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Sociedad

Lucha de tribus

Diariamente encontramos noticias sobre la lucha entre la izquierda y la derecha en los diferentes medios de comunicación. El politólogo Eduardo Bayón aborda la disputa en su último ensayo y recorre los principales y más recientes hitos de la política española.

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30
enero
2025
Imagen de portada de ‘Lucha de tribus’ (La esfera de los libros, 2024).

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Encontramos diariamente noticias sobre la disputa entre la izquierda y la derecha en la prensa y en el resto de los medios de comunicación. Las escuchamos en los discursos políticos y a través de publicaciones en las redes sociales, chats y mensajes. Una batalla política que se mantiene robusta pese a los que, tanto en el pasado como en el presente, pretenden diluirla. Por el contrario, la pugna entre la izquierda y la derecha sigue vigente en España, y la contienda política está configurada en bloques ideológicos a los que se adscriben los diferentes partidos.

El eje izquierda y derecha ha resistido y continúa configurando la política actual, pese a las estrategias y retóricas puntuales de los diferentes actores políticos. Opera y explica la lógica de los partidos y, también en buena medida, el comportamiento de los votantes. No es solo que siga vigente, sino que, como se verá a continuación, existe una polarización creciente que ha ido acentuando la disputa entre la izquierda y la derecha. Una coyuntura histórica iniciada a finales de la primera década del siglo xxi que solo ha ido a más en las sociedades occidentales.

Existe una polarización creciente que ha ido acentuando la disputa entre la izquierda y la derecha

La Gran Recesión de 2008, con sus posteriores crisis políticas y sociales, sembró el terreno del descontento en España. El malestar social se hizo visible en la escena pública el 15 de mayo de 2011, cuando el Movimiento del 15-M irrumpe en el panorama político español. Hasta entonces, el sistema político del 78 había descansado —desde mediados de la década de 1980— sobre la representación política de dos grandes partidos, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). La gobernabilidad del país se sustentaba principalmente en ambos, aunque requiriesen de apoyos parlamentarios en caso de no contar con mayorías absolutas. En aquel escenario, existía una amplitud de aspectos de la contienda que se discutían o no dentro de los márgenes reformistas o conservadores en los que se desarrollaba el debate político. Ahora, en cambio, la disputa política y partidista se ha ampliado. Conceptos y cuestiones que antes despertaban un consenso y aceptación general, como por ejemplo la noción de libertad, son ahora disputados y revisados por los diferentes actores.

Durante los años posteriores al 15-M, diversos movimientos sociales y partidos políticos articularon discursos y proyectos rupturistas con el sistema político vigente, al que durante un tiempo se denominó de forma genérica como «Régimen del 78». El malestar político emergente estuvo acompañado por una impugnación —realizada entonces por el 15-M— de la clase política, que posteriormente cristalizaría en el discurso de Podemos sobre la «casta» cuando la formación que lideraba Pablo Iglesias apenas tenía unos meses de vida. Era el momento populista de la formación morada que emergía como una continuación directa de un cierto clima político y social del 15-M. En aquel momento, Iglesias sostenía que «la política entre izquierda y derecha es una estafa. El problema de este país no es la izquierda y la derecha. El problema de este país es que hay una minoría de privilegiados, una oligarquía de sinvergüenzas que está robando a la mayoría». Una estrategia nacional-popular del Podemos originario que no solo impugnaba a la élite política, sino que también consideraba superada la disyuntiva izquierda-derecha. Una lógica que pronto mutó y fue sustituida por un discurso convencional que operaba en el clásico eje izquierda-derecha. Un eje que cobró fuerza de nuevo cuando el tablero político quedó conformado por dos partidos en cada uno de los bloques —izquierda y derecha— tras la vuelta al poder de los socialistas en 2018.

Ciudadanos, la otra formación política que emergió durante el ciclo político 2014-2016, tampoco pudo escapar a la disputa entre la izquierda y la derecha. En un primer momento, la formación naranja aspiró a ocupar un espacio liberal reformista entre el PP y PSOE, pero pronto acabó atrapada por el desarrollo y la espiral en la que pervive la política española. En Ciudadanos, pronto se vieron obligados a decantarse por uno de los dos bloques que operaban en el eje tradicional izquierda-derecha. Discursos como el «ni rojos ni azules» que proclamaba Albert Rivera —en aquel momento líder de Ciudadanos—, fracasaron en su intento de ser articulados, más allá de en un primer momento donde sí funcionaron como mero reclamo discursivo con fines electoralistas para atraer a un votante desideologizado. En cambio, la realidad con la que se encontró Ciudadanos tras el ciclo 2014-2016 fue la de verse condicionado por una competición electoral con el PP en la que la formación naranja acabó intentando liderar el bloque de la derecha. El desplazamiento de su espacio electoral inicial y el no haber conseguido su objetivo de superar al PP y, por lo tanto, convertirse en la primera fuerza de la derecha española, conllevó un fracaso estratégico que en términos electorales cristalizó en la debacle de las elecciones generales de noviembre de 2019, que a la postre supuso su colapso definitivo.

La disputa en términos de izquierda y derecha se ha visto reforzada en los últimos años por el creciente clima de crispación y polarización que ha acompañado a la política de bloques en España. El ascenso al poder de Sánchez a través de un mecanismo constitucional como es la moción de censura fue un shock para las formaciones de la derecha que se tradujo en una difícil digestión. La llegada a la presidencia del Gobierno del socialista Pedro Sánchez y su permanencia en el poder tras la doble cita electoral de 2019, en las que el PSOE fue primera fuerza en votos y escaños, fue leída por los partidos de la derecha como una situación que requería endurecer su discurso político. Este acabó desarrollándose en los márgenes de la deslegitimación institucional.


Este texto es un fragmento de ‘Lucha de tribus’ (La esfera de los libros, 2024), de Eduardo Bayón. 

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