Medio Ambiente

¿Ozono? Peligro

La Agencia Europea del Medio Ambiente estima que entre 1.300 y 1.500 personas mueren cada año de forma prematura en España a causa de las altas concentraciones de ozono en las capas baja de la atmósfera.

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24
agosto
2023

A medida que las evidencias nos lo muestran, la sociedad parece ir tomando cada vez más conciencia de los riesgos del cambio climático para el planeta: las temperaturas más extremas, el deshielo en los Polos o el incremento de los niveles de contaminación son algunas de las consecuencias de explotar los recursos de la Tierra hasta límites insostenibles. No obstante, en muchas ocasiones no llegamos a entender cuáles son los mecanismos exactos a través de los que se producen estos peligros y las consecuencias de no preservar el medio ambiente. Un estudio publicado en ScienceDaily en 2020, elaborado por el Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales (CIRES) de la Universidad de Colorado Boulder advertía de que el ozono troposférico –aquel encontrado entre la superficie de la Tierra y los 15 kilómetros de altura– ha aumentado en todo el hemisferio norte en los últimos 20 años. 

Pero ¿por qué es tan importante este elemento? Con frecuencia escuchamos que la capa de ozono se está viendo alterada, es decir, que esa capa de «ozono bueno» que envuelve nuestro mundo protegiéndonos ante la radiación solar –y que se sitúa entre los 15 y los 50 kilómetros de altitud– ve disminuir su grosor debido al uso de distintos productos químicos de uso industrial y de suelo, como los fungicidas. De ahí que ya en 1987 se firmara el Protocolo de Montreal, prohibiendo los cloroflurocarbonos (CFC).

El ozono es un gas incoloro presente en el aire que respiramos y que se concentra en dosis muy altas en la estratosfera, aunque también lo encontramos en las capas más bajas de la atmósfera. Es precisamente cuando se acumula en estas últimas cuando resulta más dañino. Es el llamado «ozono malo».

Junto a la polución, el sol y las altas temperaturas contribuyen a la formación de ozono en el aire que respiramos. Por este motivo, durante los meses de verano, fundamentalmente en los grandes núcleos urbanos –por sus altos niveles de gases contaminantes– y en zonas donde las temperaturas son muy altas y el viento escaso, la concentración de este gas puede alcanzar niveles peligrosos para la salud. La disminución de la función pulmonar, dificultades para respirar, el agravamiento del asma, la irritación de garganta y tos, el dolor en el pecho, la falta de aliento o incluso los accidentes cardiovasculares son algunos de los síntomas que pueden causar los efectos de la exposición, más agravados cuando mayor sea el tiempo de exposición. Según el Real Decreto 1796/ 2003, que adapta la legislación española a la Directiva 2002/3/CE del Parlamento Europeo, cuando las concentraciones son superiores a 240 µgr/m3 –microgramo por metro cúbico– hablaríamos de un umbral de alerta para la población, ya que el nivel óptimo para la protección de la salud humana estaría en 120 µgr/m3. Con 180 µgr/m3, la administración competente está obligada a informar sobre la situación y ofrecer recomendaciones de protección. ¿Es habitual superarlo? Lamentablemente, sí. Por ejemplo, solo en los últimos días del mes de junio, con la primera ola de calor, la Comunidad de Madrid superó cien veces este umbral. 

Existen personas particularmente sensibles a las altas concentraciones de este gas, como los niños y niñas, los deportistas que hacen ejercicio al aire libre, las personas con enfermedades respiratorias o aquellas pertenecientes a la tercera edad. Y es que no se trata de un asunto menor: la Agencia Europea de Medio Ambiente estima que en España se producen cada año alrededor de 1.800 muertes por ozono y 30.000 por la contaminación atmosférica en general.

Con un incremento de las temperaturas en los próximos años debido a un cambio climático in crescendo, la situación empeorará. Pero es que además de la salud humana, los cultivos agrícolas y la vegetación también se están dañando a un ritmo vertiginoso, algo que también promete dañarnos a largo plazo.

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