Sociedad

Mi viaje al otro lado de la realidad

«Mi tarea no debe consistir en cambiar de vida, sino en concurrir en la medida de mis fuerzas y posibilidades a mejorar la situación de los desgraciados», apunta Lev Tolstói en ‘Mi viaje al otro lado de la realidad’ (Errata Naturae, 2023), una obra que inició su trayectoria como intelectual revolucionario.

Artículo

Imagen

Rawpixel
¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
09
enero
2024

Artículo

Imagen

Rawpixel

La vida de las ciudades, que hasta entonces me había parecido extravagante, se me hizo de repente odiosa.

El lujo, que en otro tiempo se me antojaba uno de los goces de la existencia, se convirtió en un tormento para mí. Por más que buscaba dentro de mi alma una razón cualquiera para disculpar nuestra vida, no podía observar mi salón o el de los demás sin irritarme: una mesa suntuosamente servida, un magnífico carruaje, los escaparates de los comercios, los teatros y los casinos. Me era imposible no ver junto a todo esto a los habitantes del asilo de Liapín, atormentados por el hambre, el frío y la vergüenza. Ya no podía alejar de mí la idea de que estas dos realidades se enlazaban y que la una era consecuencia de la otra. En otras palabras: había puesto un pie en el otro lado de la realidad.

Este sentimiento triste y amargo subsistió durante mucho tiempo en mí, sin modificaciones ni mezclas. Pero se agregó después otro, que lo relegó a segundo término.

Cuando hablaba con mis amigos íntimos y con personas conocidas acerca de la sensación que experimenté en el asilo de Liapín, todos me respondían de la misma manera que el primer amigo con quien hablé del particular: aprobaban mi bondad y mi sensibilidad, pero me dejaban entrever que aquel espectáculo terrible sólo había producido en mí tal impresión porque yo era un hombre bueno y virtuoso.

Me creí sus palabras con una extraña sensación de alivio. Y en un instante, el sentimiento de indignación y de remordimiento que antes experimentaba fue reemplazado en mi alma por otro. Estaba satisfecho de mi virtud y deseaba hacer ostentación de ella ante los ojos de los demás. «Sin duda —me decía—, yo y todo el lujo individual del que disfruto no somos los culpables; la culpa es más bien de las inevitables condiciones propias de la vida. Ciertamente, aunque yo cambiase mi forma de vivir, no podría remediar los males que he visto. Si cambiara, no conseguiría otra cosa que hacer desgraciados a mis parientes y hacerme desgraciado a mí mismo, y no por esto serían los demás menos infelices. Así pues, mi tarea no debe consistir en cambiar de vida, sino en concurrir en la medida de mis fuerzas y posibilidades a mejorar la situación de los desgraciados».

Ciertamente, aunque yo cambiase mi forma de vivir, no podría remediar los males que he visto

Al menos una cosa de todo esto parecía cierta: que yo era un hombre bueno y virtuoso, y que deseaba hacer bien a mi prójimo… Me puse, pues, a meditar un plan de beneficencia, mediante el cual dar pruebas de mi virtud. Así veía aún las cosas… Sin embargo, debo decir que al pensar detenidamente en esos proyectos de beneficencia sentía dentro de mí que aquello no era lo que en realidad hacía falta, pero, como suele acontecer muy a menudo, el trabajo de mi pensamiento y el de mi imaginación ahogaban la voz de mi conciencia.

Por aquel entonces se estaba implementando por primera vez el censo en la ciudad de Moscú. Creí que éste podía ser un medio para poner en vías de ejecución mis proyectos humanitarios y demostrar así mi virtud. Conocía muchas instituciones y sociedades benéficas en Moscú, pero su actividad me parecía mal dirigida e inútil para mis aspiraciones. Se me había metido en la cabeza la idea de inspirar a los ricos simpatía por los pobres de la ciudad, recolectar dinero e implicar en este asunto a personas de buena voluntad. La creación del censo poblacional podía aprovecharse para visitar todas las guaridas de la pobreza, averiguar cuáles eran las necesidades de los humildes y socorrerlos con dinero o con trabajo.


Este texto es un fragmento de ‘Mi viaje al otro lado de la realidad’ (Errata Naturae, 2023), de Lev Tolstói. 

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Tolstói y el sentido de la vida

David Lorenzo Cardiel

Tolstói estaba llamado a ser un joven ocioso de la aristocracia, pero su existencia cambió de rumbo por la literatura.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME