Educación

Diez colegios que son diez joyas arquitectónicas

Un recorrido por diez colegios y centros educativos en España ubicados en edificios que son verdaderas maravillas arquitectónicas.

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08
enero
2024

¿Puede un colegio bonito motivar al alumnado a estudiar más y mejor? Posiblemente no, pero acudir a una escuela que sea una maravilla arquitectónica siempre es, cuanto menos, un placer. «¿Tú crees?», comenta sonriendo Sonia M., madre de dos niñas que van al Caldeiro, en Madrid, justo enfrente de la mítica Plaza de Toros de Las Ventas. Según comenta, no tiene claro que la pequeña, de 7 años, sea capaz de apreciar de verdad la belleza de un edificio como ese, aunque diga que le gusta; y la mayor, de 10, no entiende la diferencia entre ir a uno que destaque por su arquitectura de otro que no. «’Mamá, un cole sirve para estudiar, da igual que sea feo, tiene que haber buenos profes’, me dijo el otro día cuando le pregunté», explica Sonia.

Puede ser que las hijas de Sonia sean todavía pequeñas para apreciar la belleza de un edificio y entender, o experimentar, el placer de acudir cada día a clase entre muros arquitectónicamente remarcables. Cuando les pregunto a mis sobrinos de 15 y 16 si creen que es bonito El Pilar de Castelló, donde llevan yendo toda su vida, siguiendo la estela de sus padres y tíos, responden al unísono: «Pues claro». «¡Pero si hasta tenemos peleas con amigos de otros coles para ver cuál lo es más!», aclara divertido el pequeño de ellos.

Sea como fuere, hay colegios más bonitos que otros y algunos verdaderamente impresionantes. Repasamos la geografía española para rescatar diez que son diez joyas arquitectónicas.

Nuestra Señora del Pilar, Madrid

Pese a que hoy se ubica en la callé Castelló, en pleno barrio de Salamanca, su origen se encuentra muy cerca, en la calle Goya: fue ahí donde la Compañía de María decidió en el año 1907 abrir un pequeño colegio. La suerte quiso que cada vez tuviera más alumnos, lo que obligó a las marianistas a trasladarse en 1920 a su actual sede, y eso que su dueña, la duquesa de Sevillano, lo concibió para que fuera destinado a una obra benéfico-social. En la actualidad, este colegio de arquitectura neogótica y modernista, obra del arquitecto Manuel Aníbal Álvarez Amorós, es ya todo un icono de Madrid, además de una de las mayores instituciones escolares, caracterizada por su corte humanista, liberal y cristiano. El famoso colegio del Pilar es hoy un centro concertado para las etapas de Infantil, Primaria y Secundaria, y privado en Bachillerato. De su historia cabe resaltar que, durante la guerra civil, se utilizó como banco de sangre y que entre sus múltiples notorios alumnos se encuentran el poeta Luis Alberto de Cuenca, el cineasta Javier Fesser o el expresidente del Gobierno José María Aznar.

Durante la guerra civil el colegio del Pilar (Madrid) se utilizó como banco de sangre, y la Asunción (San Sebastián) fue una prisión

Colegio Fundación Caldeiro, Madrid

Antes de ser colegio, fue un asilo «para huérfanos, hijos de esta villa», rezaba el anuncio. Fue posible gracias a Manuel Caldeiro, un notario muy importante de la época, también huérfano, que siempre quiso ayudar a estos niños sin padres que vagaban por las calles de Madrid. Antes de morir, en 1894, dejó escrito en su testamento que toda su herencia la dejaba para crear una fundación que atendiese y diera formación a los niños huérfanos de la ciudad. Gracias a él, y bajo las órdenes del arquitecto Cabello Lapiedad, se inició en 1904 la construcción de este colegio –ubicado en la Avenida de los Toreros, enfrente de la Plaza de Toros de Las Ventas–, donde los niños, además de estudiar las clásicas materias escolares, aprendían un oficio. Así fue hasta 1910, cuando los monjes amigonianos se hicieron con la dirección y abrieron las puertas también a chicos que venían de familias con hogar. Hoy, el Caldeiro es un colegio mixto concertado que destaca por su larga fachada, de 100 metros, construida en ladrillo caravista (a la vista), ventanas con arcos góticos, un reloj en el cuerpo principal, que da entrada también a la capilla, y una cruz en lo alto.

Fundación Santamarca, Madrid

Poco antes de su muerte, y viendo que no contaba con herederos, la condesa de Santamarca decidió donar la inmensa fortuna que había heredado de su padre banquero a la construcción de un colegio-asilo para los niños huérfanos y pobres de Madrid. Los planes iniciales apuntaban a que este se ubicaría en el palacete que tenía en la calle Alcalá 70-72, pero el Banco de España terminó comprándolo para llevar a cabo su importante ampliación; así que acabó construyéndose en lo que, por aquella época, eran las afueras de Madrid y que hoy queda enfrente del Parque de Berlín, en pleno distrito de Chamartín. Corría el año 1921 cuando, bajo la dirección del arquitecto Manuel Ortiz de Villajos (autor, entre otros, del Monasterio de Nuestra Señora de las Maravillas, en la calle Príncipe de Vergara, casi esquina con Goya), se ponen en marcha las obras de este edificio que mezcla los estilos neomudéjar y neogótico, muy de moda en la España de finales del XIX y principios del XX (sobre todo el último para arquitectura religiosa). Dividido en tres plantas, y rodeado de dos grandes jardines interiores, destaca el cuerpo principal, que acoge una espectacular capilla decorada con pinturas y esculturas religiosas, donadas por la propia condesa de Santamarca. Además, alberga los monumentos funerarios de sus padres, así como su propia tumba y la de su marido, el duque de Nájera. En la actualidad, Santamarca es un colegio concertado y bilingüe inglés-alemán que pertenece a la Fundación Fusara, una entidad de carácter social cuyo objetivo es la formación de niños y jóvenes.

La idea de abrir un centro de enseñanza dentro del monasterio vino del propio Felipe II, que así lo ejecutó en los planes de construcción

Real Colegio Alfonso XII, San Lorenzo de El Escorial, Madrid

Pocos colegios pueden competir –arquitectónicamente hablando– con este, ubicado en el magnífico Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, construido entre 1563 y 1584 y un ejemplo de la mejor arquitectura renacentista española, que establecerá el denominado estilo herreriano (austero, geométrico y simétrico). La idea de abrir un centro de enseñanza dentro del monasterio vino del propio Felipe II, que así lo ejecutó en los planes de construcción. Lo cierto es que, por aquel entonces, más que un colegio, se trataba de un pequeño seminario que existió bajo la dirección de los monjes jerónimos y duró hasta la desamortización de Mendizábal, que sucedió entre 1836 y 1851. Tuvieron que pasar más de treinta años hasta que en 1885, bajo el mandato de Alfonso XII de Borbón (a quien le debe su nombre), llegase el padre Antonio María Claret y volviese a abrir el centro: esta vez dirigido por los agustinos, en concepto de internado y siguiendo siempre las pautas del monarca Felipe II; esto es, buscando la armonía entre razón y fe, cultura y religión. Por él desfilaron personalidades como el general Sanjurjo, Manuel Azaña o Santiago Bernabéu y hoy es un centro católico concertado para las etapas de Infantil, Primaria y Secundaria, privado en Bachillerato.

Los Jesuitas, Barcelona

Concebido inicialmente como un internado, el Colegio San Ignacio de Sarriá –como bien indica su nombre– está ubicado en el barrio de Sarriá y asociado a la compañía fundada por San Ignacio de Loyola. Con una superficie actual de 85.000 metros cuadrados, las obras del espectacular edificio de estilo neogótico empezaron en 1893 bajo las órdenes de Joan Martorell, destacado arquitecto del Modernismo catalán y uno de los maestros de Gaudí. Aunque concluyeron oficialmente en 1895, a lo largo de los años se continuaron haciendo ajustes y desarrollos hasta alcanzar el aspecto que luce en la actualidad. Con la llegada de la Segunda República, se prohibieron las instituciones religiosas y privadas, por lo que pasó a ser una escuela pública. En 1977 se volvió mixto y hoy más de 3.000 alumnos y alumnas comparten instalaciones en esta institución educativa concertada.

Las Teresianas, Barcelona

Tal vez sea una de las obras más desconocidas de Antoni Gaudí, padre del modernismo catalán, además de una de sus primeras. Ubicado también en el barrio de Sarriá, desde 1969 es un bien de interés cultural. Sus orígenes se remontan a 1887, cuando el arquitecto Joan Baptista Pons i Trabal acepta el encargo de Enric d’Osso i Cervelló, promotor de la obra y hombre muy religioso. El trabajo incluía un colegio, un internado y el convento de la congregación de religiosas teresianas. Pero por falta de entendimiento entre los dos, d’Orsso decide pasar el proyecto a Gaudí, que empezaba a hacerse un nombre en el mundo de la arquitectura, además de ser también una persona muy devota. Así, en 1889, el genio modernista se hace con los mandos de un diseño que ya contaba con los cimientos del bloque principal construidos, por lo que decide respetarlos y continuar a partir de ahí. Una de las condiciones de d’Osso –fundador de las Teresianas– fue mantener una austeridad acorde a los votos de pobreza de la congregación. Gaudí obedeció las órdenes (opuestas, por cierto, a la opulencia y rimbombancia de los proyectos que le encargaba Güell, su amigo y mecenas) y utilizó ladrillo y piedra triturada, los elementos más baratos. Incluyó dos grandes patios interiores para permitir que la luz natural se filtrara en todos los pisos y aplicó una mínima y sobria ornamentación, eso sí, cargada de simbolismo. Valgan como ejemplo la presencia de la T de Teresa entre las almenas o la gran verja de hierro forjado de la entrada con los corazones de la Virgen María y Santa Teresa coronados por una cruz.

El colegio de Las Teresianas, de mínima ornamentación pero cargada de simbolismo, fue una de las primeras obras de Gaudí

La Asunción Ikastetxea, San Sebastián

Movidas por los problemas que empezaban a tener en la III República de su Francia natal, las hermanas asuncionistas pusieron rumbo a San Sebastián para abrir en 1882 el Colegio de La Asunción, que sería el tercero de la congregación en España. Con tan solo 6 alumnas, este centro pequeño y humilde, ubicado en los terrenos de la casería Miracruz (muy próximo a la frontera), se inauguró como un internado de élite para chicas. Las obras de este edificio neogótico fueron encargadas al arquitecto francés Mr. Sanson, que se inspiró en el colegio parisino de la congregación en Auteuil, pero la ejecución se llevó a cabo bajo las órdenes de los donostiarras Manuel Echave y Ramón Cortázar. El colegio pronto empezó a crecer y en 1887 se organizó, por un lado, el gran pensionado para alumnas de pago y, por otro, la escuela gratuita para alumnas de barrios obreros. Y así fue hasta la Guerra Civil, cuando los milicianos ocuparon el colegio y lo transformaron en prisión. Recuperado tras este episodio de la Historia de España, continuó como siempre hasta que en 1958 se suprime el internado, se unifican las dos escuelas y se constituye un único colegio, todavía solo de chicas. Tuvieron que pasar veintiséis años más hasta que los primeros chicos pudieron matricularse en Educción Infantil, convirtiéndose definitivamente en mixto en 1992. Junto a los jardines y el claustro, la biblioteca (que alberga cerca de 5.000 ejemplares) y la capilla (que todavía conserva la vidriera con la imagen de María en su Asunción que donó la reina María Eugenia en 1906) son dignos de mención.

Colegio Sagrado Corazón Esclavas, Santander

Las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús son una congregación religiosa fundada por Santa Rafaela María en 1877 bajo la espiritualidad ignaciana: aquella que invita a cada uno a escuchar su propia experiencia personal, a cuestionar todo y a dar un nuevo significado a las creencias y valores para encontrar el fin y vocación que se lleva dentro. En 1935, las Esclavas decidieron abrir un centro escolar para niños que, diez años después, obtuvo el título de Enseñanza Media y, en 1956, el de Enseñanza Superior. Construido bajo las órdenes del arquitecto Javier González de Riancho, la fachada del edificio es de estilo neoclásico y arquitectura conventual; es decir, una estructura tradicional que gira en torno a un claustro, alrededor del cual se van distribuyendo el resto de los espacios. Rodeado de naturaleza y con vistas al mar, este colegio concertado, religioso y mixto –que imparte educación desde Infantil hasta Bachillerato–, cuenta con unas instalaciones deportivas muy amplias, modernas y variadas, y, además, alberga un huerto.

IES Rafael Arozarena, La Orotava, Tenerife

En el municipio de La Orotava, al norte de Tenerife, se encuentra el valle por el que se asciende a la cumbre del Teide, un lugar de grandes casas con jardines portentosos y terrazas volcánicas. Es, también, el lugar donde se alza el IES Rafael Arozarena, un instituto moderno tanto por el inicio de sus obras (en 1967) como por sus instalaciones: una llamativa construcción de hormigón cromado y fragmentado, intercalado con los muros de piedra de la propia ladera sobre los que van apareciendo patios de recreo y distintos corredores exteriores que llevan a las diferentes áreas del colegio –como el polideportivo, que se excavó en la pendiente y se cubrió con un caparazón de chapa para minimizar el impacto visual que provocaba en el entorno. Eso es, precisamente, lo más destacable de este centro educativo: se trata de una edificación que cuida el medio sobre el que se levanta, un terreno desigual y pedregoso, rodeado de montañas y mar; un Atlántico que, por cierto, se ve al final de la rampa ascendente que forma la entrada al colegio.

El colegio San Francisco de Paula fue pionero al aplicar una enseñanza mixta en la década de los años 30

San Francisco de Paula, Sevilla

Este centro privado y laico se caracteriza por haber sabido mantener siempre su libertad de cátedra, incluso durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. En pie desde 1886, lleva en el mismo lugar, en pleno casco histórico de Sevilla, desde que se inauguró. Es por esto que cuenta con un inmenso patio andaluz, con sus balcones llenos de flores y plantas, y su suelo de barro y mármoles. Fue pionero a la hora de aplicar una enseñanza mixta en la década de los años 30 y también de los primeros en renunciar a una subvención pública, lo que les permitió mantener su estilo y valores fundacionales; gracias, entre otras cosas, a que el colegio ha estado dirigido desde 1897 por miembros de diferentes generaciones de la familia Rey. Recientemente, el colegio se ha expandido, aumentando su superficie en cuatro plantas de más de 1.000 metros cuadrados cada una, que acogen modernas instalaciones deportivas –como una pista de tenis, dos pistas polivalentes o un patio arbolado–, así como una residencia de estudiantes.

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