Cambio Climático

La gran aceleración (¿o el gran colapso?)

El Antropoceno es un concepto que resuena en el lenguaje climático y que ha ganado terreno en el debate intelectual ecológico en los últimos años. Pero ¿de qué hablamos cuando se usa el término?

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23
junio
2023

El cambio climático como lo conocemos hoy no es solamente un fenómeno global causado por alteraciones naturales, sino que tiene un profundo origen humano. La contaminación de los ecosistemas, las emisiones de gases en la atmósfera y la alteración de la geosfera son algunas de las acciones humanas que más consecuencias han generado para nuestro planeta. El rápido aumento de estos impactos en las últimas décadas ha creado una nueva necesidad científica: dotar de un nombre al fenómeno.

El término Antropoceno fue creado por consenso de varios científicos transdisciplinares, y refiere a los cambios significativos en una variedad de aspectos socioeconómicos y ambientales, como las emisiones de gases de efecto invernadero, la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la contaminación pero también la producción industrial, la urbanización o el consumo global de energía. Los desafíos que este tipo de actividades conlleva para los humanos, los seres vivos y el medio ambiente son grandes, pero aún más si se considera la forma en la que varios de los fenómenos mencionados intersectan y dialogan los unos con los otros, generando subefectos nocivos para el medio ambiente y formas negativas de resistencia que amanceban y complican (aún más) el nudo original.

Antropoceno es un término paraguas bajo el que caben todas las cuestiones del mundo. Por ello, una de las críticas que recibe es su falta de concreción: si todo es consecuencia de la mala acción humana, podemos culparnos de todo y no responder a nada. Pero este tipo de proposiciones no podrían estar más lejos de la realidad: si no podemos poner un nombre a las cosas, articular respuestas para responder a sus males resulta un doble, triple o cuádruple esfuerzo. Y más si se trata de un reto global.

Pero dentro de la Gran Aceleración existe otro gran concepto que requiere atención para comprender su complejidad: la Noosfera, es decir, el conjunto de seres vivos dotados de inteligencia y el medio en el que habitan. Este término, encuñado por el científico ruso Vladímir Vernadski, propone una apertura de esperanza dentro de la visión catastrofista del Antropoceno. Si bien el primer término es fundamental para hacer saltar las alarmas y acelerar respuestas efectivas para prevenir los males causados por la acción humana, la Noosfera se presenta como un paradigma de desarrollo, cultura y esperanza.

El Antropoceno visualiza la Gran Aceleración como un punto de ruptura material y energética, mientras la Noosfera lo concibe como un aumento en la conciencia social

En un artículo académico, el estudioso de la ciencia Boris Shoshitaishvili describe que ambos conceptos presentan paradigmas divergentes pero que, de ser acercados, permitirían una visión unificada y holística del cambio planetario. En este, el intelectual expone como el Antropoceno visualiza la Gran Aceleración como un punto de ruptura material y energética, mientras la Noosfera lo concibe como un aumento en la conciencia social.

Ha habido quienes en el pasado han procurado acercar ambos paradigmas, buscando un nuevo relato que permita guiar la acción climática de la forma más integradora posible con todos los elementos en juego. Hasta la fecha, pese a estos esfuerzos, no se ha conseguido. O quizás sí, pero sin ser transversalizados, bajo el amparo de los nuevos reclamos y presiones por la justicia global. Sea como sea, no son luchas de consenso ni involucran (aún), a todos los actores capaces de impulsar cambios significativos para el bienestar del planeta.

La Gran Aceleración del Antropoceno supone un aumento de la velocidad tóxica que los humanos mantienen ahora mismo con el planeta, y la Noosfera ofrece una hebra de esperanza dentro de este mismo paradigma. Tener un concepto concreto ayuda a organizar el pensamiento y reflexiones sobre el tema pero, si no va acompañada de acción, la reflexión no sirve de nada. Por ello, los próximos años son clave y no deberían ser tomados a la ligera.

Reducir la contaminación y las emisiones globales, así como preservar la biodiversidad y especies animales (incluídos los humanos) deberían ser temas cruciales en la agenda. Así, la Gran Aceleración tiene que servir como una alerta, como la manifestación más clara del hecho de que el cambio climático ya está aquí, es inevitable y, si no respondemos pronto, va a terminar con todo. Es imprescindible aterrizar estos conceptos y que sean los articuladores de las respuestas que (todos) necesitamos.

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