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La poesía en la era de TikTok

El siglo XXI ha celebrado la poesía con tres premios Nobel y una inusitada resurrección popular en las redes sociales. Ha crecido en potencia y diversidad y las mujeres han reclamado un lugar tutelar. Esta es la radiografía poética de nuestros tiempos.

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22
diciembre
2023

El poeta argentino Fabián Casas en su ensayo Seis propuestas para los próximos millennials menciona la originalidad y la dispersión de los tiempos de hoy. Comparte la experiencia de lo difícil que resulta sentarse a dictar un taller de poesía en medio del bullicio y las distracciones que generan las pantallas de los teléfonos móviles, pero también analiza las miradas y estéticas que entrañan esas realidades de hoy: «Gracias a la poesía la gente viaja. Te invitan a leer poemas en Berlín, por ejemplo, pero a mí me gusta más la idea de viajar hacia la poesía». Ese viaje, a través del vértigo de este siglo XXI, es en el que la poesía, de muchas maneras y por medio de diferentes canales, ha encontrado un lugar seguro en lo que va del milenio. La poesía ha sobrevivido y se ha reinventado para seguir siendo el vehículo más eficaz para condensar las emociones y verdades humanas. De ahí que la invitación de Casas a los poetas más jóvenes sea la puerta de entrada a un mundo donde la lentitud y el silencio son conceptos subversivos en un reino del bullicio, la velocidad y la estridencia.

El siglo XX cerró con una serie de temores y desencantos. A finales, en 1998, la novela Los detectives salvajes del chileno Roberto Bolaño se convertiría no solo en un adiós al boom y a sus patriarcas, sino que vendría a marcar una nueva ruta en la narrativa latinoamericana. La aparición de esta novela era también volver a poner a la poesía como protagonista central de un relato que nos hermanaba a todos y de cuya irreverencia, humor y desacralización iban a alimentarse muchos de los jóvenes poetas de hoy que por esos días estaban naciendo. Así, los poetas real visceralistas Arturo Belano, Ulises Lima, Juan García Madero y la desaparecida Cesárea Tinajero, a pesar de ser personajes de la ficción, serían poetas que con su actitud definirían el carácter de las siguientes décadas. Veinticinco años después de su publicación vemos cómo muchos discursos, espacios de encuentro, talleres, lecturas, parricidios e irreverencias le deben bastante a esas páginas.

La poesía ha sobrevivido y se ha reinventado para seguir siendo el vehículo más eficaz para condensar las emociones y verdades humanas

El símbolo de la caída de las Torres Gemelas es también el retrato de ese mundo que se va destruyendo y que requiere de nuevos lenguajes como lugares de encuentros y sobrevivencias. En medio de un planeta que se derrite, con profundos conflictos y nuevas guerras, aparecen las redes para abrir una comunicación global más democrática y cercana, pero también más rabiosa. Podríamos preguntarnos parodiando a Hölderlin: ¿para qué la poesía en tiempos de las noticias falsas? Y tal vez ese sea el mayor desafío, el de sobreaguar y decir verdades en un tiempo tan líquido y veloz. Y ese ha sido el talante de la poesía de las últimas dos décadas, la misma que encontró en los chats de Messenger, los primeros blogs y las redes sociales como My Space (hace ya unos tres lustros) y luego Facebook, Twitter (hoy X), Instagram y TikTok, una amplia autopista para su difusión y conquista de nuevos públicos. Hoy en día se lee más poesía en revistas digitales en línea, que se comparten en las redes sociales. Al menos en español se contabilizan centenares de revistas virtuales que contribuyen a trazar nuevos mapas: Periódico de Poesía de la Unam, Círculo de Poesía, Revista Altazor, La Raíz Invertida, Vallejo & Co, Buenos Aires Poetry, La Otra, New York Poetry Review, Cantera y Aullido, entre tantas otras.

Si bien es cierto que las redes sociales han democratizado la poesía, permitiendo que poetas emergentes compartan sus obras de manera instantánea y que lleguen a audiencias globales a través de imágenes, videos, memes o postales, también esto ha sido problemático en la saturación de la sobreinformación y tráfico digital. Dice la investigadora y traductora española Nieves García Prados que «gracias al perfil de las redes sociales, los nuevos poetas han visto cómo Facebook, Instagram o Twitter han acabado con las barreras tradicionales para acceder a su público lector (y la necesidad de publicar libros para ser leídos) y se han convertido en las nuevas estrellas de la cultura posmoderna, desarrollando lo que podemos denominar incluso como un ‘fenómeno fan’. Esto ha generado una confusión del término fan con lector o seguidor y muchas veces las editoriales (grandes o pequeñas) confunden, por culpa de los números de seguidores, con la tasa real de lectores». Esos números de clics y de likes parecen mandar en el mercado de la prensa y de las editoriales.

En medio de un planeta que se derrite, con profundos conflictos y nuevas guerras, aparecen las redes para abrir una comunicación global más democrática y cercana, pero también más rabiosa

De igual forma, la poesía ha experimentado otras transformaciones en el siglo XXI a la par de algunos fenómenos sociopolíticos que han sido determinantes para la construcción de un canon en el nuevo milenio. El empoderamiento de los discursos de diversidad e inclusión ha permitido que se visibilicen una gran cantidad de voces y de estilos donde las diferentes culturas, identidades de género, los éxodos y las migraciones que han contribuido a la promoción y circulación de la poesía. Los poetas se convierten en testigos y comentaristas de los acontecimientos actuales, contribuyendo a la sensibilización y al cambio social. Movimientos como el feminismo, los derechos LGBTQ+ y la lucha contra el racismo han encontrado en la poesía un canal de expresión poderoso. Poetas como Warsan Shire y Ocean Vuong han dialogado con estos grandes temas de hoy.

El poeta y ensayista chileno Héctor Hernández Montecinos lo ve de forma muy clara: «En el resto de Latinoamérica se siguen completando estos mapas de lectura con más mujeres, más escrituras LGBTQ+, más poesía en lenguas indígenas, más alteridad como materia de escritura desde lo no humano, pasando por las formas de vida mineral, vegetal, animal, monstruoso, hasta lo cuántico o sideral: la posibilidad de la ficción poética». Pareciera ser un tiempo de experiencia creativa compartida donde la otredad y lo colectivo están en la prioridad de las agendas creativas.

Poesía escrita por mujeres

El siglo XXI ha sido el tiempo del estallido y la consolidación de la poesía escrita por las mujeres. Vemos cómo en diferentes países e idiomas la mayor fuerza y originalidad de las creaciones literarias de hoy la llevan las mujeres tanto en la narrativa, la ensayística y la poesía o, sencillamente, sin limitar a un género literario, en las escrituras en general. Además de la mencionada Warsan Shire y Victoria Chang, se suman voces como la de Rupi Kaur y Amanda Gorman, que han vendido millones de ejemplares de sus libros alrededor del mundo.

El empoderamiento de los discursos de diversidad e inclusión ha permitido que se visibilicen una gran cantidad de voces y de estilos

La lectura del poema La colina que ascendemos, de Gorman, en la investidura de Joe Biden el 20 de enero de 2021, tan solo catorce días después de los hechos de la toma del Capitolio, le dio una visibilidad a nivel global no solo a ella, sino a muchas jóvenes poetas inmigrantes que han reivindicado a través de la poesía temas de igualdad y conquistas de derechos civiles. Sin embargo, también ha sido del magisterio de voces tutelares, lo que ha revelado el carácter de la poesía actual.

La impronta de poetas como Wislawa Szymborska (premio Nobel en 1996), Mary Oliver, Ana Blandiana, María Negroni, Chantal Maillard y Carolyn Forché, entre otras, ha sido fundamental en la construcción de nuevas estéticas. Alí Calderón, poeta y director de la revista Círculo de Poesía, reafirma esto: «La poesía más relevante y audaz de nuestro tiempo está escrita por mujeres. Algo le debemos por esto a Wislawa Szymborska, Ana Blandiana, Ida Vitale, Idea Vilariño, pero también a María Mercedes Carranza o a Maria Mercè Marçal, a Piedad Bonnett, Irene Gruss, Carmen Berenguer, Olvido García Valdés, Rosabetty Muñoz o Mariela Dreyfus. En esas voces la poesía recupera su potencial utópico».

Poesía en el premio Nobel de Literatura

En este siglo, tres poetas han ganado el premio Nobel de Literatura: Tomas Tranströmer, en 2011; Bob Dylan, «por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense», en palabras de la Academia Sueca, y Louise Glück.

El premio a Dylan solo vino a confirmar la relación entre la poesía y la canción popular que ya había sido reconocida en 2011 con el Premio Príncipe de Asturias en Letras a Leonard Cohen, y con la irrupción de cantantes como Marwán, Pedro Guerra y Nach en la publicación de poesía escrita. El Festival Paralelo Cero ha tomado el riesgo de entregar el Premio Poetas de Dos Hemisferios a los cantautores Luis Eduardo Aute y Silvio Rodríguez.

En una era dominada por la inmediatez y la sobrecarga informativa, la poesía emerge como un refugio y una forma de resistencia

En fin, en una era dominada por la inmediatez y la sobrecarga informativa, la poesía emerge como un refugio y una forma de resistencia. Por su capacidad de sintetizar, conmover y provocar reflexión, sigue siendo crucial para entender y cuestionar nuestro entorno. De la nueva épica que nos plantea el gran Raúl Zurita como un poeta fundacional y de una poética de la claridad y de la intuición de la tradición y el porvenir de Luis García Montero hasta lo que escriben los poetas más jóvenes y arriesgados de hoy están las claves de los registros de la expresión poética actual. La poesía sigue siendo un arma cargada de futuro.

Libros recomendados del siglo XXI

  • República sorda, de Ilya Kaminsky
  • Lo que dijimos nos persigue, de Nikola Madzirov
  • Un año y tres meses, de Luis García Montero
  • Tu vida rompiéndose, de Raúl Zurita
  • Poesía reunida, de Piedad Bonnett
  • Variaciones sobre un tema dado, de Ana Blandiana
  • El tiempo es la madre, de Ocean Vuong
  • Nuevo sentimentario, de Juan Felipe Robledo y Catalina González
  • Enseñando a parir a mi madre, de Warsan Shire
  • Decreación, de Anne Carson

Este artículo es parte de un acuerdo de colaboración entre el diario ‘El Tiempo‘ y la revista ‘Ethic’. Lea el contenido original aquí.

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