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Cuando la ciencia inspira y transforma la educación

Decía el filósofo francés Jean-François Lyotard que “la educación es el arte de hacer visible las cosas invisibles”. La observación, la experimentación y el razonamiento son características de la ciencia que puede ayudar a los niños a tomar sus propias decisiones y resolver problemas con destreza desde la más temprana infancia.

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Dicen que los niños son curiosos por naturaleza. ¿Quién no se ha visto en la tesitura de tener que responder algunas preguntas embarazosas o de las que no tenemos una respuesta fiable? El famoso «¿y por qué?» ha estado presente en reuniones familiares donde los más pequeños buscan respuesta a su curiosidad. 

La ciencia proporciona a los niños una imagen más amplia sobre cómo funcionan las cosas y se ha convertido en el aliado perfecto de los padres para satisfacer esa curiosidad. Conocer el mundo que les rodea, descubriendo, por ejemplo, las partes del cuerpo humano o el origen del sistema solar, les aporta una base perfecta para asimilar nuevos conceptos y desarrollar otra perspectiva de la realidad. Fomentar habilidades y actitudes que invitan a cuestionar lo que se da por sentado, a buscar evidencias y resolver problemas tomando decisiones informadas.

Y es que la ciencia puede convertirse en una fuente de inspiración en la que niños y jóvenes comprendan mejor el mundo que les rodea y desarrollen un pensamiento crítico. Tal es así que las profesoras Elena Soler López y Blanca Arteaga Martínez, en su publicación Aprendizaje global en el aula de cinco años basado en el método científico afirman que: «la ciencia permite la adquisición de valores y destrezas, de competencias necesarias para el desarrollo integral del alumnado, como el trabajo cooperativo, la curiosidad, el sentido crítico, la rigurosidad en el trabajo, creatividad y la imaginación».

La ciencia proporciona a los niños una imagen más amplia sobre cómo funcionan las cosas

Según un artículo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), el pensamiento crítico está ganando cada vez más importancia en la educación, ya que permite a los estudiantes desarrollar habilidades de observación, análisis, razonamiento, comunicación y abstracción. Además, ayuda a los jóvenes a enfrentar problemáticas socio-científicas actuales como el cambio climático o la vacunación.

En este sentido, la implicación de empresas y organismos, tanto públicos como privados, es fundamental, ya que pueden proporcionar recursos y experiencias innovadoras, promoviendo el aprendizaje activo a través de experimentos y talleres. Además, las empresas salen beneficiadas al fomentar un perfil de estudiante y futuro profesional con base científica y tecnológica. Las iniciativas que estimulan la curiosidad de los estudiantes se traducen en una inversión en el futuro de individuos educados y formados para una sociedad próspera. 

Educar e inspirar más allá de las aulas

La educación no se limita a las aulas, y compañías como Bayer lo saben. Con el programa «Cuestión de Ciencia, ¿te atreves a desafiar el futuro?» la multinacional demuestra cómo la ciencia puede convertirse en un instrumento de inspiración en la educación. Desde su lanzamiento hace cinco años, esta iniciativa conjunta entre Bayer y Big Van Ciencia, pretende transformar la forma en la que los estudiantes se relacionan con la ciencia.

Dirigido a estudiantes de Educación Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional, utiliza el monólogo científico como vehículo para fomentar la divulgación científica. Cada año presenta una ruta en la que se acerca de forma presencial a diferentes puntos de la geografía española llevando la ciencia de una manera original y novedosa como los monólogos a los centros educativos. 

Y es que los más de 10.000 euros en premios destinados a los ganadores y sus centros, convierten a esta actividad en un reclamo donde la creatividad, los datos y la ciencia son los justos ganadores. 

En esta iniciativa que alcanza ahora su 5ª edición, han participado más de 6.000 estudiantes de todo el país centrándose en temáticas tan variadas como la agricultura como profesión de futuro, las energías renovables, la contribución a mejorar la esperanza de vida de las personas o la tecnología como puente intergeneracional, temáticas relacionadas con los Objetivos de Desarrollo sostenible y los retos de futuro en las áreas de la salud, la alimentación y el medio ambiente. 

La ciencia como diversión

Otra de las iniciativas que confirma aquello de que la ciencia no tiene por qué ser aburrida es el proyecto Baylab, que tiene como propósito acercar la ciencia a los niños y adolescentes a través de prácticas creativas y entretenidas. 

Bajo el lema «Descubre la ciencia con diversión» este programa pone en valor la importancia de la educación en el ámbito de la investigación a través de las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) para que los estudiantes descubran la ciencia a través de talleres dinámicos. 

Baylab es un ejemplo del compromiso de Bayer con la educación y su creencia de que la ciencia puede cambiar el mundo

En su primera edición, el centro de I+D de Bayer en El Ejido ha sido el lugar elegido para que los estudiantes tuvieran la oportunidad de ser protagonistas y sumergirse en el mundo de la biotecnología vegetal. El centro forma parte de un importante hub de innovación agrícola centrado en cultivos hortícolas para el desarrollo de la mejora genética en invernaderos convencionales, y tiene como objetivo contribuir a transformar la agricultura para hacerla más productiva y sostenible.

Sin duda, la ciencia es una poderosa herramienta para el desarrollo del pensamiento crítico en los niños, y las empresas desempeñan un papel fundamental en este proceso. Al invertir en actividades educativas siembran las semillas de futuros profesionales y su apoyo no solo amplía las oportunidades de aprendizaje sino que fortalece la conexión entre el mundo académico y la industria, preparando a los estudiantes para los desafíos del futuro. 

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