Las conclusiones del cierre de la COP29
En tiempo de descuento, los delegados de la COP29 han llegado a acuerdo en Bakú. Si bien que lo hayan conseguido son buenas noticias, las cifras han dejado un profundo descontento.
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Fuera ya de tiempo, la COP29 ha conseguido cerrar el acuerdo que marcará la hoja de ruta en la lucha contra el calentamiento global durante los próximos doce meses.
Los delegados de los diferentes países habían llegado a Bakú el 11 de noviembre para arrancar la cumbre del clima y se esperaba que cerrasen el día 22, viernes. Como casi se podría decir que era de esperar, no se cumplió la agenda. El acuerdo llegó al filo de la medianoche del sábado, hora española. La propia nota de prensa de la organización azerbaiyana habla, de hecho, de que para conseguirlo se necesitaron «48 horas de intensa diplomacia». El comunicado de Naciones Unidas suma que se logró a pesar de un «panorama geopolítico incierto y dividido», que podría haber incluso llevado al fracaso.
Si tanta espera y tanta tensión mereció la pena es una pregunta con una respuesta que varía según a quién se le pregunte. Algunos analistas insisten en que ya el mismo hecho de tener acuerdo invita al optimismo y es una buena noticia. Otros ven el vaso mucho menos lleno, porque la presidencia azerbaiyana no ha logrado más que mínimos. Las organizaciones ecologistas lo ven como un fracaso. WWF habla, por ejemplo, de que es decepcionante e inadecuado.
«La nota de prensa del acuerdo final de la COP29 refleja el pesimismo imperante», apunta Vanesa Castán Broto, catedrática de Urbanismo Climático en la Universidad de Sheffield, en declaraciones para SMC España. «Dice que el acuerdo alcanzado “desafía expectativas”, lo que es absolutamente correcto porque se ha alcanzado bajo la amenaza de colapso», suma. Esto ocurrió a pesar de que, como recuerda Bronwyn Hayward, catedrática de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Canterbury (Nueva Zelanda), también para SMC, estas aspiraciones eran «bajas desde el principio». «Dado que esta reunión se celebraba en un estado petrolero con la presencia de unos 1.773 grupos de presión de combustibles fósiles, gran parte de la preocupación se centraba simplemente en proteger las concesiones previas que tanto había costado conseguir», añade.
Las semanas de trabajo han estado marcadas por la tensión, como la que añadieron al encuentro los resultados de las elecciones en Estados Unidos o que Argentina retirase a su delegación, y también por la constatación de los efectos que el cambio climático está teniendo ya en el día a día. «Este año ha sido brutal; un año abrasado por temperaturas récord y marcado por el desastre climático, todo ello mientras las emisiones siguen aumentando», asegura en la nota de cierre António Guterres, secretario general de la ONU. Pedro Sánchez, el presidente español, participó en las primeras jornadas y recordó los vínculos de la DANA de Valencia con el cambio climático.
Lo que estaba en juego era muy importante, parecían repetir las voces que llegaban desde Bakú. Guterres reconoce en la valoración final que se esperaba algo más ambicioso. Sin embargo, suma: «Un acuerdo en la COP29 era absolutamente esencial para mantener vivo el límite de 1,5 grados. Y los países han cumplido».
Pero ¿qué se ha cerrado en Bakú?
Una cifra elevada, pero por debajo de lo deseado
El dinero era el gran tema de la COP29. Era el objetivo que marcaba la agenda de la organización, que hablaba de la «COP financiera». A primera vista, la cifra cerrada es elevada y positiva, pero cuando se va a la letra pequeña las cosas varían un poco.
En crudo, el Objetivo Financiero de Bakú marca en 1,3 billones de dólares lo que se deberá movilizar de aquí a 2035. Será el dinero que tendrán que poner sobre la mesa los países desarrollados a un ritmo de 300.000 millones de dólares al año. Esta cifra es superior a los 100.000 millones de dólares anuales que venían de la cumbre que se celebró en Copenhague en 2009. «El Objetivo Financiero de Bakú representa el mejor acuerdo posible que podíamos alcanzar», asegura el presidente de la COP29 Mukhtar Babayev.
El Objetivo Financiero de Bakú marca en 1,3 billones de dólares lo que se deberá movilizar de aquí a 2035
Aun así, esta cantidad está muy lejos de las previsiones que manejaban parte de los participantes. Algunas estimaciones apuntan que los países en vías de desarrollo partían de un objetivo de 1,3 billones de dólares al año, porque es la cifra que necesitan para hacer una transición verde y asegurar que se cumplirán los objetivos de freno del calentamiento global. De hecho, estos estados han visto el acuerdo final –y esto lo recoge la propia ONU – como un «insulto».
La brecha entre países se agranda
De ahí que, al final, casi se puede ver cómo la separación entre unos y otros en la mesa de negociaciones se va haciendo más amplia. Como ya había ocurrido ante el acuerdo de la COP28, los representantes de los países del Sur global ven las líneas fijadas de una manera muy pesimista.
«Esta COP ha demostrado cómo los países desarrollados quieren eludir sus responsabilidades en materia de financiación de la lucha contra el cambio climático para con los países vulnerables», asegura Rohey John-Manjang, ministro de Medio Ambiente, Cambio Climático y Recursos Naturales de Gambia, al Global Strategic Communications Council (GSCC). Que se haya esperado hasta el último día para dar esta cifra es «triste» y no ha dejado margen para la deliberación. «Vinimos de buena fe, con la seguridad de nuestras comunidades y el bienestar del mundo en el corazón», suma Tina Stege, enviada climática de las Islas Marshall, también a GSCC. «Sin embargo, hemos visto lo peor del oportunismo político», señala. Stege cree que no es suficiente dinero. Con todo, considera que es un comienzo.
El delegado indio Chandni Raina define el acuerdo como «nada más que una ilusión óptica», como recoge Reuters, una que no está a la altura del reto.
Quién paga y cómo se paga
Además de las cifras, la clave está en saber de dónde sale ese dinero. «El frágil acuerdo tampoco ha resuelto las serias preocupaciones de que los fondos son insuficientes y, si se entregan en forma de préstamos comerciales de alto interés, simplemente atraparán a los países vulnerables en una mayor deuda», analiza para SMC Hayward.
En los comunicados se habla de bancos multilaterales de desarrollo y nuevas formas de financiación. Bakú ha logrado algo que se llevaba resistiendo bastante tiempo, que es el cerrar el acuerdo para establecer las normas del mercado de carbono. Como cuenta en su nota de prensa la ONU, «este mercado facilitará el comercio de créditos de carbono, incentivando a los países para que reduzcan sus emisiones e inviertan en proyectos respetuosos con el clima». Eso sí, todavía falta perfilar bien esas normas.
Lo que no ha cambiado es la lista de quién paga. Detrás de los fondos estarán los países desarrollados. En el término se incluye a Europa, Estados Unidos y Canadá, pero no a China o los países del Golfo Pérsico. Que se ampliase esta lista era, recuerda Reuters, una de las reclamaciones europeas. China es ahora mismo el segundo país que más contamina y las economías de los países del Golfo Pérsico se basan en las millonarias aportaciones de los combustibles fósiles.
El ‘lobby’ saudí, que ya funcionó en la anterior COP, ha seguido actuando en esta para bloquear la mención a ese compromiso en los textos
De hecho, los combustibles fósiles siguen siendo un punto de fricción. Puede que Emiratos Árabes Unidos reconociese en la COP28 la conexión que tienen con el cambio climático y que aceptase la necesidad de hacer una transición energética, pero esto no ha cambiado tanto las cosas en la región. Como desvela The New York Times, el lobby saudí, que ya funcionó en la anterior COP, ha seguido actuando en esta para bloquear la mención a ese compromiso en los textos.
Próxima parada: Belém
La próxima cumbre del clima será en la Amazonía. La COP30 se celebrará en Belém (Brasil) dentro de un año. Los anfitriones quieren que sea la COP del cambio de rumbo. «No podemos posponer hasta Belém la tarea de Bakú. La COP30 será nuestra última oportunidad para evitar una ruptura irreversible del sistema climático», insistía antes del cierre de la COP29 el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Que lo consigan será ya otra cuestión.
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