Siglo XXI

«El yo es quizá la construcción más elaborada del cerebro»

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06
marzo
2024

Que a veces la realidad supera la ficción es una frase manida. Pero lo cierto es que hoy, al menos en lo que respecta a los estudios del cerebro, la realidad está materializando –e incluso a veces superando– la ciencia ficción. En ‘Cosas que nunca creeríais’ (Debate, 2024), el físico y neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga echa mano de ‘Blade Runner’, ‘Matrix’, ‘Inception’ y ‘2001: Odisea del espacio’, entre otros clásicos de la ciencia ficción, para explicar cómo ha avanzando la neurociencia y reflexionar sobre las cuestiones más trascendentales de la esencia humana. Desde su oficina en Barcelona, hablamos con él sobre la inteligencia general, el miedo a la muerte, la conciencia y el olvido.


Neurociencia, ciencia ficción y filosofía: Cosas que nunca creeríais plantea ese trinomio en el que además se incluye la literatura, a Borges y a García Márquez, entre otros, demostrando que son ámbitos que están mucho más relacionados de lo que podría pensarse.

Yo lo pongo como una crítica: me critico a mí, a mis colegas, de que a veces no nos abrimos y no vemos que hay gente mucho más brillante que nosotros que estuvo planteándose las mismas preguntas que nos planteamos en el laboratorio. Cuando yo estudio la memoria, por ejemplo, qué hacen las neuronas, cómo es el proceso, la filosofía tiene mucho para aportarme, porque estas preguntas ya se las hacía Aristóteles. Hace unos años hice un descubrimiento de un tipo de neuronas que no había visto nadie: si yo no hubiera leído el cuento «Funes el memorioso» estaría muy limitado explicando lo que encontré. Borges me abre todo el panorama de la significancia que tiene lo que descubrí. Entonces, la pregunta que estoy contestando deja de ser técnica de neurociencia, pasa a ser una pregunta fundamental. Yo no estoy contestando ahora cómo es el proceso neuronal de formación de una memoria, estoy contestando qué nos hace humanos. Ese cambio, esa perspectiva a mí me la dan la literatura, la filosofía, el arte, salirme de mi traje de científico.

Hablando de «Funes el memorioso», el olvido es fundamental para los seres humanos. ¿Por qué estamos tan obsesionados con la memoria, con no olvidar nada, si justamente es el olvido lo que nos ayuda a ser creativos?

Si vos vas y le preguntás a la gente «¿te gustaría tener mucha más memoria?», te dicen todos que sí. Eso viene desde siempre, desde que vamos a la escuela. Yo doy charlas y si te cito a Borges de memoria el auditorio se va diciendo «wow, es un genio». No soy un genio. Si yo dije tres pavadas, me aprendí de memoria un par de cositas, no soy inteligente, soy memorioso. Es muy distinto. Desde la escuela hasta la universidad nos enseñan a estudiar de memoria y nuestro rendimiento está muchas veces ligado a la capacidad de memoria: te tenés que acordar del nombre de todos los ríos de Sudamérica, de todas las batallas de independencia, de todas las fechas, pero ¿para qué? Deberíamos ser más selectivos con la información, hacer relaciones, poner las cosas en contexto. No estudiés cien hechos, quedate con 10, pero tratá de entenderlos bien. Cuando haces ese proceso, estás dejando de lado un montón de información. Entonces yo de ahí rescato lo que decía Borges: el olvido es la característica esencial de la inteligencia. En vez de estar repitiendo de memoria cien hechos –que es lo que hace una computadora– te quedaste con unos pocos y los podés entender, elaborar. Yo creo que esa es la característica esencial de la inteligencia humana.

«El olvido es la característica clave de la memoria humana»

Las máquinas están entrenadas con miles de millones de datos, pero no tienen inteligencia general; no pueden abstraer ni hacer transferencia de conocimiento. ¿En algún momento podrían tener inteligencia general?

No hay ninguna limitación científica por la cual una máquina no pueda terminar comportándose igual que un cerebro humano. No hay ninguna evidencia de que las neuronas y circuitos a base de carbono sean distintos de lo que podés hacer con silicio, lo que hacés para transistores. Si en principio replicás en una máquina el comportamiento del cerebro humano, no hay motivo por el cual la máquina en algún momento no lo pueda hacer, incluso estar consciente de su propia existencia. Y ahí entrás en la ciencia ficción. Habiéndote dicho eso, yo creo que todavía estamos muy lejos. Hay un motivo fundamental que nos viene trabando y que no nos damos cuenta: si vos a tu computadora le pedís hacer cosas y se equivoca, la tirás. Si le pedís a tu teléfono que te guarde las citas y te cambia la fecha, la hora, no te sirve. El olvido es la característica clave de la memoria humana. Pero vos no querés que una computadora se olvide. Se está desarrollando una tecnología para hacer algo que es radicalmente distinto al funcionamiento del cerebro humano.

La «teoría de la mente» es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Pensando en la conciencia animal o en la eventual conciencia de las máquinas, ¿sería la empatía algo inherentemente humano?

No, no es humano. Hay experimentos que muestran que un chimpancé puede ponerse en el lugar del otro y actuar en consecuencia. Si las máquinas tuvieran inteligencia general, eso permitiría que tuvieran empatía. Lo que pasa es que están mucho menos desarrolladas, no tienen conciencia de sí mismas. Entonces si vos no tenés conciencia de vos mismo es muy difícil que te pongás en el lugar del otro porque no tenés ni tu propio lugar. No sabes ni que vos existís.

¿Y qué sería el sentido común?

Yo creo que es la capacidad de hacer inferencias y analogías que a veces son inconscientes. O sea, vos no te das cuenta por qué pero hay algo que dice «no, yo esto no lo voy a hacer» y capaz que si vos pudieras ponerte a ver explícitamente tu cerebro es porque te pasó una situación similar y estás haciendo una analogía. Esa relación no es necesariamente consciente.

Últimamente se ha hablado mucho de Telepathy, de Neuralink. ¿Qué desafíos –o incluso peligros– plantea el avance exponencial de la inteligencia artificial y las investigaciones en neurociencia?

Sobre Neuralink te digo lo mismo que sobre cualquier laboratorio. Yo hago experimentos en humanos que a veces alguno parece de ciencia ficción, pero yo para hacer ese experimento te voy a escribir un protocolo ético bien detallado sobre lo que voy a hacer y el paciente va a saber exactamente lo que se está haciendo, tiene que dar su consentimiento. Y siempre un protocolo ético conlleva que si vos haces algo invasivo –por ejemplo, poner electrodos adentro del cerebro– lo hacés por un motivo muy claro: tratar de curar al paciente. Por más que sea Elon Musk, nunca va a poder hacer un experimento –al menos en la sociedad occidental– sin pasar un protocolo ético. En ese aspecto yo confío en que el sistema no va a dejar hacer cosas que pongan en riesgo a una persona con un motivo injustificado. En cuanto a los avances en general de IA, del riesgo de un escenario tipo Terminator de que una supercomputadora despierte y decida largar misiles, yo creo que el chance de eso es cero, comparado con el chance de que un loquito que está en Corea del Norte un día se levante con los cables cruzados y le mande un tuit a Trump y Trump le responda y aprieten un botón y sonamos. Para entrar en guerra con el humano la computadora necesita ser consciente de su propia existencia. Pero no tienen inteligencia general: la computadora que te juega al ajedrez no te escribe un texto. Yo como científico lo veo con mucha curiosidad; me encanta ver lo que está pasando, pero hasta el día de hoy nunca me planteo que sea algo peligroso.

«A partir del momento que sos consciente de un yo, de que existís como persona, tenés miedo a la muerte»

No hemos ahondado aún en las «neuronas de Jennifer Aniston». Ser capaces de conceptualizar, generalizar y extraer conocimiento es lo que nos diferencia de los animales y las máquinas. ¿Cómo funcionan estas neuronas? ¿Sirven también para conceptualizar algo tan abstracto como el miedo a la muerte?

Yo hago experimentos en pacientes con epilepsia: es tratar de ver dónde está el foco epiléptico para removerlo quirúrgicamente y curar al paciente. Esta intervención tiene unos chances de éxito relativamente altos. Al poner los electrodos, a mí me permite registrar neuronas. Entonces les muestro fotos y veo cómo las neuronas que yo registro me responden a las fotos que estoy mostrando. Y encontré una que me respondía a fotos de Jennifer Aniston y a ninguna otra cosa. Entonces, bueno, quedó la «neurona de Jennifer Aniston» porque era muy sorprendente, las fotos eran todas distintas. En experimentos posteriores mostré que estas neuronas también respondían al nombre de la persona. Quiere decir que es un nivel de abstracción muy alto, porque va más allá de los detalles de un estímulo: es el significado. No se han podido encontrar en otras especies, no existen en monos ni en ratas; a día de hoy son exclusivas de los humanos. Yo apuesto que nunca nadie las va a encontrar en ningún otro animal, creo que se han desarrollado solo en los humanos y que es una de las características esenciales de nuestra inteligencia. Porque nos permiten pensar sobre conceptos, hacer asociaciones, abstraer y pensar sobre pensamientos (la metacognición). Ahora, cuando vos me decís conceptos más abstractos, como la muerte, están codificados en otra área del cerebro, no en el hipocampo. Probablemente sí haya neuronas que respondan explícitamente a este tipo de abstracciones, pero hasta el día de hoy no lo sabemos.

Porque el miedo a la muerte también es parte de lo que nos hace humanos…

Yo no creo que sea exclusivamente humano. Yo creo que viene a partir de la conciencia de tu propia existencia. A partir del momento que sos consciente de un yo, de que existís como persona, tenés miedo a la muerte. Eso ya te da una ventaja evolutiva. Pero los simios superiores también tienen conciencia.

En el libro se plantea la conciencia desde el materialismo: afirmas que la mente no es algo separado del cerebro sino que son lo mismo. Si la conciencia es solamente actividad neuronal, entonces, ¿qué es el yo?

También es actividad neuronal. El yo viene dado por el cerebro y, si querés, la interacción con el cuerpo. Lo que determina que este brazo es mío es que responde a como yo espero que responda. Yo tengo una sensación de que lo voy a levantar y lo levanto. Esto viene mucho con el tema de la neuroprostética: a personas con un brazo amputado les pones una prótesis, si el brazo responde en base a lo que la persona quiere que haga el brazo, lo va a empezar a sentir como suyo. El yo, para mí, es una construcción, es quizá la construcción más elaborada del cerebro. Vos estás enfrente mío y que yo te pueda reconocer, me acuerde luego de cómo te ves… tomo información y genero una noción de que sos vos. Y así como la genero de vos, la genero de mí mismo. Tengo memorias de mí mismo, me acuerdo de ciertas cosas, las uno, y eso es lo que me constituye. Pero es también una construcción, no es nada místico o mágico.

«Me cuesta pensar en cosas relacionadas con la neurociencia que no se puedan hacer en cinco años»

Hablando de eso, ¿por qué le gusta tanto al cerebro la magia?

[El ilusionista Juan] Tamariz dice que la magia te tiene que dejar con una sensación de «no puede ser, la única explicación posible es que es magia». A mí como neurocientífico me interesa mucho la magia porque los magos usan un principio que para mí es clave del funcionamiento del cerebro: procesa muy poca información, entonces ahí ya tenés un olvido enorme, estás dejando de lado un montón de detalles que nunca vas a recordar porque ni siquiera los estás procesando, entonces haces una construcción en base a inferencias. Lo que hacen los magos es que te quiebran las inferencias, las usan para confundirte.

Hoy la ciencia ficción es anticipación para los próximos cinco minutos. Incluso ya no se está hablando solo de literatura especulativa, sino de literatura prospectiva. Como neurocientífico, ¿crees que el futuro es necesariamente distópico o queda espacio para la utopía?

El otro día me preguntaban qué es hoy ciencia ficción pero que en un futuro se podría hacer y me cuesta, porque veo que ya casi todo es posible y lo que no es posible es porque tenés una limitación. Por ejemplo, ser inmortal: vos podés poner toda la tecnología del universo y crear un clon igual a vos, pero cuando vos te moriste, te morís, tu clon vivirá, pero ya no sos vos. La muerte es una barrera inevitable. Pero me cuesta pensar en cosas relacionadas con la neurociencia que no se puedan hacer en cinco años. Por eso está tan bueno, porque es como que de repente estás haciendo ciencia ficción.

Justamente, además de varios libros de ensayo, también escribiste una novela de ciencia ficción.

Una de las ventajas que me da la novela es que no tengo por qué tener una opinión, puedo dejar que los personajes evolucionen y que puedan contrastar distintos tipos de ideas. Me encanta que no estoy limitado a la realidad, no necesito ser fehaciente, en la ficción le puedo dar rienda suelta a la imaginación. Y, bueno, en mi caso lo planteo con mis experimentos; descubrí neuronas que son exclusivamente de los humanos y entonces me pregunto: ¿qué pasaría si yo le implanto este tipo de neuronas a un mono?

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