Sociedad
Vida humana bajo tierra
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha buscado refugio bajo tierra. Ya sea buscando protección, aislamiento o incluso espiritualidad, las estructuras subterráneas han jugado un papel crucial en la supervivencia y evolución de distintas civilizaciones.
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En lo más profundo de una recóndita cueva, apenas iluminada por la tenue luz de una antorcha, un hombre se inclina sobre la rugosa pared de piedra. La cueva, silenciosa y llena de misterio, está cargada con el olor a tierra húmeda y humo, creando una atmósfera de tranquilidad y concentración.
Las manos del hombre, fuertes y hábiles, sostienen con cuidado una mezcla de pigmentos naturales. Con movimientos deliberados y precisos, comienza a aplicar la pintura sobre la roca, trazando los contornos de un bisonte que poco a poco parece emerger de la pared.
A su alrededor, la cueva guarda los ecos de antiguas historias y rituales. Otras pinturas de manos humanas, figuras de animales y símbolos misteriosos decoran las paredes, testigos mudos de generaciones pasadas que también buscaron dejar su huella.
Saltamos en el tiempo a otra noche oscura. El sonido ensordecedor de las sirenas antiaéreas rompe la calma de la noche en esta ciudad europea. Las familias alertadas dejan sus hogares a toda prisa, dirigiéndose hacia los refugios subterráneos. El búnker es un laberinto de túneles y habitaciones excavadas en la tierra, reforzadas con vigas de madera. Las paredes, húmedas y frías, rezuman una sensación de seguridad y claustrofobia a la vez.
Dentro del refugio, la atmósfera es densa. El aire está cargado de miedo y expectación. El murmullo constante de voces se mezcla con el distante retumbar de las explosiones que comienzan a sacudir la ciudad. Las personas, unidas por la adversidad, encuentran consuelo en la compañía mutua, en la certeza de que, al menos por esa noche, están a salvo en las entrañas de la tierra.
A lo largo de la historia, la humanidad ha demostrado una notable capacidad para adaptarse a las circunstancias más extremas. Desde la Prehistoria hasta la actualidad, una de las soluciones más ingeniosas ha sido la creación de espacios habitables bajo tierra. La vida subterránea ha servido como refugio contra amenazas externas, como medio para soportar condiciones climáticas adversas y como respuesta a la necesidad de preservar recursos. No solo refleja la resiliencia humana, sino también una profunda conexión con el entorno natural y una capacidad innata para innovar.
Hace aproximadamente 2,5 millones de años, nuestros antepasados homínidos comenzaron a utilizar las cuevas como refugios
Desde tiempos inmemoriales, las cuevas han desempeñado un papel crucial en la vida del ser humano. Estos espacios naturales no solo ofrecieron refugio y protección contra los elementos y los depredadores, sino que también se convirtieron en los primeros hogares, templos y lugares de reunión para las antiguas civilizaciones.
Durante el Paleolítico, hace aproximadamente 2,5 millones de años, nuestros antepasados homínidos comenzaron a utilizar las cuevas como refugios. Estos espacios naturales proporcionaban un entorno seguro contra las inclemencias del tiempo o el ataque de animales. Las cuevas también ofrecían un lugar donde almacenar alimentos y materiales, y se convirtieron en el escenario de los primeros experimentos humanos con el fuego.
Una de las evidencias más conocidas de la vida prehistórica en las cuevas es el arte rupestre. En lugares como las cuevas de Altamira en España o Lascaux en Francia, los primeros humanos plasmaron escenas de caza y figuras de animales en las paredes. Estas pinturas no solo tienen un valor artístico, sino que también nos proporcionan una visión profunda de las creencias y la vida cotidiana de nuestros antepasados.
A medida que las civilizaciones se desarrollaron, el uso de las cuevas y los espacios subterráneos se volvió más sofisticado. En Capadocia, Turquía, se encuentran algunos de los ejemplos más impresionantes de complejos subterráneos. La ciudad subterránea de Derinkuyu, construida en la Edad de Bronce, es una vasta red de túneles y habitaciones que podía albergar a miles de personas. Estos complejos subterráneos ofrecían protección contra invasores y permitían a las comunidades vivir de manera autosuficiente durante largos periodos de tiempo.
Durante la Edad Media, las cuevas continuaron desempeñando un papel importante, especialmente en el ámbito religioso. En Etiopía, las iglesias de Lalibela son un conjunto de impresionantes estructuras subterráneas talladas en roca viva. Construidas en el siglo XII, estas iglesias fueron diseñadas para ser un «Nuevo Jerusalén» y aún hoy son lugares de peregrinación y culto.
En Europa, durante las invasiones y conflictos, muchas comunidades utilizaron cuevas y refugios subterráneos para protegerse. Los castillos medievales a menudo tenían túneles secretos y criptas que servían como última línea de defensa o como rutas de escape.
Damos un salto temporal hasta el siglo XX, que trajo consigo nuevas amenazas, como las guerras mundiales, que impulsaron la construcción de búnkeres y refugios subterráneos para proteger a la población civil de los bombardeos aéreos. Londres, en particular, desarrolló un extenso sistema de refugios subterráneos y estaciones de metro adaptadas para tal fin. La resiliencia y el espíritu de comunidad que surgieron en estos espacios subterráneos son testimonio de la capacidad humana para adaptarse y sobrevivir.
En Ucrania se están construyendo fábricas subterráneas como una medida para proteger la producción industrial de posibles ataques
En la actualidad, el uso de espacios subterráneos ha evolucionado hacia aplicaciones innovadoras y sostenibles. En Ucrania, por ejemplo, se están construyendo fábricas subterráneas como una medida para proteger la producción industrial de posibles ataques. Estas instalaciones no solo ofrecen seguridad, sino que también representan una solución eficiente en términos de espacio y recursos.
La idea de vivir bajo tierra se ha recuperado con un enfoque ecológico. Las casas cueva, una forma tradicional de vivienda en regiones como Andalucía en España, han sido redescubiertas por su eficiencia energética. Estas viviendas subterráneas mantienen una temperatura constante durante todo el año, lo que reduce su necesidad de calefacción y aire acondicionado, y las convierte en una opción sostenible y ecológica.
Otro ejemplo contemporáneo es el proyecto «Earthscraper» en Ciudad de México, una propuesta de rascacielos invertido que se extiende hacia abajo en lugar de hacia arriba. Este diseño innovador busca aprovechar el espacio subterráneo para oficinas, viviendas y áreas recreativas, minimizando el impacto en el paisaje urbano.
La capacidad humana para transformar y adaptar a lo largo de la historia estos espacios bajo tierra refleja nuestra habilidad para encontrar refugio y oportunidad en los lugares más inesperados.
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