Cuando la creatividad de la moda se encuentra con la inteligencia artificial
Una campaña fotográfica tradicional puede emitir entre 5 y 15 toneladas de CO₂, el equivalente al consumo anual de varias familias. Con el uso de la Inteligencia Artificial, estas emisiones pueden reducirse significativamente.
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La moda siempre ha sido un territorio donde la imaginación cobra forma. Cada prenda, cada imagen, cada campaña cuenta una historia que conecta con emociones, estilos de vida y aspiraciones. Sin embargo, detrás de cada fotografía perfecta hay un proceso complejo: viajes, montajes, luces, equipos… y, aunque pocas veces se hable de ello, también un impacto ambiental considerable.
Hoy, la tecnología nos invita a reimaginar esta parte esencial del sector. La inteligencia artificial no llega para sustituir la creatividad humana, sino para ofrecer nuevas herramientas que amplían sus posibilidades. Gracias a ella, marcas y diseñadores pueden explorar ideas, probar conceptos y generar imágenes con una agilidad que antes parecía impensable. Y, de paso, hacerlo reduciendo la huella de carbono de manera significativa.
La pregunta ya no es si la IA formará parte del futuro de la imagen de moda, sino cómo cada empresa decidirá incorporarla a su propio ritmo.
La nueva paleta creativa de la moda
La IA ha abierto un nuevo territorio visual para la industria. Lejos de limitar la expresión artística, la multiplica. Permite repetir ideas en minutos, probar fondos imposibles o visualizar colecciones completas sin necesidad de fabricar aún una sola prenda. En lugar de esperar semanas para montar un set o viajar a una localización, los equipos creativos pueden generar entornos digitales infinitos y centrarse en lo que realmente importa: el concepto y la emoción que quieren transmitir.
Un ejemplo práctico son las imágenes creadas a partir de fotografías planas (flatlays) o prendas sobre maniquí. A partir de una simple foto de producto, la IA puede generar un modelo virtual que viste la prenda de forma realista, recreando el resultado final de una sesión de fotos sin necesidad de modelo, maquillaje ni desplazamientos. Según el informe de huella de carbono Impacto ambiental de las sesiones fotográficas de moda vs. visuales de moda generados por IA elaborado por Modelia, este tipo de flujo de trabajo reduce hasta un 99% las emisiones por imagen, pasando de varios kilos de CO₂ a apenas unos gramos generados por la computación necesaria.
Las aplicaciones son casi infinitas:
- Creación rápida de moodboards o concept art para inspirar nuevas colecciones.
- Generación de contenido para redes sociales o e-commerce sin recurrir siempre a producciones físicas.
- Pruebas A/B de campañas antes de invertir en sesiones completas.
- Visualización de líneas completas antes de fabricar las muestras.
- Adaptación del contenido a distintos mercados o públicos, mostrando las mismas prendas en diferentes tipos de cuerpos, edades o estilos.
El uso de la IA para recrear una sesión de fotos reduce hasta un 99% las emisiones por imagen
Algunas marcas ya han avanzado en este camino. Zalando, por ejemplo, ha incorporado IA en su producción visual y afirma haber reducido costes hasta un 90 %, al tiempo que acelera la publicación de campañas. Levi’s utiliza modelos generados por IA para mostrar la diversidad de su clientela, y Balmain fue pionera en crear campañas enteras con modelos virtuales como Shudu o Margot.
Estas iniciativas no sustituyen la fotografía tradicional, sino que la amplían. Un solo shooting puede transformarse en decenas de versiones, nuevos fondos o formatos de vídeo animado. Y, al hacerlo, el impacto ambiental se desploma: menos viajes, menos materiales, menos residuos.
Además, una moda más sostenible
Aunque el atractivo principal de la IA en moda está en su poder creativo, los beneficios ambientales son difíciles de ignorar.
Según el informe de Modelia, una campaña fotográfica tradicional puede emitir entre 5 y 15 toneladas de CO₂, el equivalente al consumo anual de varias familias. Requiere vuelos internacionales, iluminación intensiva, construcción de decorados y grandes cantidades de agua, hasta 3.000 galones por sesión (lo que equivale a alrededor de 11.000 litros), entre el planchado de prendas, limpieza y catering.
En cambio, las imágenes generadas digitalmente reducen más del 95% de las emisiones por campaña y más del 99% por imagen. La electricidad necesaria para crear una visual con IA es mínima en comparación con el consumo energético de un estudio o un rodaje. El uso de materiales y el agua descienden en torno al 85%, y la generación de residuos se elimina prácticamente por completo.
Incluso en el caso del vídeo, donde la producción tradicional puede llegar a emitir hasta 100 toneladas de CO₂, las versiones creadas con IA consiguen reducciones similares. Y si los servidores que procesan estas imágenes funcionan con energías renovables, la huella se aproxima a cero.
En otras palabras, al adoptar flujos digitales, la industria logra algo hasta ahora inédito: separar la creatividad del impacto ambiental. No como un sacrificio, sino como una consecuencia natural de innovar.
Cada empresa, a su ritmo
Integrar la IA en los procesos creativos no es un salto brusco, sino un camino progresivo. Cada marca puede decidir cómo y cuándo avanzar.
Algunas comienzan con pequeños pasos: usar IA para variar poses o fondos a partir de sus fotos actuales. Otras combinan fotografía tradicional con generación digital de modelos para ampliar su catálogo. Y las más avanzadas trabajan directamente desde software de diseño 3D, creando prendas y campañas completas sin necesidad de muestras físicas.
La IA no reemplaza el talento ni la mirada de un artista, sino que funciona como una heramienta complementaria
El ritmo no importa tanto como la dirección. Lo relevante es entender que la IA no reemplaza el talento ni la mirada de un fotógrafo, un estilista o un director creativo. Es una herramienta complementaria que libera tiempo, recursos y energía para concentrarse en lo esencial: la historia que se quiere contar.
Además, este enfoque gradual permite mantener el control sobre la calidad visual y la identidad de marca, al tiempo que se experimenta con nuevas formas de producción más ligeras y sostenibles.
Un futuro que ya está ocurriendo
La transformación digital de la imagen de moda no es una tendencia pasajera. Es una oportunidad para repensar cómo trabajamos, cómo creamos y cómo cuidamos el planeta sin renunciar a la belleza.
En los próximos años, veremos convivir ambos mundos: producciones físicas más cuidadas y conscientes, y flujos digitales capaces de generar contenido con un impacto mínimo. Esta convivencia permitirá que la moda siga siendo lo que siempre ha sido: una expresión humana en constante evolución.
Al final, la pregunta que queda en el aire no es si debemos cambiar, sino qué nuevas formas de creatividad queremos descubrir. Porque cada vez que la moda se atreve a explorar, el resultado no solo inspira al público: también marca el camino hacia un futuro más inteligente, inclusivo y sostenible.
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