«Aquí tenemos sol, viento y una extensión importante: si hacemos bien las cosas, nos va a permitir un crecimiento verde»

Jorge Pina trabaja desde 2008 en distintas secciones de Endesa relacionadas con el impacto ambiental y el cambio climático, aunque desde 2016 es el responsable de medio ambiente. En diciembre, su participación en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) de Dubai le permitió reafirmar el compromiso global en relación a la reducción de emisiones, un ámbito en el que Endesa lleva años comprometida. De hecho, su proyecto Transición Justa en Andorra fue premiado con el Energy Transition Changemakers en la cumbre del clima por ser una de las iniciativas del sector privado más innovadora en la categoría de energías renovables, integración y energía limpia.

¿Qué ha supuesto la COP28 en el camino de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París?

Ha sido una reunión bastante importante. El Acuerdo de París establecía un mecanismo de revisión de objetivos cada cinco años.Ahora en 2023 el Acuerdo preveía el famoso ejercicio de balance mundial, el Global Stocktake. Es importante resaltar que el Acuerdo de París ha funcionado, que nos indica el camino y que es necesario acelerar la ambición. Un fracaso en la COP28 habría debilitado mucho el proceso y toda la arquitectura de revisión que existe alrededor. En cuanto a la mitigación, o la reducción de emisiones, hay una medida transversal que habla de bajarlas un 43% en 2030 con respecto a 2019. A partir de ahí, el texto de la negociación internacional es el más aterrizado que nunca ha habido en relación con las tecnologías y sectores concretos.  El punto clave del Acuerdo fue abandonar los combustibles fósiles. Esto es fundamental, porque antes se evitaban estos debates y se hablaba genéricamente de emisiones, cuando todo el mundo sabía que los fósiles eran los que estaban detrás.

¿En qué consiste el Fondo de Pérdidas y Daños que se ha acordado poner en marcha desde la COP?

Hay una serie de países en el mundo que no han contribuido al cambio climático porque nunca han tenido emisiones elevadas y, a día de hoy, sufren las peores consecuencias, porque al estar en vía de desarrollo no tienen una infraestructura para hacer frente a determinados eventos y esto les lleva a sufrir grandes pérdidas y grandes daños. Lo que busca ese Fondo es paliar las necesidades que estos países puedan tener. Fue insólito, porque se aprobó el primer día de la COP, y este hecho tiene la explicación estratégica de la inteligencia de la presidencia de la COP de decirles: «Pensamos en vosotros y aquí tenéis esto, antes de empezar la negociación». El Fondo se ha capitalizado, además, de manera muy rápida con un compromiso de 700 millones de euros. La cantidad es insuficiente respecto a lo que se necesita para paliar los daños del cambio climático. Es una buena noticia, pero también hay que poner en relieve que si no aceleramos esa descarbonización los costes serán cada vez mayores.

¿Cómo lograr que los países en desarrollo, que no están involucrados en el cambio climático porque sus niveles de contaminación son mínimos, dejen de sufrir sus consecuencias?

Ese es uno de los equilibrios fundamentales de la negociación internacional, recogido en el Acuerdo de París y en el de Kioto. Se llama responsabilidades diferenciadas. Hay países que no han contribuido al problema y a los que ahora les exigimos que se desarrollen sin emisiones y haciendo frente a las peores consecuencias. En la COP se han apoyado algunas medidas, como que todos los países tengan un plan de adaptación, que vayan acometiendo inversiones para adaptarse a las consecuencias del cambio climático; también se busca que estén dotados de sistemas de alerta temprana, que sepamos cuándo viene un fenómeno meteorológico extremo. La idea es que puedan ir teniendo una mayor resiliencia frente a los impactos del cambio climático. 

«Hemos pasado de tener 55 millones de toneladas de CO2 a estar en un nivel de 10 toneladas y seguimos siendo líderes»

En 2022, Endesa generó 11,5 millones de toneladas de CO2 en España, una cifra que, aunque sigue siendo elevada, va disminuyendo con respecto a la de años anteriores. De hecho, habéis confirmado que desde 2005, año de la firma del Protocolo de Kioto, vuestras emisiones se han reducido un 80%. ¿Qué ha cambiado en estos cinco años para lograr esta cifra a la baja?

El proceso que se ha seguido es el de abandono del carbón, que es la tecnología de combustible fósil que genera mayores emisiones, y la sustitución por un crecimiento en renovables. Es un fenómeno que se vio acelerado con la adopción del Acuerdo de París. De ese 80%, hay un 60% que se ha producido en los últimos siete años. Cuando lo cuento, no pretendo decir que somos fantásticos sino contar que hemos pasado de tener 55 millones de toneladas de CO2 a estar en un nivel de 10 toneladas y seguimos siendo líderes. Es decir, que se puede hacer y que es un ejemplo de que efectivamente se pueden reducir las emisiones de manera considerable. Y esto puede servir para empresas o para nuestra vida diaria. Si hacemos el esfuerzo en poco tiempo seríamos capaces de mejorar mucho nuestra huella de carbono.

¿Qué se necesita para poner fin al uso de combustibles fósiles?

Sustituir esas fuentes de energía que a día de hoy se obtiene de ellos por fuentes libres de emisiones. Aquí podemos hablar de nuestro día a día, desde que nos levantamos y ponemos la calefacción en casa, que tiene gas natural, la ducha es un calentador también con gas natural, me meto en el coche hasta el trabajo. El sector residencial y el transporte son dos sectores en los que a día de hoy existen tecnologías como la bomba de calor o el coche eléctrico que podemos ver en las calles, que ganan competitividad económica año tras año y que debemos empezar a adoptar de manera masiva para poder dejar atrás los combustibles fósiles. Hay situaciones más complicadas, donde también hay que avanzar, como la aviación o determinadas industrias que necesitan altas temperaturas en sus procesos, y ahí habrá que buscar fuentes alternativas. Pero el punto fundamental en la actualidad es que tenemos las tecnologías que nos permiten pasar a un mundo sin combustibles fósiles, y muchas de estas son económicamente más competitivas. Es un motivo de esperanza.

¿A qué retos se enfrentan las energías renovables para poder implementarse y crecer al ritmo que se necesita luchar de una forma efectiva con la crisis climática? 

En España hemos tenido un crecimiento de renovables muy importante. A pesar de esto existen aspectos a mejorar, como ser capaces de conseguir aceptación social. Pero, sobre todo, el crecimiento de las renovables viene marcado por la demanda de esas renovables. Tenemos unos objetivos muy ambiciosos, pero si no hay demanda detrás a la que poder servir, el crecimiento se va a estancar. A medida que avancemos en la descarbonización, la demanda de electricidad va a ir tirando por ese crecimiento de renovables.

¿Qué papel van a jugar las redes de distribución en la transición energética que estamos viviendo? 

Las redes tienen un papel fundamental y cada vez se pone más de manifiesto. Es la manera en que la descarbonización puede llegar a cada hogar y a cada empresa. Necesitamos unas redes resilientes, que puedan sostener ese mayor consumo de electricidad, que puedan hacer llegar esa energía renovable que estamos generando al punto de consumo y puedan dar servicio, por ejemplo, a un punto de recarga para un coche eléctrico o a todas las aplicaciones en las que se va a usar electricidad. Por tanto, es fundamental fortalecer la infraestructura como componente necesario para favorecer la descarbonización –en este caso la electrificación-.

«Si conseguimos una energía barata no solamente va a haber trabajo en este sector»

¿De qué manera puede la tecnología contribuir a la descarbonización?

A día de hoy, el kilovatio más barato que podemos encontrar es el que obtenemos del sol, el fotovoltaico. Esto es una gran noticia porque no estamos hablando únicamente de sostenibilidad medioambiental, sino que también lo hacemos de sostenibilidad económica. Además, en el caso concreto de España, tiene repercusiones especiales. Aquí tenemos sol, viento y una extensión importante. Es lo que necesita el planeta y es una oportunidad muy buena a nivel de país. Si hacemos bien las cosas, nos va a permitir un crecimiento verde.

A efectos económicos, ¿beneficia o perjudica a las grandes empresas y  multinacionales apostar por las energías renovables?

Es evidentemente un beneficio, y la prueba la hemos tenido estos años. Cuando dependemos de los fósiles, del gas ruso, hemos visto récords en el precio de la electricidad, y muchas empresas se han visto obligadas a reducir su actividad. Si nos exponemos a la dependencia del gas ruso, es un factor de riesgo y una volatilidad inasumible. La energía renovable es mucho más económica y nos da estabilidad. 

¿Cómo conseguir que los proyectos de transición energética sean también sostenibles para el empleo y no se vean perjudicadas las personas que trabajan en plantas cuya actividad cesará?

En Endesa acometemos los nuevos proyectos siempre mediante lo que llamamos CSV, creación de valor compartido. Ahí se hace una foto del entorno local donde se va a desarrollar el proyecto y se intentan ofrecer las mayores oportunidades posibles a todo el entorno. Es fundamental que todo el mundo encuentre una oportunidad en el marco de la transición energética, es la manera de asegurarnos el éxito. En cualquier caso, en cuanto al empleo, si conseguimos una energía barata no solamente va a haber trabajo en este sector sino que otros sectores vendrán a buscar esa energía barata. Esa es la forma de acometer un círculo de industrialización del país en el que seremos capaces de generar muchas oportunidades de empleo y oportunidades de crecimiento para todo el mundo.