Unión Europea, autónoma y abierta
Sin avanzar de manera significativa por el camino del posicionamiento estratégico no parece posible que la Unión Europea pueda actuar como un actor global en el marco geopolítico actual, rebosante de tensiones, incertidumbres y desafíos.
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COLABORA2023
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Dice la Comisión Europea que el concepto de Autonomía Estratégica Abierta concentra la voluntad europea de cooperar multilateralmente en todo lo que pueda y de actuar de manera autónoma en todo lo que sea necesario. Un concepto que nació, tiempo atrás, en el ámbito de la seguridad y la defensa ha adquirido significados y niveles de importancia nuevos en estos últimos años, tan difíciles y tan sorprendentes, tantas veces inquietantes.
En ese contexto, el reto para los próximos meses y años consiste en dotar de dimensiones prácticas a este marco de análisis y de posicionamiento estratégico de Europa ante las tendencias mundiales y ante el nuevo orden global. Sin avanzar de manera significativa por este camino no parece posible que la Unión Europea, una unión de naturaleza política entre 27 Estados Miembros, pueda actuar como un actor global en el marco geopolítico actual, rebosante de tensiones, incertidumbres y desafíos.
Es indiscutible que las últimas crisis globales han aflorado vulnerabilidades acumuladas durante décadas por parte de Europa. Además, la pandemia mundial del covid y la crisis global derivada de la invasión rusa de Ucrania han encadenado más de tres años de gravísimas distorsiones en las cadenas de suministros de materias primas y de materiales estratégicos, de alimentos y de energía. El precio final está siendo demasiado alto. Por ello es enormemente relevante la voluntad expresada por parte de la Comisión Europea para trabajar a fondo en la corrección de las vulnerabilidades desarrolladas y detectadas en el encadenamiento sucesivo de crisis de estos últimos años.
La continuidad de la guerra provocada por Rusia en Ucrania, la persistencia de las distorsiones que esta ha provocado en el comportamiento de la economía, las grandes tendencias de fondo como la crisis climática o los desafíos de la revolución tecnológica, anticipan, además, una evidencia incómoda; las amenazas para Europa pueden continuar creciendo en los próximos años si no se toman decisiones trascendentes.
«Junto a la instalación del marco y el recorrido del discurso, ha llegado la hora del impulso político a medidas concretas que sirvan para recuperar parte del tiempo perdido»
Desde esa perspectiva, resulta fundamental que la implementación práctica –dotada de significados concretos– de la Autonomía Estratégica Abierta sea exitosa en los próximos años. El objetivo debería ser una Unión Europea más fuerte en la medida de más autónoma desde el punto de vista energético, en términos de seguridad y defensa y en el marco de sus capacidades productivas e industriales. Una Unión Europea menos dependiente de países terceros en los sectores estratégicos y, por tanto, mejor preparada para afrontar los grandes desafíos de nuestra era. Avanzar hacia ese objetivo mientras mantiene y mejora el funcionamiento de los estados de bienestar clásicos debería configurarse como uno de los retos más relevantes al que hacer frente.
En ese sentido, es una gran noticia que la próxima presidencia española del Consejo –del 1 de julio al 31 de diciembre de 2023– centre aquí uno de los vectores principales del semestre.
Analizar a fondo las vulnerabilidades europeas en campos tan relevantes como la alimentación, la salud o la energía, impulsar al máximo nivel institucional las líneas políticas necesarias para corregirlas y trabajar en la agenda estratégica para alcanzarla se presentan como algunas de las principales intenciones del semestre español al frente del Consejo.
«Resulta fundamental que Europa avance de manera decidida en las energías verdes y predique con el ejemplo liderando la conversación global»
Junto a la instalación del marco y el recorrido del discurso, ha llegado la hora del impulso político a medidas concretas que sirvan para recuperar parte del tiempo perdido. Desde ese punto de vista el impulso a estrategias de innovación de la productividad y el reforzamiento industrial debería ser una prioridad en los próximos años. No podemos continuar perdiendo pulso y capacidades productivas. Las vulnerabilidades vistas en las últimas crisis serán mucho mayores en las próximas si la Unión Europea no actúa de manera decidida, con voluntad política, con iniciativas claras y contundentes y con recursos presupuestarios suficientes. El Green Deal Industrial Plan marca bien el camino, ganar en competitividad industrial mientras se avanza hacia la neutralidad climática sobre cuatro pilares fundamentales; marcos reguladores previsibles y simplificados, accesos rápidos a la financiación, mejora de capacidades y comercio abierto sobre cadenas de suministro resilientes.
En segundo lugar, la intensificación de las facilidades de inversión en energías renovables para la sostenibilidad medioambiental debería configurarse como una prioridad. Resulta fundamental que Europa avance de manera decidida en las energías verdes y predique con el ejemplo liderando la conversación global en términos de transición ecológica.
Esta medida debe ir acompañada de la reforma del mercado eléctrico en la línea que ha expresado la Comisión Europea. Toda tentativa de fragmentación del mercado interior que dificulte o distorsione los avances que necesitamos hacia una futura política energética común deben ser superados por políticas decididas que refuercen la idea del mercado único y el reforzamiento de las capacidades energéticas europeas en el marco de los avances hacia la sostenibilidad y la lucha contra la crisis climática.
«Es urgente avanzar en más Europa desde el punto de vista de un mercado más integrado, con mayores capacidades de interconexión energética»
La invasión rusa de Ucrania ha dejado señales más que claras. La desestabilización que ha provocado en el mercado de la energía ha demostrado que aquí se encuentra uno de los grandes asuntos estratégicos del futuro de Europa. Todo avance en términos de autonomía estratégica debe pasar irremediablemente por aquí.
Por eso, es urgente avanzar en más Europa desde el punto de vista de un mercado más integrado, con mayores capacidades de interconexión energética entre Estados Miembros y con marcos jurídicos homogéneos y previsibles para facilitar los extraordinarios volúmenes que requiere la transición ecológica; cientos de miles de millones cada año, de manera sostenida, durante toda la década.
Con todo, conviene no olvidar que el peso de la Unión Europea en el conjunto del mundo tiende a la baja de manera constante desde hace tiempo. Lo hace en términos poblacionales y en términos económicos. Hace algo más de 25 años, representaba el 25% de la riqueza mundial. En cuestión de dos décadas, rondará el 10%. En ese momento, EE.UU representará en torno al 15% del PIB global y China, se situará alrededor del 20%.
Es fundamental que Europa aumente sus capacidades autónomas de manera significativa en los próximos años. Debe hacerlo desde la óptica de sus valores dominantes de sociedad democrática y abierta, manteniendo la apuesta por un rol activo y convencido en un funcionamiento más eficiente de los organismos multilaterales, por muy anticíclico que esto resulte en la actualidad. Debe hacerlo mientras dota de una mayor dimensión a sus capacidades de seguridad y defensa en el marco de sus compromisos internacionales. Debe hacerlo mientras apuesta por aumentar sus fortalezas industriales y productivas, especialmente en los sectores estratégicos de su economía y apuesta de manera decidida en materia de ciencia, innovación y desarrollos tecnológicos. Y finalmente, debe avanzar hacia una mayor integración y un mejor y más previsible mercado único de la energía, con el que ganar capacidades y liderar la transición ecológica y la lucha contra la crisis climática.
El semestre de presidencia española del Consejo promete apostar de manera decidida por el marco de la autonomía estratégica abierta. Mientras la agenda va dotándose de contenidos y políticas concretas, desde una perspectiva europeísta solo podemos considerarlo como una muy buena noticia.
Eduardo Madina es Socio de estrategia de la consultora Harmon y miembro del Consejo Editorial de Ethic
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