«La Edad Media es una de las etapas sobre las que hay más ‘fake news’»
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Los capiteles o los canalillos de las iglesias románicas son una ventana a cómo era la vida privada en la Edad Media. Solo hay que fijarse un poco y se empezarán a ver vulvas, penes, parejas practicando sexo o partos, algo que nos dice mucho sobre quién mandaba a construir esos espacios (la nobleza) y cómo vivía. «En esa época, la sexualidad era tan diversa como lo es hoy en día y como lo ha sido en todos los tiempos», apunta Isabel Mellén, profesora en la UNED y en la Universidad de Zaragoza y autora de ‘El sexo en tiempos del románico’ (Crítica). «El modelo hegemónico era una normalización de la sexualidad hasta niveles que hoy incluso nos resultarían chocantes», explica.
Cuentas que nuestra visión del románico viene de lo que se creía en el XIX. Leyendo el libro me acordé de la frase que decía una divulgadora de historia en social media: «Los victorianos lo arruinaron todo». ¿En verdad lo estropearon todo? ¿Cómo impactaron en cómo construimos la imagen de lo correcto en la Edad Media?
La cosa va mucho más allá de la simple moral o la mera sexualidad. El siglo XIX modifica todas las bases de nuestro conocimiento. Nuestra manera de ver el mundo nace en el siglo XIX y es el que modula también nuestra visión de los tiempos pasados. Cada vez que hablamos de algún bulo histórico o de un enfoque tenemos que hablar inevitablemente del XIX. No debemos perderlo de vista si queremos tener un poco de honestidad intelectual y reconocer de dónde vienen los sesgos actuales. Y no solamente en historia. El problema del XIX es que fue uno de los siglos más misóginos. La Ilustración es un movimiento muy misógino, muy clasista, muy racista e interesado políticamente. Esa minoría de hombres que promocionan el nuevo conocimiento quieren un nuevo orden social e introducen todos sus sesgos en el conocimiento que están generando. Enfocado a la sexualidad, tenían un modelo de la moral sexual que era muy represivo. De las mujeres, que eran el ángel del hogar. Y lo proyectan hacia el pasado. Esto nos ha dado una visión absolutamente distorsionada de lo que es la realidad de otros tiempos tan antagónicos como pueden ser los siglos del románico, cuando hay un mayor poder de las mujeres y una ausencia absoluta de tabúes sexuales.
Y, aunque veamos lejano el siglo XIX, es la cultura de la que ahora venimos.
Sí, indudablemente. La óptica con la que hemos mirado el mundo ha sido la de esos hombres, porque es como nos han educado y como nos han enseñado a mirar. También es el siglo en el que se populariza la educación con todo lo bueno que eso conlleva, pero también con todo lo malo, porque se utiliza con un fin adoctrinador. A las mujeres se les enseñó moral: todos los tabúes sexuales y haciéndolas responsables de los pecados de los hombres. Todo eso es un caldo de cultivo que nos hace ver absolutamente distorsionada la sexualidad de otros tiempos. Eso se ve bien en cómo hemos mirado el románico y sus imágenes sexuales. Se consideraba que eran [una representación] del pecado, pero a la mínima que reflexionas eso no tiene sentido.
«La Edad Media siempre ha funcionado como el chivo expiatorio de la historia»
Cuentas que esto no pasó solo a nivel filosófico, sino que también hubo una censura. Que se actuó sobre las estatuas y se cambió el material que se investigaba.
Estas imágenes tienen una evolución histórica. A nivel filosófico, en mi tesis doctoral, elaboré una teoría sobre su significado. Es algo que me ha interesado desde siempre y me parece importante el significado en origen y el que se le quiere dar en cierto momento histórico. Llegamos a principios del siglo XX, cuando se da la iconoclasia. Te das cuenta de unas imágenes que habían pasado sin pena ni gloria, que a nadie le habían importado ni molestado, de repente empiezan a ser insoportables, hasta el punto de que tienen que ocultarlas. Claro que también coincide con el momento de las restauraciones. El interés por el románico resurge en el XIX, sobre todo ligado a fenómenos nacionalistas e ideológicos. Se busca en el pasado medieval intereses para el presente y eso hace que se manipulen muchos edificios. En las imágenes sexuales, muchas se destruyen, se falsifican o se resignifican. Pongo el caso de la iglesia de Sangüesa, donde la mujer que está enseñando la vulva de repente desaparece en la restauración del siglo XX.
Porque también está que veían las vulvas y creían que «eran flores», que viendo las fotos te preguntas: ¿cómo pensaban que esto era una flor?
Claro, efectivamente. Quiero creer que muchas veces se hace sin racionalizarlo demasiado. Muchas veces creo que es que ni ven que es una vulva, porque el peso de la historiografía es enorme y una manera de ocultar es guiarte por lo que está escrito. Esto lo he visto en mi práctica investigadora y estoy muy alerta: cuando empezaba, leía una descripción y miraba lo que estaban describiendo y no le daba más vueltas. No les cuadraba para nada en sus esquemas mentales. Es un ejercicio muy interesante porque es ver cómo, a veces, nuestras propias categorías mentales son el principal obstáculo para ver lo que es evidente.
¿Cómo se consigue ir contra esa luz de gas histórica?
Tengo cierta ventaja, porque mi primera disciplina fue la filosofía. En filosofía tenemos la suerte de que podemos criticar hasta a Kant, algo que no pasa en otras disciplinas. Se nos incita a la crítica y a no creernos todo aquello que vemos, a saber que hay otras maneras de mirar y que hay muchas preguntas que puedes hacer. Me he educado en la crítica y para mí no es problemático decir que resulta que en esto el prestigioso medievalista se equivocó. No pasa nada. El conocimiento va de esto. Yo también me estaré equivocando en muchas cosas y procuro ser la primera en corregirme. El conocimiento avanza y tenemos que ejercer esa crítica.
«Toda esa sexualidad pecaminosa que se supone que tiene en la Edad Media es la del siglo XIX y es la del XX»
Volviendo a las imágenes, también nos están hablando del papel de las mujeres en la sociedad medieval: ¿no es el que dábamos por sentado que tenían?
Claro, porque aquí ha operado el estereotipo del ángel del hogar. Nos han vendido la Edad Media como una época muy oscura. Probablemente es una de las etapas sobre las que hay más bulos históricos y más fake news. No ha interesado que viésemos lo que realmente pasaba en estos siglos: a un señor del siglo XIX le interesa poner un modelo de sociedad concreto en el que las mujeres están cerradas en el hogar. La Edad Media tiene que ser algo terrorífico para él, porque ves a mujeres con muchísimo poder. Viven también en un patriarcado, por supuesto, pero era muchísimo más laxo. Y, desde luego, las mujeres no estaban encerradas en casa. ¿Qué casa? Las unidades productivas eran familiares en los gremios y las políticas pasaban por los linajes dentro y fuera de casa. Las decisiones que se tomaban dentro de casa afectaban a nivel político. No existía esa diferencia entre dentro y fuera del hogar como en el siglo XIX. En cuanto ves la documentación de aquellos siglos, [las mujeres] están por todas partes, sobre todo en relación con las iglesias, que eran espacios muy feminizados. Las hacían las mujeres, se representaban, ellas elegían la iconografía y hacían en ellas rituales de difuntos. Sin embargo, vemos cómo a lo largo de los siglos la Iglesia se ha apropiado de esos espacios que no eran suyos y los parroquializa, los convierte en espacios patriarcales. Le cuesta muchos siglos llegar a eso, pero lo hace con tanta eficacia que es difícil darle vuelta y darte de cuenta de que había un mundo que no nos han contado.
Justo cierras el libro hablando de cómo le costó a la Iglesia siglos imponer la visión de lo que es pecado y lo que no, pero –aunque sea algo que pasó hace mucho tiempo– sigue marcando muchas visiones actuales. De esos polvos vienen muchos lodos, todavía hoy.
Sí, eso fue de los grandes descubrimientos que he tenido a nivel personal con esta investigación. Sabía que estas ideas muy misóginas empezaban en el siglo XI, pero también sabía que había más. Es a mediados de ese siglo cuando se da ese cambio entre un modelo de sexualidad que venía de la Antigüedad, en el que no existía la heterosexualidad ni tampoco la homosexualidad, sino que eran otras claves completamente distintas. De repente, la Iglesia empieza a crear esas categorías para separar a la gente. Empieza a intervenir de forma muy tímida al principio. Luego, cada vez tiene más presencia en la vida personal de las clases laicas. A través del celibato, construyen un ejército de párrocos y los aíslan del resto de la sociedad cortando todo tipo de relaciones sexoafectivas. Hay gente que no se entera hasta pasados 300, 400 o 600 años de que todo eso se intentaba hacer desde el papado. Al principio lo toman a risa, porque tienes un modelo de absoluto desbordamiento sexual con cero tabúes, donde no hay problema en llegar virgen o no al matrimonio, donde no hay intimidad o el sexo es público. De repente, intentan regularlo. Es imposible. Tienen que hacerlo muy lentamente, con un plan que pasa primero por controlar a las élites de la propia jerarquía eclesiástica. El éxito de esta reforma es que la institución se ha mantenido invariable. La sociedad ha ido cambiando, pero la institución sigue más o menos igual.
«Queremos esa Edad Media oscura para hacer nuestra época más luminosa»
Esto, además, no es una cuestión de dogma religioso, sino de poder político y económico.
Normalmente de eso suelen ir las cosas. Cuando empezaba con la investigación, al principio tiraba por el tema de lo religioso por prejuicios heredados. Luego empiezas a analizar un poco más y ahí ya me di cuenta de que aquí hay política. Comencé a analizarlas desde ese punto de vista. Encaja mucho mejor y tiene más sentido. Puedes ver por qué se han escogido esas imágenes y no otras y, sobre todo, se ven esas luchas de poder. El mundo de la sexualidad exuberante, de la fertilidad o de la reproducción es el del discurso de poder de las clases nobiliarias. Su justificación de poder es su sangre azul. En los monasterios o las catedrales, lugares que no están financiados por las clases laicas, cuando se habla de sexo es de forma muy velada. Sigue el rastro del dinero y ahí está la solución.
Para terminar, ¿por qué seguimos convencidos de que la Edad Media era de aquella manera a pesar de que cada vez hay más ensayos como el tuyo que lo desmitifican?
Creo que son tres patas que sostienen todo ese relato oscurantista. El primero es el mundo académico y educativo. Mucha gente sigue con profesores de universidad que siguen contando esto y con convencimiento. Lo creen firmemente y es en lo que han estado trabajando toda su vida. Es difícil hacer el ejercicio [de cambiar]. En el colegio se sigue contando una historia absolutamente simplificada, que es androcéntrica. Tienes que contar toda la Edad Media en párrafos. La visión crítica no ha llegado a los libros de texto. Te cuentan cuatro ideas muy generales, lo que ya estaba, el conocimiento cómodo. Otra parte importante es la cultura popular. Es muy curioso cómo en las películas de los años 50 que representan la Edad Media, la muestran llena de colores, gente limpia y trajes luminosos. El Hollywood de los años 50 representa la Edad Media de manera más acertada que como lo hace el filtro sucio que le ponen en la actualidad. Queremos esa Edad Media oscura para hacer nuestra época más luminosa. A nivel psicológico, la Edad Media siempre ha funcionado un poco como el chivo expiatorio de la historia. Toda esa sexualidad pecaminosa que se supone que tiene en la Edad Media es la del siglo XIX y es la del XX. La sociedad que dicen que había es la del siglo XIX. Las ciudades entonces estaban infinitamente más infestadas de basura y enfermedades que las medievales.
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