ENTREVISTAS
«El mundo no está donde debería estar»
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Convertir los desafíos globales en oportunidades. Esta frase aparece constantemente en el discurso de Sanda Ojiambo, que dirige desde hace dos años el Pacto Mundial de Naciones Unidas. Su nombramiento al frente de esta organización internacional, que promueve la sostenibilidad empresarial en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se produjo en el momento más crítico de la pandemia. Los desafíos que marcaban la agenda antes de la covid-19 se han agudizado a lo largo de estos años: la desigualdad y el cambio climático, a los que se suman la creciente inflación y la desestabilización del orden liberal internacional como resultado de la guerra de Rusia contra Ucrania. Ojiambo insiste en que estos retos no pueden afrontarse de manera individualizada por parte de los tres principales grupos de interés; esto es, los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil.
Existe una problemática ya muy contrastada en el reporting en materia de sostenibilidad de las compañías, que tienden en muchas ocasiones al greenwashing ¿Qué medidas está tomando el Pacto Mundial para corregir esta tendencia?
Desde la perspectiva del Pacto Mundial, la rendición de cuentas y la transparencia en el reporting son críticos para combatir esta tendencia de greenwashing. Todo lo relacionado con la ‘E’ de medio ambiente está siendo lo más fácil de verificar, porque hay una ciencia detrás, con objetivos cuantificables, pero necesitamos más metodología en la ‘S’ y en la ‘G’, donde no estamos aún donde deberíamos estar [Ojiambo se refiere a las siglas ESG, Environmental, Social and Governance, que resumen los principios de gobernanza sostenibles que emplean ahora las empresas]. Pero es verdad que hay un acceso limitado a las compañías y reconozco que no todo el reporting que se hace es lo suficientemente transparente. Al mismo tiempo, los ciudadanos y los consumidores ocupan un papel fundamental en el devenir de la reputación de las compañías. En este contexto, lo que realmente importa es que el CEO desarrolle un verdadero liderazgo ético, guiado por un propósito y unos principios, y que resulte creíble. Y aquí la cuestión relevante es por qué los consejeros delegados realizan el reporting y para quién. ¿Están haciendo el reporting para los inversores o para los diversos grupos de interés? ¿Lo están haciendo para satisfacer a su consejo de administración? ¿Debería ser esta idea del liderazgo ético una cuestión obligatoria? El reto que tenemos ahora mismo es el sentido de urgencia, que es lo que está precipitando sistemas de carácter obligatorio y orientados a un cumplimiento. Necesitamos crear unas métricas obligatorias, universales y homogéneas para poder verdaderamente forzar a las compañías a la rendición de cuentas. Al final el sistema de reporting más efectivo y transparente es el de las empresas cotizadas en los mercados financieros, donde las cuentas están auditadas por terceros de manera periódica.
El trabajo por la sostenibilidad no puede separarse de la realidad del día a día. En este sentido, ¿ha cambiado la guerra en Ucrania las prioridades en cuanto a la lucha contra el cambio climático?
Hemos tenido mucho debate en este tema, pero nuestro secretario general sigue insistiendo en que no debemos abandonar el punto en el que estábamos antes del conflicto. Esto es un reto, aunque también hay muchas oportunidades para canalizar inversión y subsidios hacia fuentes alternativas de energía. Desde el Pacto Mundial seguimos animando a aquellas compañías que se encuentran en industrias pesadas a que se comprometan con el objetivo de los 1,5 grados.
«Uno tiene que ser muy corto de miras para negar la evidencia de que este modelo está agotado»
¿Por qué la variable política o geopolítica ha estado habitualmente fuera de la ecuación en estos marcos?
Nuestro mandato no es político, sino empresarial, pero reconocemos que cualquier actividad empresarial se desarrolla en un entorno geopolítico determinado que no podemos ignorar. Así que muchas de las compañías lo toman en consideración cuando están desarrollando sus planes estratégicos. Una de las líneas a las que animamos a participar a nuestras redes locales en cada país es la de dialogar con el entorno político y regulatorio, y no trabajar de manera aislada. Ahora necesitamos trabajar con el Gobierno de Alemania en la cuestión de los combustibles fósiles y recordar al sector empresarial alemán los mandatos relevantes.
¿Se unió el Pacto Mundial a la presión que ejercieron otras organizaciones cívicas sobre las compañías para que abandonaran Rusia en respuesta a su ataque contra Ucrania?
Al comienzo de la guerra, nuestro secretario general se concentró más en cómo frenar el conflicto y sus costes humanos. Como Pacto Mundial, lo importante es tener presentes los principios relacionados con los derechos humanos. Lo que sí que hicimos fue valorar el liderazgo empresarial en una situación tan crítica como esta.
«Necesitamos crear unas métricas obligatorias, universales y homogéneas para poder obligar a las compañías a que rindan cuentas de verdad»
¿Cómo está trabajando el Pacto Mundial con el sector privado dentro de regímenes autocráticos?
Acabamos de lanzar una iniciativa en Dubái llamada Leadership in Turbulent Times, donde queremos analizar el papel de las empresas en el avance de la paz. Queremos ver cómo los líderes empresariales responden a estas cuestiones. También tenemos una red local en China que está diseñando una estrategia con la idea de ver cuál es la oportunidad de trabajar con el sector privado en economías de este tipo.
Hay mucho escepticismo por parte de ciertos líderes empresariales en torno al movimiento ESG. Elon Musk, fundador y máximo responsable de Tesla, directamente lo calificó de «estafa» esta primavera y Stuart Kirk, responsable global de inversión responsable de HSBC, dijo que el riesgo financiero derivado del cambio climático es de relevancia marginal para las decisiones de inversión a corto plazo. ¿Cómo afrontáis este escepticismo
Uno tiene que ser muy corto de miras para hacer ese tipo de comentarios cuando hay tantas evidencias que demuestran que el modelo está agotado. La evidencia del cambio climático y de la desigualdad es total, de cómo el tejido de las pymes está sufriendo mientras las multinacionales no paran de crecer, de especies que están extinguiéndose, de temperaturas nunca vistas, de inflación, de una pandemia sin precedentes, etc. Está claro que el mundo no está donde debería estar.
¿Podría decirse que la agenda de los ODS tiene una ideología política concreta? Por ejemplo, ¿qué opinas de cómo está el Partido Republicano de Estados Unidos asumiendo su compromiso? Hemos visto recientemente cómo la Corte Suprema del país recortaba el poder de la Agencia de Protección Medioambiental.
En la economía americana ha habido claramente altos y bajos en lo que respecta a los ODS desde una perspectiva política, pero desde una perspectiva empresarial creo que el compromiso de las empresas es claro, incluso han sido pineras en la cuestión del ESG y de la inclusión. No obstante, está claro que el compromiso con los ODS de los republicanos ha sido diferente al de los demócratas.
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