Cambio Climático
Preparados para contener el desastre
El Centro de Ayuda para Desastres Naturales abierto en Alemania permite enviar paquetes de asistencia a cualquier país de Europa en 72 horas.
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Esta primavera parece que el clima está dando tregua: una chaqueta no sobra por las noches y los campos se ven verdes gracias a la lluvia. Nada que ver con la asfixiante sequía que hace un año mantenía en vilo a la península y a la que siguió un verano con temperaturas récord. Sin embargo, las predicciones meteorológicas advierten que, pese a tener una primavera fresca, el verano podría volver a disparar los termómetros. Llegue o no a suceder, lo cierto es que los datos históricos apuntan una tendencia clara: el clima de España se calienta. Y, con este acelerado cambio, serán cada vez más comunes incendios como el vivido el agosto pasado en Tenerife, uno de los peores de su historia y catalogado dentro los llamados «incendios de sexta generación». Tras este aumento de fenómenos extremos se encuentra, según el consenso científico global, el cambio climático. Y no solo se trata de incendios ni solo de España; huracanes, olas de calor o inundaciones como la que empiezan a sufrir en el centro de Europa serán cada vez más comunes y tendrán mayor intensidad.
Así, hacer frente al cambio climático recortando las emisiones en línea con los objetivos del Acuerdo de París resulta esencial, pero no solo: el clima ya ha empezado a cambiar y es necesario adaptarnos para prevenir los fenómenos extremos en la medida de los posible y, en especial, para minimizar sus consecuencias. «Europa es uno de los continentes que se calientan más rápido. Va a haber más incendios, inundaciones… Nos estamos preparando para eso», explica Bettina Stix, responsable global del equipo de Ayuda para Desastres Naturales de Amazon. La compañía ha inaugurado recientemente un Centro de Ayuda para Desastres Naturales en Europa en Rheinberg (Alemania) precisamente para tratar de ayudar a contener las consecuencias de los desastres naturales que vendrán.
Una cuestión de tiempo
Los paquetes de ayuda del centro logístico de Amazon pueden llegar al lugar del desastre en 72 horas
La compañía ya cuenta con varios centros de este estilo en otras regiones y, tras haber ayudado en más de 145 desastres naturales en todo el mundo desde 2017 donando más de 24 millones de artículos, abrir el hub en el corazón de Europa era esencial para su equipo. El centro de Rheinberg, con 2.000 metros cuadrados de superficie, almacenará más de 1000 palés con artículos de ayuda suficiente como para llenar 20 aviones comerciales. Entre ellos se encuentran suministros de refugio (como carpas, mantas, literas, esterillas o sacos de dormir), kits de higiene (como jabón o cepillos y pasta dental) y artículos de limpieza (como guantes de trabajo o botas). Artículos esenciales en la mayoría de fenómenos extremos. Como explica Stix, más del 80% de los artículos que se necesitan se repiten en cada desastre natural.
Pero, ¿en qué puede ayudar tener en Alemania almacenados cientos de palés con material esencial para cubrir emergencias en Europa, Oriente Medio y el Norte de África? La respuesta se encuentra en el tiempo. «Hacerlo justo cuando sucede es crucial. Cuanto menos tiempo necesites para brindar ayuda, menos tardarán las comunidades en recuperarse», indica la responsable de Amazon. «Antes antes todo lo hacíamos manualmente y se necesitaban semanas para que un avión volara y entregara ayuda. Nos frustraba que llevara tanto tiempo», lamenta. Ahora, con la centralización organizada de productos esenciales listos para ser enviados, tardan menos de 72 horas.
Entender (y escuchar) el terreno
Además de este 80% de productos esenciales, la compañía también facilita a sus clientes la posibilidad de donar materiales y enviarlos a los lugares de destino siempre que alguna de las entidades con las que colaboran, como Cruz Roja, Save the Children o la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), lo solicite. De hecho, estas organizaciones son siempre las responsables de activar los procesos de ayuda de la compañía pues, como reitera Stix, es importante enviar solo lo que soliciten quienes están sobre el terreno desde el primer minuto para facilitar (y no entorpecer) su trabajo.
«Cuando ocurre un desastre tenemos nuestra propia estructura para ofrecer bienes y materiales de ayuda a la gente. Este material está descentralizado y repartido a nivel distrito, pero no en grandes cantidades. En la primera ola podemos cubrirnos con nuestro material, después llamamos a nuestros compañeros de Amazon para la segunda y la tercera», explica Gerald Czech, representante de la Cruz Roja austríaca, celebrando el modelo de colaboración con la compañía. Y añade: «con las listas estandarizadas que tenemos con ellos es mucho más fácil, podemos decir: necesito la lista A, la B, la C o la H. Y en 72 horas llegan a Austria».
Tecnología en la nube para evitar la tormenta
Más allá del material, hay un aspecto hoy esencial para coordinar y gestionar la respuesta a los desastres: las tecnologías digitales. Como explica el representante de Cruz Roja, tras los primeros momentos se torna esencial tener apoyo digital en los puestos de control con imágenes, datos y todo tipo de información. «Para la planificación estratégica y táctica de estos puestos necesitan imágenes que ayuden a prevenir qué va a pasar en las próximas 24, 48 o 72 horas», apunta. «Cualquier desastre necesita ayuda digital de alguna forma», asegura Maurice Ramsey, gerente senior de Asuntos Humanitarios y Respuesta a Desastres de Amazon Web Services (AWS).
El ordenador Snowball permite montar un centro de control improvisado en cualquier descampado o incluso desde el maletero de una camioneta
En muchas ocasiones, tras una inundación o un corrimiento de tierras se pierde la conexión eléctrica, pero también la digital, lo que dificulta desde las comunicaciones entre los afectados hasta la respuesta humanitaria. En estos casos, y cuando las ONG lo solicitan, la división de Ramsey es capaz de llevar internet allá donde es necesario. Además, gracias a un superordenador portátil llamado Snowball, que funciona incluso sin conexión a la red, también pueden montar un centro de control improvisado desde el que procesar grandes cantidades de datos o coordinar el vuelo de drones auxiliares, todo ello «en cualquier descampado o incluso desde el maletero de una camioneta», destaca Ramsey, y pone un ejemplo: «en los corrimientos de tierra que hubo en Brasil en 2020 pudimos elaborar un modelo tridimensional que ayudó a los primeros equipos a entender la dimensión de la devastación y de qué forma había sucedido».
Las posibilidades de esta tecnología, que el responsable del departamento describe como «un pequeño pedazo de la nube de Amazon», pueden adaptarse a cada caso. Incluso pueden ayudar a los equipos humanitarios a anticiparse al desastre, por ejemplo, en incendios. «La recolección de imágenes nos ha permitido no solo identificar el terreno quemado, sino también zonas que podían potencialmente quemarse. Usamos esa información para tratar de predecir cómo van a ir evolucionando los incendios», explica. Hasta pueden monitorizar a los vecinos voluntarios, que en ocasiones se dispersan por los bosques, para garantizar su seguridad.
«Tenemos sensores de terremotos, de detección de incendios… se pueden usar muchas tecnologías en espacios susceptibles de sufrir un desastre. Después usamos la nube para procesar toda esa información y notificar del riesgo», describe sobre las incipientes iniciativas para tratar de anticiparse a catástrofes en zonas de alto riesgo. A fin de cuentas, pese a que no podamos evitar que sigan sucediendo desastres naturales, pero poner todas las herramientas a disposición de la prevención sí puede evitar muchas de las consecuencias humanitarias y facilitar la recuperación de las comunidades afectadas.
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