Hidroeléctrica de bombeo: la energía que liberará a las renovables
Al adaptarse a los picos y valles de la demanda, esta tecnología permite almacenar energía a gran escala y, en última instancia, cortar la cuerda que todavía nos ata a los combustibles fósiles.
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El agua no es solo un elemento esencial para la vida o un líquido insustituible para muchos procesos industriales, sino que también puede jugar un papel preponderante en la transición ecológica en la que ya estamos inmersos. Si bien son conocidas las centrales hidroeléctricas convencionales –que recogen la energía del agua que se libera de los embalses–, no lo son tanto aquellas que funcionan mediante sistemas de bombeo. Una fórmula de vanguardia que puede resultar clave para almacenar energía limpia y distribuirla adaptándose a la demanda –uno de los mayores desafíos de las energías renovables y que todavía mantienen al sector atado a los combustibles fósiles–. Pero, ¿qué tiene de diferente esta tecnología?
Las centrales de bombeo son la solución más económica para almacenar grandes volúmenes de energía
Este tipo de enclaves constan de dos embalses conectados, teniendo siempre uno de ellos mayor elevación que el otro. Durante los picos de demanda, la central de bombeo funciona como una planta hidroeléctrica convencional: se libera el agua del embalse superior para que la gravedad la conduzca hasta una turbina antes de llegar al embalse inferior, generando así energía 100% renovable. La diferencia fundamental llega cuando la situación es la opuesta. Es decir, cuando la demanda cae y se produce un excedente de energía en el sistema. En estos casos, la energía será empleada para bombear el agua que ahora está en el embalse inferior de nuevo al superior. Así, la planta estará preparada para repetir el proceso cuando vuelva a aumentar la demanda.
De esta forma se logra almacenar energía en forma de agua embalsada que, una vez liberada, puede recuperarse. Esto permite una mejora en la eficiencia del sistema eléctrico al adaptarse a las fluctuaciones de la demanda. Además, los expertos coinciden en señalar que las centrales de bombeo son, en la actualidad, la solución más económica para almacenar grandes volúmenes de energía durante largos periodos de tiempo. Pero también permiten una mayor estabilidad, seguridad y sostenibilidad del sistema eléctrico al generar gran cantidad de energía con un tiempo de respuesta muy rápido –y sin crear ningún tipo de emisión a la atmósfera–.
Una solución real para la transición ecológica
Sin ir más lejos, España ya goza de varias infraestructuras de este tipo a pleno rendimiento. Tan solo Iberdrola (líder en almacenamiento de energía) cuenta con una potencia de 4.000 MW instalados en tecnología de bombeo repartidos entre plantas como la de Cortes de Pallàs, en la Comunidad Valenciana: al margen derecho del río Júcar, Iberdrola instaló La Muela II, la central de bombeo más grande de Europa. Gracias a ella, la compañía genera más de 880 GW (el equivalente del consumo eléctrico anual de 200.000 hogares). «La central tiene cuatro grupos de turbinas reversibles dentro de una caverna que permiten aprovechar el desnivel de 500 metros existente entre el depósito artificial de La Muela y el embalse de Cortes de Pallás para producir energía eléctrica», explica Iberdrola.
La central La Muela II genera el equivalente energético del consumo eléctrico anual de 200.000 hogares
Algo parecido sucede con la central de bombeo de Villarino, situada en la presa de Almendra, con una potencia instalada reversible de 810 MW. «Así, se genera energía hidráulica renovable y limpia para abastecer a casi medio millón de hogares y crear un beneficio ambiental y social para las comunidades del entorno de la cuenca hidrográfica», apunta la compañía. Esta central utiliza el desnivel de 400 metros entre los embalses de Almendra, el tercero más grande de España, y de Aldeadávila, ambos localizados en la provincia de Salamanca.
Por otra parte, si hay un gran proyecto que ilustre los beneficios para el sistema eléctrico y el medio ambiente es el de la gigabatería del Tâmega, un afluente del río Duero en el norte de Portugal. Este complejo hidroeléctrico es uno de los mayores proyectos desarrollados en Europa en los últimos 25 años. Las tres centrales que lo componen tienen una potencia total de 1.158 MW. Una de ellas, la central de Gouvães, es de bombeo. De esta forma, dicha central utiliza 13 hectolitros cúbicos de agua que suben y bajan entre el embalse de Daivões y el de Gouvães, aprovechando los más de 650 metros de diferencia de cota entre ambos a través de siete kilómetros de tubería.
Adiós a los combustibles fósiles
El PNIEC prevé la instalación de 3.500 MW nuevos de bombeo hasta 2030
Los retos no son fáciles y los objetivos tampoco, pero, según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), España deberá generar el 74% de su electricidad mediante energías renovables para el final de la década. Para ello, la expansión de las renovables o la adaptación de la red de transporte y distribución son esenciales. Pero también el almacenamiento: actualmente, los combustibles fósiles –independientes de factores como la meteorología– resuelven las franjas de demanda de energía con más fluctuaciones. Y aquí es donde entran las centrales hidráulicas de bombeo, ya que permiten utilizar el excedente o los vertidos de energías renovables para ajustarse a la complejidad de la demanda. Es por esto que el propio PNIEC prevé la instalación de 3.500 MW nuevos de bombeo hasta 2030.
La posición de España también es privilegiada. Existen diversas formas para construir una instalación de este tipo, como enlazar embalses, crear uno superior en las inmediaciones de otro existente o reconvertir centrales con turbinas reversibles de velocidad variable. «Esta última opción tiene importantes ventajas, ya que supone reducción en costes, tiempos de desarrollo y menor impacto ambiental», finaliza la compañía. Como vemos, lejos de ser una quimera, las centrales hidroeléctricas de bombeo hacen palpable el futuro 100% renovable. Un escenario en el que, sin remordimientos, podamos cortar los cabos que nos atan al pasado fósil para navegar hacia destinos más sostenibles, eficientes y prósperos.
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