Biodiversidad

Conservación entre fronteras: reservas marinas móviles para proteger especies migratorias

El mar Mediterráneo es un ejemplo claro de las complejidades y desafíos de la gestión marina en un contexto internacional. La conservación de los océanos a menudo ignora que la vida marina no sigue las fronteras humanas. La gestión dinámica ofrece grandes oportunidades, pero también plantea desafíos importantes.

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06
septiembre
2024

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El océano es fundamental para la salud del planeta. Además, nos brinda beneficios para nuestra salud, economía y bienestar. Sin embargo, las actividades humanas amenazan su biodiversidad, provocando la pérdida de especies marinas. Para hacer frente a este problema, el Tratado Global de los Océanos de las Naciones Unidas busca proteger al menos el 30% del océano para el año 2030.

Las áreas marinas protegidas, como el Parque Nacional Marítimo-Terrestre del Archipiélago de Cabrera en las Islas Baleares, regulan las actividades humanas dentro de sus límites. Dichas áreas están diseñadas para proteger hábitats vulnerables y especies que pasan una parte importante de su vida en ellas.

Sin embargo, la mayoría de estas áreas protegidas ofrecen poca protección a especies que migran largas distancias, como ballenas o tortugas marinas.

Áreas protegidas móviles

En la última década ha surgido un nuevo enfoque para la conservación marina denominado gestión dinámica del océano. Esta estrategia de gestión permite que los límites de las áreas protegidas cambien con el tiempo. En otras palabras, las zonas de protección pueden moverse, adaptándose al comportamiento natural de las especies marinas migratorias.

La gestión dinámica del océano se basa en la combinación de sistemas de observación del océano, como el Sistema de Observación Costero de las Illes Balears (SOCIB) y modelos matemáticos que predicen dónde estarán las especies migradoras.

Al igual que los pronósticos del tiempo, varias herramientas pueden predecir la distribución de las especies marinas

Al igual que los pronósticos del tiempo, varias herramientas pueden predecir la distribución de las especies marinas. Por ejemplo, el programa TurtleWatch ha sido clave para proteger a las tortugas marinas al identificar áreas con mayor riesgo de captura accidental en la pesca de Hawái. Mientras que la herramienta WhaleWatch ha ayudado a establecer un sistema de alerta de colisiones con ballenas en el océano Pacífico.

Navegando entre fronteras

Todos los casos anteriores comparten un elemento común: se han aplicado dentro de aguas de un solo país, donde una única administración se encarga de gestionar la pesca o el tráfico marítimo.

Sin embargo, algunas especies migran largas distancias, como las tortugas marinas, cruzando fronteras nacionales en alta mar. Esto dificulta la coordinación entre varios países.

Este desafío geopolítico es especialmente evidente en el mar Mediterráneo, cuna de antiguas civilizaciones, donde convergen las fronteras marítimas de 23 países, 14 de ellos de la Unión Europea. En esta región, varios países tienen control y derechos sobre aguas que son esenciales para la alimentación y cría de muchas especies marinas.

Para abordar el reto de la coordinación entre países, un equipo internacional de investigadores hemos creado un novedoso sistema que ayuda a identificar a los países y actores clave que participarían en la gestión de áreas protegidas móviles. Este sistema se ha desarrollado para dos especies que surcan las aguas del Mediterráneo occidental: el rorcual común y el atún rojo.

El rorcual común, vulnerable al tráfico marítimo, se desplaza entre zonas de alimentación del Mediterráneo y el Atlántico. El atún rojo, muy valorado por la pesca, entra desde el Atlántico para desovar en el Mediterráneo occidental entre mayo y agosto. Los movimientos de ambas especies, guiados por las condiciones ambientales, hacen que sus hábitats críticos cambien de lugar con las estaciones, atravesando las aguas de varios países.

Actores clave en la gestión marina

En la gestión dinámica del océano es crucial identificar a los diferentes actores clave. Estos incluyen, entre otros, a pescadores, navieras, ecologistas, la comunidad científica y las administraciones que gestionan nuestros mares.

Los actores, en particular los gestores, pueden variar según el tipo de aguas jurisdiccionales. Por ejemplo, en España, las comunidades autónomas gestionan la pesca en aguas interiores, mientras que el Estado se encarga de las aguas exteriores. Esta estructura se complica cuando se trata de áreas que cruzan múltiples fronteras, ya que cada país tiene sus propias reglas.

En la gestión dinámica del océano es crucial identificar a los diferentes actores clave

Para abordar este desafío, el sistema desarrollado identifica a los actores clave en cada localización al analizar qué partes de las reservas móviles se superponen con las aguas controladas por diferentes países y qué entidades son responsables de su gestión según sus propias regulaciones. Esto facilita la participación de todos los agentes implicados en la toma de decisiones.

Perspectivas futuras y cooperación internacional

El mar Mediterráneo es un ejemplo claro de las complejidades y desafíos de la gestión marina en un contexto internacional. La conservación de los océanos a menudo ignora que la vida marina no sigue las fronteras humanas. La gestión dinámica ofrece grandes oportunidades, pero también plantea desafíos importantes.

El proyecto IOS4DOM, liderado por el Spatial Marine Lab de la Universidad de Valencia, busca avanzar en esta área a través del desarrollo de modelos predictivos de especies marinas y de las presiones humanas a las que se enfrentan.

La cooperación internacional no solo es útil, sino necesaria para proteger la biodiversidad marina de manera efectiva. A medida que seguimos mejorando nuevas estrategias adaptativas y fortalecemos la colaboración entre países, estamos más cerca de asegurar que la vida marina en el Mediterráneo, y en otras áreas, se conserve para las generaciones futuras.


David March es investigador distinguido en el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, Universitat de València y Federico Fabbri, PhD Student, Aix-Marseille Université (AMU). Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.The Conversation

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