quien se muestra reticente frente a los avances tecnológicos. «Eso ha existido siempre. Si nos remitimos a la Revolución Industrial –explica Ortega- los llamados luditas rompían las máquinas porque pensaban que destruirían puestos de trabajo. O hace tan solo unos años, cuando los agricultores franceses tiraban las naranjas que los valencianos iban a exportar. Pero el problema no es la tecnología ni la Unión Europea».

Como indica el profesor, la economía colaborativa que viene para quedarse no es un business to business, sino un pair to pair, un mundo de iguales a iguales, en el que no vale todo. «La ética es cada vez más importante. Nosotros estábamos dispuestos a trabajar la horas que hiciesen falta con tal de prosperar. Ahora, los ‘millennials’ solo están dispuestos a hacerlo si se identifican con la causa. Son mucho más inconformistas, mucho más éticos y mucho más solidarios», concluye. ¿Estamos, pues, ante la generación perdida o, como profetizaba el economista y escritor José Luis Sampedro, ante la generación encontrada?

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