Sociedad
Tinder y los apegos
Conocer mejor el estilo de apego propio y compensarlo hacia un estilo más seguro ayudará a hacer un mejor uso de las aplicaciones de citas.
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A las siete de la tarde, hay salidas de las bocas de metro que parecen hora punta en citas Tinder. A la media hora de conversación, alguno que otro ha tenido que preguntar el nombre para confirmar la equivocación en la cita. Menos mal que al volver al punto de encuentro, allí sigue esperando el elegido. Los detractores de estas aplicaciones comentan que este proceso puede resultar agotador, dejándoles vacíos e inseguros. Igual tiene que ver con que no están diseñadas para producir relaciones duraderas, como explica El Algoritmo del amor de Judith Duportail, pero también resulta crucial cómo se utilizan. Los defensores de las aplicaciones señalan que facilitan el encuentro con otras personas que, de otra manera, no hubieran podido conocer y que pueden convertirse en un instrumento para el autoconocimiento y de entrenamiento para ligar.
Hoy en día nadie se avergüenza al decir que ha conocido a su pareja por estas aplicaciones, pero la irrupción de las mismas ha supuesto un cambio en el proceso de ligar. Los modos y la formas de gestionar los vínculos afectivos que generan tienen características peculiares que pueden interaccionar positiva o negativamente con los tipos de apego de los usuarios.
Por estilos de apego, nos referimos a la forma en que establecemos vínculos afectivos y emocionales, y a los modos individuales de procesar la experiencia. Estos estilos se configuran desde la infancia, como han estudiado los clásicos Bowlby y Ainsworth. Tendemos a repetirlos durante todo el ciclo vital, aunque se puedan flexibilizar y compensar con autoconocimiento y esfuerzo. Es un sistema motivacional que ayuda a aproximarse o evitar a alguien. En la época adulta, el apego orienta a valorar la experiencia de estar con el otro y a si se puede confiar o no en él. La habilidad para amar es donde se desarrolla de forma más intuitiva el estilo de apego aprendido, como explica La nueva ciencia del apego seguro y cómo pude ayudarte a encontrar el amor y conservarlo de Levien y Heller.
Existen tres tipos de apego: el seguro, el ansioso y el evitativo
Existe consenso en categorizar tres tipos de apego: el apego seguro y los dos tipos inseguros: el apego ansioso y/o ambivalente; y el apego evitativo. En los adultos, la variabilidad en la distribución es amplia ya que somos producto de la red de apegos tejidos a lo largo de la vida. El apego desorganizado está más relacionado con la psicopatología, como describe Ignacio Serván en su libro Desorganización del apego. Se caracteriza por la contradicción: tienen miedo al abandono, pero a la vez les cuesta intimar, por lo que tienen dificultades para confiar. Esta tipología no es cerrada, sino que dependerá de la relación específica y del apego que tenga la otra persona. Pueden funcionar diferentes tipos de emparejamientos y es muy frecuente el de estilos de apego opuestos.
En las aplicaciones hay personas con todos los estilos de apego, pero los inseguros las utilizan más. Resulta relevante las diferencias que hacen en el uso y las consecuencias que esto genera. Los que han desarrollado un apego seguro confían más en ellas como instrumento para conocer gente, ya que mantienen un sano equilibro entre la exploración hacia el otro y la seguridad en sí mismos. Pueden hacen un uso ocasional en momentos puntuales de su historia, pero no tienen problemas para darse de baja si establecen un vínculo que les interesa o si comienzan a sentir incoherencia personal con el uso de la aplicación.
Las personas con conducta de apego evitativo tienden a poner mensajes en su perfil del tipo: «No busco nada serio, ya veremos». Por una parte, quieren tener una relación íntima, pero a la vez les resulta difícil. El temor a perder su independencia o el miedo al rechazo puede hacer que se muestren distantes en las interacciones o que construyan relaciones superficiales que no superan un listón de intimidad. Suelen hablar demasiado de gustos, experiencias o trabajos, pero poco de sentimientos. En algunos casos, su uso puede ser compulsivo.
Las personas con apegos ambivalentes o ansiosos buscan relaciones largas, pero tienen problemas de dependencia. Suelen ir deprisa para cubrir sus necesidades de afecto y validación, ya que tienen un mayor miedo a estar solteros. Suelen idealizar la relación al inicio y sufrir cuando no funciona; a veces victimizándose para posteriormente, comenzar de nuevo el ciclo con otra idealización. Se pueden volver hipervigilantes en detectar señales de rechazo por la incertidumbre de las citas en línea.
El funcionamiento reflexivo es la clave de la seguridad del apego
Conocer mejor el estilo de apego propio y compensarlo hacia un estilo más seguro ayudará a hacer un mejor uso de las aplicaciones de citas. El funcionamiento reflexivo es la clave de la seguridad del apego: «Pensar acerca de lo que sentimos y sentir acerca de lo que pensamos». De esta manera, el proceso de interacción con otros miembros de las aplicaciones será menos frustrante y ayudará a tener una mayor compatibilidad con la futura pareja si se produce; aunque no hay que olvidar que el factor suerte o el algoritmo también tenga su influencia en ello.
Definir mejor lo que se busca antes de la utilizarlas y explicarlo en el perfil ayudará a manejar la angustia de la exploración, así como ser conscientes de los límites que se está dispuesto a tolerar. Esto exige para todos los usuarios el cumplimiento de unas reglas y unas responsabilidades afectivas básicas que obliguen a un trato cordial, como se haría en la vida real.
La mayoría de los mortales siguen anhelando un vínculo amoroso seguro. Tinder y las demás aplicaciones no son un medio que garantice de manera autónoma este logro, sino que hay que invertir tiempo en ello y estar preparado para no convertir las relaciones en un bien de consumo.
Patricia Fernández Martín es psicóloga clínica del Hospital Universitario Ramón y Cajal.
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