Sociedad

¿Triunfan más los altos?

Apuntar alto, estar a la altura, caer bajo, tocar fondo… Históricamente, la altura ha estado relacionada tanto con la virtud como con el defecto. ¿Qué dice la ciencia?

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31
julio
2024

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Apuntar alto, estar a la altura, caer bajo, tocar fondo… La connotación es clara, la altura ha ido siempre acompañada de su respectiva virtud o defecto. En los sistemas sociales hablamos de la alta sociedad y las clases bajas. En la religión cristiana se sube al cielo o se desciende al infierno. Asimismo, la estatura prominente ha sido una cualidad anhelada por muchos. Ya en la antigua Grecia, los actores utilizaban coturnos, unas sandalias con plataforma para aparentar mayor estatura y causar mayor impresión entre el público. Más adelante, este calzado se comenzó a utilizar en el día a día y formó parte incluso del atuendo de gala reglamentario de los emperadores bizantinos.

Asociándose también con la belleza o el poder, los zapatos de tacón de diversas índoles se han utilizado en una amplia variedad de culturas. En Asia se han utilizado, por ejemplo, los geta (para hombres) y los okobo (para mujeres). Se trataba de chanclas con plataforma utilizadas para alejar a sus usuarios de las impurezas del suelo. En España, por su lado, encontramos los chapines, un tipo de chancla con suela de corcho que usaban las mujeres, invento que ha sido considerado el precursor de los tacones modernos.

El 80% de la estatura de una persona está determinada por su genética

Existen excepciones que confirman la regla, momentos históricos donde ser demasiado alto podía desacreditar o perjudicar a la persona, como en el período Edo en Japón, en el que ser alto podía considerarse una desventaja social. En esa época, la altura era menos común en Japón en comparación con otras partes del mundo, y aquellos que destacaban por su estatura podían ser objeto de burlas o discriminación. Sin embargo, durante siglos, los altos han gozado de un privilegio deseado por muchos. Por su parte, la baja estatura ha estado acompañada de la impotencia ante una característica que no está en la mano de quien la padece cambiarla.

No obstante, los intentos del ser humano de cambiar este mandato de la naturaleza han sido diversos: operaciones de elongación ósea, cambios en la hormona de crecimiento o la utilización de vitaminas y aceites durante la infancia para propiciar un mayor crecimiento en la adolescencia. Estos métodos, unos más fiables que otros, son prueba de que la altura siempre ha atraído al ser humano.

Investigaciones sobre la estatura

Diversos estudios han ahondado en el origen y los beneficios de ser más altos. Los científicos sugieren que aproximadamente el 80% de la estatura de una persona está determinada por variaciones en su secuencia de ADN heredada, es decir, por su genética. Sin embargo, aún se desconoce en gran medida qué genes específicos contienen estas variaciones y cómo afectan exactamente a la altura. Dado que la que la altura es influenciada por múltiples variantes genéticas, resulta difícil predecir con precisión cuál será la estatura de una persona en la edad adulta.

¿Y qué ocurre con el 20% restante? Ese porcentaje está determinado por factores relacionados con las condiciones de vida, como la nutrición de la madre durante el embarazo, su historial de tabaquismo o exposición a sustancias perjudiciales y el entorno en el que se cría el niño (natural o urbanizado). En definitiva, es probable que un niño que recibe una alimentación adecuada, goce de buena salud y tenga un estilo de vida activo, alcance una estatura adulta mayor que aquel que tiene menos recursos o carece de atención médica adecuada. En este sentido, los estudios parecen indicar que hasta un 20% de la altura podría estar determinada por factores socioeconómicos.

Por cada 3 centímetros extra de altura, los ingresos aumentan entre un 1,4 y un 2,9%, según la Universidad de Princeton

Pero ser bajo también podría poder tener ciertas ventajas. El neurocientífico Juan Fueyo, en su libro Cuando el mundo se detiene: Cáncer del mito a la esperanza, afirma que una persona alta tiene mayor riesgo de padecer cáncer (hasta un 10% más de riesgo con cada diez centímetros de diferencia en la estatura). Además, un estudio realizado en 1992 por Thomas T. Samaras, que relaciona la altura y el peso con la esperanza de vida, concluye que los hombres con una altura mayor a 1,75 metros viven un promedio de casi 5 años menos que los que cuentan con una altura inferior. De igual manera, los hombres de menos de 1,70 metros viven 7,46 años más que aquellos que miden más de 1,82 metros.

Sin embargo, la gente alta también tiene una hilera de estudios que la favorecen. Diversos estudios indican que las personas altas tienen más éxito en el transcurso de su vida. Esto se mide en el éxito en la seducción del sexo opuesto (sobre todo en hombres) y en el éxito laboral (sobre todo en dinero). Según una investigación de la Universidad de Groningen, la satisfacción dentro de la relación está íntimamente ligada a la altura. De media, entre las mujeres, el punto de mayor satisfacción en la relación se da cuando su pareja es 21 centímetros más alta que ellas. Por el contrario, para los hombres este punto está en una pareja 8 centímetros más baja. En el ámbito financiero, un cálculo realizado por la Universidad de Princeton establece que, de media, por cada 3 centímetros de altura se gana entre un 1,4 y un 2,9% más.

En definitiva, parece razonable afirmar que las personas con mayor potencial romántico y laboral van a tener niveles de satisfacción más altos. De acuerdo con el National Bureau of Economic Research, las mujeres que miden más de 1,62 metros y los hombres que miden más de 1,78 metros muestran mayores niveles de felicidad, se sienten mejor con sus vidas y son más exitosos.

 

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