Sociedad
Los misterios que la ciencia aún no ha logrado resolver
Pese a los avances en las últimas décadas, todavía nadie ha podido descubrir el origen o la función de obras ancestrales como las Líneas de Nazca o por qué la ciudad de Heracleion está sumergida en las profundidades del mar.
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COLABORA2020
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Sin dejarse embaucar por explicaciones irracionales ni afilar teorías esotéricas, en la actualidad hay un buen puñado de enigmas históricos para los que la ciencia aún no ha encontrado respuesta o la que ofrece dista mucho de ser concluyente. Un claro ejemplo de ello son las peruanas Líneas de Nazca, una serie de figuras geométricas, zoomorfas y fitomorfas diseminadas en el desierto de Nazca, uno de los más áridos del planeta. Aunque son obra de la civilización nazca y su origen se sitúa entre el 500 a.C. y el 500 d.C., se descubrieron a principios del siglo XX con el nacimiento de la aviación, ya que solo desde el aire se puede contemplar esa área de más de quinientos kilómetros cuadrados repleta de mensajes que parecen querer comunicarse con el cosmos. Algunas se conservan en perfecto estado, mientras otras se han borrado por los vientos, la erosión y el paso del tiempo. La más grande mide más de cien metros -algo así como la Estatua de la Libertad- y las más pequeñas, cinco.
No hay unanimidad al respecto sobre su significado, pero para el norteamericano Paul Kosok, los diseños, delineados como zanjas en la arena, son «el libro astronómico más grande del mundo» y representan, entre otros acontecimientos, los solsticios de invierno y verano. Sin embargo, la comunidad científica está todavía volcada en descubrir la naturaleza de esta obra. Recientemente, un grupo de investigadores japoneses, liderado por el arqueólogo Masato Sakai, encontró, gracias a tecnología de última generación -Inteligencia Artificial incluida-, un grupo de líneas de las que no se tenía constancia y cuya forma evocaba a un humano portando un bastón.
De acuerdo con los investigadores y en base a este descubrimiento, el uso de estos dibujos colosales podría ser ritual y decorativo, interpretación que se defiende y difunde desde Ministerio de Cultura de Perú: «la antigua sociedad Nazca, hace unos 2.300 años, transformó un extenso territorio yermo en un paisaje cultural con alta connotación simbólica, ritual y social», señalan en su web. No obstante, el significado exacto que esconden y cómo se lograron recrear esas figuras solo visibles desde una perspectiva aérea es todavía un misterio.
Sobre la Llanura de las tinajas persiste la leyenda de que los recipientes sirvieron a los gigantes para beber
Otra de las grandes incógnitas históricas es la existencia de Thonis, también conocida como Heracleion, una ciudad portuaria situada en la desembocadura del río Nilo que lleva siglos hundida en las profundidades del mar tras un evento del que todavía no hay registro. La ciudad fue uno de los puertos más importantes de Egipto hace más de 2.500 años y donde la bella Helena y su amante Paris disfrutaron de su última noche antes de la Guerra de Troya según la mitología griega. Durante más de dos milenios, Heracleion permaneció dormida bajo el mar a 30 metros de la superficie, hasta que en 1999 fue descubierta por el arqueólogo submarino Franck Goddio tras cinco años de investigación.
En su expedición, Goddio se encontró los restos al completo de la ciudad con templos, edificios públicos, casas y mercado incluidos, además de esculturas, vasijas, monedas y todo tipo de enseres. Sin embargo, uno de los hallazgos más importantes fue el descubrimiento de la mayor colección de embarcaciones de madera de la historia: unos setenta barcos, algunos de los cuales se creía ficticios, como el ‘bari’, descrito por el historiador Heródoto en el siglo V a.C. como una embarcación de 28 metros, tamaño insólito para la época. La pregunta clave es: ¿cómo es posible que una ciudad con una notable importancia portuaria y administrativa, de cuya existencia se dudó durante muchos años, pudiera hundirse sin dejar huella? Según los historiadores, el hecho de que estuviese construida sobre una zona arcillosa la dejó indefensa ante un posible terremoto y un supuesto aumento del nivel del mar, pero esta teoría no acaba de convencer.
Cuando el enigma es el transporte
Imaginen cientos de tinajas, de entre uno y tres metros de diámetro, esparcidas por una superficie de miles de kilómetros cuadrados, entreveradas por unos 80 millones de bombas de racimo que están ahí desde la Guerra de Vietnam y que nunca detonaron, lo que convierte a la zona en una de las más peligrosas del mundo. Se trata del espacio arqueológico de Laos conocido como «la Llanura de las tinajas» data de la Edad de Hierro, unos dos mil quinientos años atrás. Estas vasijas, algunas de las cuales pesan varias toneladas, fueron talladas y transportadas, aunque se desconoce el cómo y el desde dónde.
Entre los nativos persiste la leyenda de que los recipientes sirvieron para que gigantes míticos bebieran vino de arroz o tosco güisqui. Sin embargo, los arqueólogos de la Universidad Nacional de Australia defienden que se trata de ritos funerarios. Lo que tampoco aciertan a explicar es por qué se escogió ese lugar, ya que no hay constancia de ocupación humana en esa región en la época. Por otro lado, hay teorías que apuntan a que la zona pudo haber sido parte de una ruta del comercio y que las tinajas cumplían la función de abrevaderos humanos.
La construcción de la fortaleza de Sacsayhuaman (ubicada a dos kilómetros de Cuzco) es también un misterio sin resolver. Esta estructura de más de 250 metros cuadrados tiene unos colosales muros laterales escalonados que forman una chacana, el símbolo en forma de cruz y representativo de la cosmogonía inca. Los investigadores aseguran que, en un tiempo donde no había carros ni animales de carga, se necesitaron setenta años y el trabajo de veinte mil hombres para transportar, tallar y encajar las descomunales piedras que la erigen y que están encajadas con tal precisión que no hay espacio siquiera para que crezca hierba en sus juntas. A día de hoy, ningún científico ha concluido cómo pudo ser construido Sacsayhuamán ni cuál fue, con exactitud, su función. Se intuye que pudo ser una fortaleza, un templo ceremonial o un depósito para el agua y, hace poco más de veinte años, el padre Jorge Lira expuso su teoría: aseguró que existe una planta llamada jotcha, capaz de hacer maleables las piedras. Lo increíble es que tenía parte de razón.
El misterio de lo minúsculo
Hace poco más de un siglo, durante una tormenta, un grupo de buscadores de esponjas marinas tuvo que refugiarse en la rocosa isla griega de Anticitera. Allí les aguardaba uno de los objetos más desconcertantes que se conservan de la Antigüedad: el mecanismo de Anticitera. El artefacto, de unos catorce centímetros de diámetro y con dos mil años a cuestas, está cubierto de marcas e inscripciones. Según el matemático inglés Tony Freeth y el físico griego Yanis Bitzakis se trata de una computadora mecánica. Pero no todos los expertos coinciden: hay quien sostiene que es un instrumento para predecir eclipses solares y lunares, usando los conocimientos en progresión aritmética de los babilonios; otros científicos sostienen que servía para establecer un cronograma de festivales agrícolas y, otros, que mostraba los movimientos de los cinco planetas conocidos en ese tiempo. En lo que todos coinciden es en su estructura: al menos 37 ruedas encajadas con milimétrica precisión.
También de pequeño tamaño, los dodecaedros romanos se han encontrado en varios países de Europa. Doce caras pentagonales planas con un hueco circular en el centro y pequeñas perillas en los ángulos. La versión más común está hecha de bronce, aunque también las hay de piedra. Se cree que pertenecen a siglo II o III d. C. y no superan los once centímetros. Se desconoce su función, ya que no hay mención alguna en textos o representaciones artísticas de la época. Las hipótesis les atribuyen diversos usos: minúsculos candelabros, dados lúdicos, calendarios agrícolas, calibradores de tuberías, dispositivos para determinar la fecha óptima para la siembra…
A todos estos misterios les siguen muchos otros como el Triángulo de las Bermudas, el tesoro de El Dorado, las figuras de la Isla de Pascua, La isla errante de san Borondón o el manuscrito Voynich. Quizá dentro de unos años estos fascinantes rompecabezas hayan quedado resueltos; quizá nunca dejen de ser lo que son hoy: una incógnita.
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