ENTREVISTAS
«No guardo rencor a la turba gris y sus antorchas frías»
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2024
Artículo
Las estrellas de rock siempre han sido indómitas, un tanto ariscas, por momentos intratables, imprevisibles y, en cualquier caso, incómodas. No en vano la bienaventuranza drogas, sexo y rock’n roll, atribuida a Frank Zappa, aunque de orígenes inciertos. Claro que, en estos tiempos líquidos, políticamente correctos, con sobredosis de mesura y simpatía expansiva, hasta el rock ha claudicado ante la mansedumbre que imponen las redes sociales, por aquello de no perder likes o «capacidad de influencia», como se expresan los peritos en la materia.
Así las cosas, Mick Jagger o Bono ostentan el título de Caballero del Imperio Británico, Iggy Pop da conciertos en el Teatro Real de Madrid a precios desorbitados, Bob Dylan o Bruce Springsteen venden su catálogo a las grandes discográficas, Ozzy Osbourne protagoniza su propio Gran Hermano o Loquillo, el Loco, anuncia las bondades de ciertos bancos. Malos tiempos para la lírica. Claro que siempre hay quien se resiste a ser domesticado. Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) es un ejemplo de constante incorrección y genio. Genio en tanto que inspiración; también carácter, agudeza, virtuosismo.
«No soy un hombre que busque la controversia, es el mundo que está al revés»
«El arte es una rebelión contra la tiranía de los hechos», escribió el poeta Ezra Pound, uno de los malditos de la Generación Perdida, que revolucionó la poesía y fue condenado al ostracismo por su proximidad al fascismo. No es casualidad que Calamaro haya escogido este nombre como alter ego en la red social X. Cada vez que el argentino opina sobre algún asunto de actualidad, una avalancha de guardianes de la moral y lo pudoroso se escandalizan, maldicen, descalifican. Qué tiempos aquellos en los que la gente discutía, fueran cuales fuesen sus ideas. Hoy rugen.
«Es verdad que la música es elocuente y la palabra abona el malentendido. No soy un hombre que busque la controversia, tampoco hablo en radio ni en televisión. Es el mundo que está al revés. Mis opiniones culturales o políticas responden a mis lecturas, a la contemplación de la historia, a mi idea general del sentido común; eso conforma un consenso individual válido. No guardo rencor a la turba gris y sus antorchas frías, viven en una ilusión adolescente, nadie que esté tan seguro de que tiene razón la tiene, una misma opinión repetida cuatro mil veces no es cuatro mil veces válida», explica Calamaro en una entrevista en exclusiva para Ethic.
«Nadie que esté tan seguro de que tiene razón la tiene»
El cantante, que tiene en su haber numerosas distinciones de diferente rango y pelaje, que ha hecho historia en el rock, no solo argentino, y que es capaz de cosas hermosamente impensables, como publicar, de una tacada, un álbum quíntuple, detesta la demagogia. Pero ¿cómo se la reconoce? «Me temo que estos modos van quedando obsoletos, ya hacen ver a la demagogia como una de las bellas artes. Lo que llama la atención es que esta versión pobre —de la demagogia— tenga tanta aceptación, es el auge del engaño no torero. La demagogia es un ardid individual; ser un peón aferrado a consignas vacuas no le llega —a la demagogia, insisto— a los talones, consiste únicamente en ingenuidad y oportunismo soft».
Está tan cansado de tener que dar explicaciones a propósito de sus declaraciones a título de ciudadano que nos pidió el favor de no hablar en esta entrevista sobre Javier Milei. Cosas que pasan.
Trayectoria nómada
El primer instrumento que tocó fue el bandoneón; de ahí pasó a la guitarra eléctrica y al piano. Su participación inaugural en un disco fue como teclista en el grupo Raíces, pero su carrera musical es la de un nómada. Colaboró en numerosas bandas: Dickinson Power Trío, Chorizo Colorado Blues Band (siguiendo la estela de The Platters), Elmer ́s Band (ya metido en harina rockera), The Morgan, Stress, Proyecto Erekto (que, ya sin Calamaro, se reformularía bajo el nombre de Soda Stereo), Los Abuelos de la Nada, Ray Milland Band, Los Twist y Los Rodríguez.
«No soy ambicioso en términos ‘industriales’»
Cuando mira hacia atrás, lo que ha permanecido inalterable como músico es «un cierto aprecio por las leyes del menor esfuerzo». Y de entre las innumerables colaboraciones y participaciones, destaca haber sido telonero de Bob Dylan, pero eso no fue lo más hermoso que le ha regalado su carrera musical. «Lo mejor son las buenas sensaciones en el próximo escenario. Los recuerdos, las historias y la nostalgia son como son, no me abono a esas prácticas que tampoco entiendo correctas en el metier. Siempre exageramos las felicidades perdidas».
Precisamente, ahora se celebran los 25 años de Honestidad brutal, un incontestable trabajo con 37 temas (algunos de los más deliciosos que ha compuesto, como Las heridas). ¿Y su mejor LP? «No estoy seguro, tampoco me representa del todo. Soy más instrumental y refinado, Honestidad brutal es más desastrado y espontáneo. Como sea, estoy encantado si gentes lo consideran un buen álbum o el mejor de los míos».
«Lo que se le canta»
Hablando de este disco, volvemos al inicio de la conversación. ¿Cuántos sinsabores le ha provocado su «honestidad brutal»? «Dicho así, espero recompensas más que sinsabores». Razón no le falta. Siempre ha hecho lo que se le canta (como dicen los argentinos, esto es, lo que le viene en gana), sin importarle el precio que tenga que pagar por preservar la libertad y no atenerse a los dictámenes de la industria. «Nadie me prometió nada. Puedo sobrevivir. Tampoco soy ambicioso en términos ‘industriales’. Para mí, sigue siendo un apretón de manos, la confianza y hacer bien las cosas. El orgullo es el doctorado de la vanidad».
«El orgullo es el doctorado de la vanidad»
Su último trabajo hasta la fecha, Dios los cría, el decimosexto álbum de estudio, es de mayo de 2021, pero no ha dejado de grabar temas con otros artistas (con el rapero español C. Tangana o el rapero argentino Dillom, por ejemplo), aunque cada tanto surge el rumor (la divina esperanza para tantos entusiastas) de esa posible gira Calamaro/Bunbury/Urrutia/Loquillo. ¿Se hará realidad alguna vez? «Sería más que interesante, un póker para conciertos distintos a todo. Son tres caballeros que aprecio y admiro». De momento, quedan los vídeos y grabaciones de dos temas que cantan a cuatro voces, ¿Dónde estás? y El hombre de negro.
Respecto de las canciones por las que siente especial querencia, responde rápido: «El calor del amor en un bar, de Gabinete Caligari; Free Bird, de la banda estadounidense Lynyrd Skynyrd, y Bitches Brew, del trompetista de jazz Miles Davis». En cuanto a las propias, «El manifiesto común, All you need is pop y El tilín del corazón». Y una más antes de terminar: ¿cuáles son los músicos que escucha últimamente Andrés Calamaro? «Allman Brothers Band, Markolino y Ángel Canales».
COMENTARIOS