Pensamiento

Séneca, según Javier Gomá

El filósofo español Javier Gomá ofrece una rica mirada sobre Séneca, el estoicismo romano y la aplicación de los ecos de esta doctrina en la vida moderna, en boga en nuestros días.

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25
abril
2024

El estoico Lucio Anneo Séneca exploró multitud de cuestiones vitales en su pensamiento filosófico. La muerte, el ejercicio de la virtud, la amistad, la condición pasajera de la juventud o la necesidad humana por alcanzar la sabiduría son algunos de los temas que han llegado hasta nosotros, sorteando la caída de imperios, las guerras y el paso de los siglos. Así lo atestigua el legado de sus principales obras conservadas, las Cartas a Lucilio, Consolaciones y Diálogos.

El filósofo Javier Gomá, director de la Fundación Juan March, ha dedicado sendas conferencias, artículos y parte de su obra al pensador de Córdoba, quien nos recuerda, en un tiempo donde la búsqueda de la felicidad es conducida hacia un empacho de deseo, que depende de cómo asumamos los acontecimientos que rigen un cosmos determinado y guiado por el logos.

La polimatía de Séneca puede llegar a sorprender en nuestros tiempos, cuando los saberes se han fraccionado en busca de una hiperespecialización de los conocimientos y funciones. Como recordó Javier Gomá en una conferencia, Séneca fue un «orador y político brillante», hombre de negocios, teórico de gran influencia en la forma y organización de la Roma de su tiempo. Y, de forma opuesta a su Hércules furioso, la tragedia acompañó el final de sus días: según el historiador romano Tácito, su discípulo Nerón aprovechó una conjura fracasada para condenarlo a muerte. El filósofo, aplicando los principios estoicos que defendía, se cortó las venas. Viendo que la muerte no le llegaba salvo oculta bajo sendos sufrimientos pidió tomar cicuta, como Sócrates. Para mayor chanza del destino, el veneno no le hizo suficiente efecto por la hemorragia, por lo que murió lentamente, desangrado y asfixiado en un baño caliente que solicitó tomar. Sus hermanos y su sobrino Lucano, temiendo la ira del emperador, también se suicidaron.

Javier Gomá: «El éxito actual del estoicismo tiene que ver con el malestar del individuo»

En palabras de Gomá, Séneca «formuló una teoría legitimadora de la concentración del poder absoluto en una sola persona». Pero no era un interés totalitario el que persiguió el estoico, sino lo contrario: un sistema que permitiese una «voluntaria limitación del poder». Predicaba la pobreza de espíritu. Una idea de desprendimiento fundamentada sobre la aceptación de que todo lo que sucede posee un sentido dentro del orden de un cosmos determinado por el logos y de cuyo engranaje formamos parte.

Sin embargo, Séneca sigue siendo señalado por ciertos eruditos como un pensador hipócrita: mientras defendía el menosprecio de la política y la riqueza, acumulaba riqueza y poder. «El estoico suele contestar a esa crítica –Séneca lo hace– con el argumento de que el sabio perfecto no existe o es muy raro», recuerda Gomá. «Fue el hombre más poderoso y rico de su tiempo», subraya, «cuando dejó el poder y renunció a algunas de sus propiedades, Séneca no sufrió, sino, al contrario, durante los últimos cinco años de su vida compuso su obra maestra, las Cartas a Lucilio».

«El éxito actual del estoicismo tiene que ver con el malestar del individuo y la huida a nuevas formas de colectivismo o de totalitarismo –político o empresarial– en las que el “yo” deja de existir», sostiene Gomá. Y añade: «El estoicismo es un colectivismo premoderno». Es decir, no puede tomarse el pensamiento estoico como un manual de autoayuda o de autoconsuelo, pero bien estudiado y comprendido en su contexto puede servir de guía para encauzar la dilución del individuo en ciertas estructuras y circunstancias de la sociedad actual.

Homo res sacra hominis o «el hombre es algo sagrado para el hombre». Esta fue la gran innovación del romano para la escuela estoica. La naturaleza humana adquiere en Séneca un espacio preponderante dentro de la totalidad. Y, de igual manera, aspectos humanos como la amistad, la esperanza o la dignidad. Además, se trató de un filósofo bastante considerado con el sexo femenino, en comparación con sus semejantes estoicos: «[Séneca] asume una diferencia cualitativa entre el hombre y la mujer, la propia de su tiempo. En cambio, en la vida, como marido, Séneca describe a su mujer con los adjetivos más favorables, agradece las atenciones que recibe de ella, la respeta y la trata con enorme dulzura», afirma Gomá.

La esperanza, como sostuvo el sabio romano, nunca ha de perderse. Incluso cuando el alma emprende su camino hacia la totalidad, en su atributo inmortal. En la pervivencia, también, del pensamiento de uno de los filósofos más influyentes de la Historia.

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