Sociedad
«Sobre el asalto al Banco Central casi interesa más su esencia conspiranoica que la realidad»
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El 23 de mayo de 1981, tres meses exactos después del intento de Golpe de Estado, un grupo de hombres armados irrumpieron en la sede del Banco Central de Barcelona y retuvieron durante 37 horas a unas 300 personas. Lo que en un principio era un robo más de aquellos años, pronto se convirtió en un acto en el que supuestos guardias civiles pedían la liberación de diferentes nombres implicados en el 23F, Antonio Tejero entre ellos. Si no se les sacaba de la cárcel, volarían el banco. Así comenzó uno de los grandes misterios de la Transición. Más de 40 años después, siguen sin esclarecerse los motivos reales y son varias las hipótesis sobre qué pudo motivarlo. ¿Fue un movimiento promovido por la extrema derecha o fue quizás un simple robo con mucha imaginación? ¿Cuál era el su objetivo? Para la periodista Mar Padilla, autora del libro ‘Asalto al Banco Central’ (Libros del KO), fue una mezcla de ambos: un robo que encubría una maniobra de desestabilización política.
¿Por qué el asalto al Banco Central sigue siendo un misterio a día de hoy?
Sigue siendo un misterio igual que otros muchos actos políticos que pasan en este país. Respecto a este caso, aunque se dieron muchas explicaciones, nunca se llegó a resolver del todo. La más verosímil es que fue un intento de robo al banco disfrazado de un motivo político. El problema es que no se ha terminado de saber porque, muchos años después, Juan José Martínez, el cabecilla del atraco, explicó que en realidad fue un encargo de los servicios secretos para llevarse unos papeles del banco relacionados con el 23F. Unos documentos que ningún historiador me ha confirmado que existan, pero sí que hay un rumor respecto a ellos. También resulta extraño que unos papeles así se guarden en un banco. Se trata de una afirmación que solo él ha dicho y, para añadirle más incertidumbre, nunca ha presentado pruebas al respecto. El misterio sobre el asalto al Banco Central se encuentra ahí: entre lo que cuenta él y un atraco con muchísima imaginación.
Dos posibilidades que son perfectamente factibles. Dices que se dio en un momento en el que en España había un montón de atracos y en el que había ocurrido hace nada el 23F.
Esta es una de las claves que hace la historia tan interesante y desquiciante. Hace ya 42 años que pasó y todavía hay mucha gente que le sigue fascinando, justamente porque es una historia en la que las dos opciones son posibles. Es más, desde el primer momento el Gobierno no dudó que pudiera estar relacionado con el 23F. Después de investigar mucho y aunque no tenga pruebas, por lo que no puedo afirmarlo rotundamente, yo creo que fue una maniobra de desestabilización. No tanto por los papeles del 23F, sino que fue otro acto de muchos grupos para demostrar que la democracia era muy inestable y que era necesario volver a un gobierno militar de mano dura. Creo que eran unos atracadores que querían robar, pero que tenían algún apoyo para hacer este teatro político. Pero no tengo pruebas fehacientes de ello.
Dices que es una prueba de desestabilización organizada desde arriba, pero estaban muy mal preparados. Fue un atraco chapucero.
Muchas veces pensamos que cuando las cosas se planifican desde arriba se hacen mejor y no son tan cutres. Hablando con uno de los Geos, me decía que eran gente mala, pero no les atribuía maldad, sino que eran atracadores que hacían las cosas realmente mal. El 23F también fue una cosa muy chapucera: unos guardias civiles que no saben adónde van, unos autobuses alquilados por la mujer de Tejero, unos militares que no saben si van a apoyarlo o no, hasta dónde llega la figura del rey… No sé si es en este tiempo, pero las conspiraciones están rodeadas de un aire muy cutre.
Tan cutre que ocurren muchos hechos disparatados. Como que uno de los ladrones le dejara un arma a un rehén, que los atracadores se metan casi a ciegas al banco o que dos tipos de extrema derecha se intenten cambiar por dos rehenes.
Cuando empecé a investigar, leí y vi muchas cosas que no me podía creer. Como las que dejó escritas el fiscal, que en ese momento era el representante del Gobierno. Los ejemplos que cuentas son algunos de ellos. Otro que no me podía creer fueron las llamadas que hacían al banco durante el atraco para pedir el presupuesto de una obra. La realidad al final es imbatible.
«Fue otro acto de muchos grupos para demostrar que la democracia era muy inestable y que era necesario volver a un gobierno militar de mano dura»
Aun así, llegó a ser tan real que se pensó en eliminar a la Guardia Civil.
Es un dato que me impresionó mucho y que busqué en diferentes fuentes para asegurarme de que era cierto. En ese momento, de fuerzas del orden para dentro, se vive una situación muy tensa de desacuerdo entre los que quieren volver hacia atrás, los que eran demócratas a regañadientes y los que creían realmente en la democracia. Esa tensión dentro de la Guardia Civil, que estaba escondida, fue usada por los asaltantes para desestabilizar aún más la situación. Al final la Guardia Civil no es un grupo externo, son miembros del Estado.
Excepto por la una muerte de un asaltante, no hubo más problemas. Y eso que se vivieron momentos muy tensos.
Pensándolo después, es un poco como lo que le pasó a la democracia. Que al final tiró para adelante aunque parecía que iba a explotar por todos lados. Los periodistas que lo cubrieron se asombraron de que no acabara en tragedia y que no sucediera algo peor más allá de los ataques de pánico y la muerte del asaltante.
Haciendo un paralelismo con la Transición, es un hecho que se ha dejado en el olvido.
Totalmente de acuerdo. A la hora de prepararme para hacer el libro, lo primero que hice fue buscar referencias y libros. Y me sorprendió que hay muy pocos. Yo me empapé mucho porque escuchando al cabecilla, a Juan José, creía que estaba relacionado con el 23F. Leí mucho sobre esto último, de lo que hay más de 100 libros. El Asalto al Banco Central podría ser entonces la cara B del 23F, una cosa mucho menos estudiada e investigada. Pregunté a periodistas de la época, como Soledad Gallego-Díaz, que estaba en plantilla en El País en ese momento. Me contó que lo trataron de investigar pero que pasaban tantas cosas en ese momento que no podían cubrirlo todo. Estaban los atentados de ETA, la entrada de España a la OTAN… Por eso hay un caldo de cultivo perfecto para la conspiración. Es un poco como la mitología de la historia contemporánea en este país: hasta dónde está implicado el rey, los servicios secretos, etc. Y el asalto al Banco Central tiene que ver con esto. Además, creo que hay una fascinación por la conspiración. Es un elemento que no se puede desmadejar de la idea conspirativa. Nunca se va a resolver y si algo se descubre, le da la vuelta. Casi interesa más su esencia conspiranoica que la realidad. Por eso el libro acaba entre la ficción y la realidad. Eso a veces gusta más que la realidad diaria, que es casi más fea.
Esto que dices lo representaba muy bien el cabecilla: ese chaval que roba a los 12 años su primera farmacia, que milita en grupos anarquistas cuando crece y que dice después que le ha encargado la extrema derecha el asalto. Un hombre que vive a caballo entre la realidad y la ficción.
Totalmente. Juan José Martínez es una persona que deviene en personaje. Algo muy humano también. A veces uno elige cómo presentarse a los demás. Él, que le encerraron varias veces en la cárcel, acabó enamorado de ese personaje público que es un ladrón de bancos que sabe secretos de Estado. Me decía un periodista de San Sebastián que lo había conocido que a él en la cárcel se le tiene mucho respeto. Y no me parece extraño: puso en jaque al Gobierno, hizo que mandatarios internacionales llamaran al rey o Calvo Sotelo a ver cómo estaba la situación…. España se transformó por unos días en una crisis europea. Para Juan José, haber formado parte de ello, le gusta y lo alimenta.
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