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Medio Ambiente

5 ejemplos de moda regenerativa

La pregunta ya no es cómo hacer una moda más sostenible, sino cómo transformar el modelo para generar un impacto positivo. La moda regenerativa demuestra que sí es posible.

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03
julio
2025

Cada año, la industria de la moda emite hasta el 8% de los gases de efecto invernadero, consume 215 billones de litros de agua y emplea productos químicos que dañan la salud humana y los ecosistemas. Y, aun así, seguimos comprando ropa como si nada. La lógica de consumo nos incita a cambiar de ropa al ritmo frenético de un algoritmo que dicta tendencias fugaces, empujándonos a llenar el armario de ropa barata, pensada para durar poco. Según Naciones Unidas, si duplicáramos la vida útil de nuestras prendas, podríamos reducir las emisiones un 44%. Solo en Europa, se generaron cerca de siete millones de toneladas de residuos textiles en 2022: unos 16 kilos por persona. El 85% no se recogió de forma separada y acabó en vertederos o incineradoras.

Urge frenar la producción y venta masiva de prendas destinadas a convertirse en basura, pero también necesitamos repensar los materiales, los procesos y el modelo de consumo. En este contexto, la moda regenerativa no se conforma con minimizar los impactos negativos: busca restaurar ecosistemas, recuperar espacios y contribuir al desarrollo. ¿Puede el sector de la moda pasar de ser uno de los más contaminantes del planeta a convertirse en una solución para muchos territorios? Algunas iniciativas ya están demostrando que ese cambio no solo es necesario, sino también viable.

La moda regenerativa busca restaurar ecosistemas, recuperar espacios y contribuir al desarrollo

Wooldreamers y Wool4Life

Durante siglos, la lana fue un motor económico y cultural. Sin embargo, en las últimas décadas ha sido desplazada por fibras sintéticas y, en muchos casos, tratada como un simple residuo, pese a su valor como fibra textil de alta calidad. Más allá de sus propiedades materiales, su producción puede contribuir al cuidado de los ecosistemas: prácticas como el pastoreo y la trashumancia favorecen la biodiversidad, regeneran el suelo y ayudan a prevenir incendios.

Frente a la crisis de la lana, Wooldreamers representa un ejemplo de recuperación de la tradición que ha sabido adaptarse al contexto actual. El alma del proyecto es Ramón Cobo, quien decidió dar nueva vida al antiguo negocio familiar y convertirlo en una empresa rentable, comprometida con la dignificación del sector primario y el cuidado del entorno rural. Con sede en Castilla-La Mancha, Wooldreamers trabaja con ganadería extensiva de ovejas locales, muchas de ellas de razas autóctonas como la manchega o la merina negra.

Toda la lana que utiliza Wooldreamers tiene trazabilidad completa y se procesa localmente sin productos tóxicos para preservar la calidad y el entorno. De esta lana nació Wool4Life, su marca de productos hechos de lana. Frente al modelo acelerado de la moda rápida, este proyecto plantea otra forma de vestir: más lenta, más consciente y profundamente arraigada a la tierra.

Fibershed

Fundada en 2011 por Rebecca Burgess en California, Fibershed es una organización sin ánimo de lucro que promueve la creación de sistemas de producción textil locales, trazables y basados en la agricultura del carbono. Se ha consolidado como un modelo de éxito gracias a su visión colaborativa y al desarrollo de cadenas de suministro en las que los materiales se cultivan, procesan y fabrican dentro de una misma región. Hoy constituye una red global con más de setenta iniciativas afiliadas, a las que ofrece apoyo económico, recursos y formación para fortalecer sus comunidades.

De esta forma, promueve que todas las personas implicadas en el proceso productivo colaboren para garantizar prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles. Además, Fibershed ha creado la certificación Climate Beneficial™ para apoyar a la agricultura que utiliza sistemas que reequilibran el ciclo de carbono, mejoran la salud del suelo, protegen las cuencas hidrográficas y cuidan la biodiversidad.

SEKEM

Otro caso de éxito es Sekem, una compañía que ha demostrado que, incluso en los entornos más complicados, es posible regenerar la tierra. Nacida en el desierto de Egipto en 1977, esta empresa es hoy referente en el sector de la moda sostenible gracias al cultivo de algodón regenerativo que ha logrado recuperar cerca de 684 hectáreas de tierra desértica con la agricultura biodinámica. Además, produce artículos que se venden a nivel nacional e internacional a través de otras empresas fundadas por el Grupo Sekem, como NatureTex Organic Textiles, una empresa de textiles orgánicos.

Gracias a la plantación de 600 mil árboles y a la mejora de la salud del suelo, Sekem estima que consiguió capturar aproximadamente 500 millones de toneladas de CO₂ entre 1977 y 2017, lo que demuestra el potencial de las prácticas regenerativas. Además, ha conseguido reducir un 90% el uso de pesticidas sintéticos en la industria algodonera egipcia e incrementar el rendimiento agrícola un 30%.

Oshadi

En el libro Moda regenerativa, Safia Minney relata la historia de Nishanth Chopra, fundador de Oshadi, una marca nacida en 2016 que recupera saberes tradicionales para dar forma a un modelo actual de moda regenerativa. Nishanth Chopra es la tercera generación de una familia dedicada a los tejidos. Su padre fundó una planta de procesamiento textil, lo que le permitió ir a estudiar a Reino Unido. Al regresar a casa, decidió que no quería continuar en el sector tal y como lo conocía. «Cuando volví del Reino Unido y hablé con los trabajadores textiles, costureras o tejedores, me pareció que habían perdido su alma», explica. Además, se dio cuenta de que «un porcentaje muy pequeño de personas acaparaba una gran riqueza a expensas de los trabajadores de las fábricas de ropa».

Así, Oshadi nació con el propósito de devolver valor al proceso y a la gente. Colaboran directamente con las comunidades agrícolas para asegurarse de que utilizan prácticas orgánicas y restauran la salud del suelo gracias a técnicas como la rotación de cultivos o el uso de compost natural. Además, se aseguran de que reciban una remuneración justa por su trabajo. De esta forma, también garantizan una trazabilidad completa desde la semilla hasta la prenda.

PA Flax Project

Con el objetivo de recuperar una tradición centenaria, PA Flax Project trabaja para revitalizar la producción de lino en Pensilvania, un estado que fue históricamente un centro clave de cultivo y procesamiento de esta fibra. Esta cooperativa impulsa el cultivo sostenible del lino y la reconstrucción de una cadena de valor local que conecte a personas agricultoras, procesadoras y diseñadoras en torno a una producción textil regenerativa y de cercanía.

Como explica su fundadora, Heidi Barr, en una entrevista, el lino se adapta muy bien al cultivo orgánico porque no necesita fertilizantes ni riego: «solo con un poco de sol, humedad y lluvia, crece muy bien». Esta planta no solo encaja en ciclos agrícolas regenerativos, sino que además la fibra que se obtiene es duradera y compostable al final de su vida útil. PA Flax Project también tiene iniciativas de capacitación, como el proyecto Square Yard, que incentiva el cultivo de lino en pequeñas parcelas, el intercambio de saberes y el fortalecimiento de la comunidad.

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