Sociedad

¿Mata el tiempo al amor?

El pasado año más de 90.000 personas se separaron en España, una cifra a la que se suman las rupturas no oficiales. ¿Tenemos la capacidad para mantener una pareja para toda la vida o cualquier relación está abocada a terminar en ruptura?

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22
febrero
2023

El inicio del amor suele parecerse a un cielo de fuegos artificiales: sensaciones placenteras, atracción explosiva, el brillo que parece desplegar la otra persona. Para mucha gente, quedarse siempre en ese estado de felicidad inicial es una aspiración, pero lo cierto es que la dopamina que nos provoca ese placer y euforia no es eterna. Y es una suerte: curiosamente, se trata del mismo neurotransmisor que se activa con los juegos de azar y con las drogas. Sabiendo esto, ¿podemos ser felices en pareja o en un matrimonio a largo plazo?

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ofrece algunas cifras que nos dan pistas: en 2021 se registraron 90.582 casos de nulidad matrimonial, separación y divorcio, lo que supuso un aumento del 13,2% respecto al año anterior y una tasa de casi dos  por cada 1.000 habitantes. Aunque el número resulte elevado, es uno de los más bajos de los últimos 15 años. La duración media de los matrimonios el pasado año fue de 16,5 años, una cifra ligeramente inferior a la del año anterior. Durante los 12 meses previos, de hecho, menos de 150.000 personas contrajeron matrimonio.

Tras el paso del tiempo, la monotonía, el aburrimiento y una vida donde las mariposas del estómago se van quedando sin alas, son elementos que nos llevan a cuestionarnos si esa vida que estamos llevando es realmente la que queremos. ¿Hay algo en nuestra configuración biológica que nos impide estar con alguien para toda la vida y ser felices? La psicóloga Bárbara Zorrilla no cree que se pueda hablar en términos tan tajantes: «El «estamos hechos» es una expresión muy determinante, cuando sabemos de sobra que por mucha influencia genética que tengamos, conceptos como el deseo, el amor o la felicidad están muy influenciados por aspectos sociales y culturales», afirma. La experta considera que sí se puede ser feliz en un matrimonio de larga duración, si bien no es fácil.

Zorrilla: «Por mucha influencia genética que tengamos, conceptos como el deseo, el amor o la felicidad están muy influenciados por aspectos socioculturales»

«Dependería de características individuales de la persona, rasgos de personalidad, tipo de apego (no es lo mismo vincularse con alguien con apego seguro que evitativo, por ejemplo), modelos de referencia afectivos, principalmente familiares, experiencias de pareja previa o creencias sobre el amor romántico, entre otras», explica Zorrilla. La buena noticia es que sí podemos hacer algo para tratar de que una relación dure para siempre, aunque nunca tengamos garantías. «Las relaciones de pareja, al igual que el resto, se construyen día a día, tanto con lo que hacemos como con lo que dejamos de hacer», añade la psicóloga. Algunos aspectos que nos ayudan a mantener el vínculo son tener una comunicación fluida, ser honestas, respetar las necesidades propias y de la pareja, mantener espacios privados y compartidos, asumir que las personas evolucionamos –y las relaciones también– o ser conscientes de cómo pueden afectarnos la rutina y la monotonía, respetar los ritmos, intereses y gustos de cada persona, usar el refuerzo positivo en lugar del reproche o ser asertivas y dejar claros los límites. «Todo esto nos va a ayudar muchísimo a cuidar nuestra relación de pareja, y lo que se cuida dura mucho más», concluye la experta.

En relación a la configuración de las relaciones, en los últimos años se están visibilizando otros paradigmas que cuestionan la monogamia dominante en nuestra cultura, y es que los seres humanos formamos parte de esas pocas ramas evolutivas que en algún momento adoptaron la monogamia. No obstante, ¿somos naturalmente monógamos? La psiquiatra Judith Lipton y el psicobiólogo David Barash, autores del libro El mito de la monogamia creen que no. Para ellos, y aparentemente ignorando todos los aspectos culturales y sociales mencionados por Zorrilla, la biología humana tiende de modo natural a la poligamia. ¿Sería este, entonces, el secreto para perpetuar la felicidad en pareja? Parece que tampoco: no a todo el mundo le funciona. Lo cierto es que se trata de algo que parece depender de cada persona; es decir, de sus antecedentes en el amor y sus vivencias familiares, del manejo de las inseguridades, celos y miedos, de desear activamente sentir de otra manera y de tener la capacidad de estar bien; todo ello sumado a la comunicación y la asertividad.

Parece, por tanto, que no hay fórmulas mágicas para perpetuar el amor y el bienestar en una relación, aunque sí tendríamos algunas pistas: lograr acuerdos satisfactorios para ambas partes, respetar y valorar los sentimientos, generar confianza. En definitiva, trabajar cada día, como si de una preciada construcción se tratase, para que la estructura sea cada vez más sólida y no exista vendaval capaz de derribarla. Los temporales son inevitables, la calidad de los cimientos será lo determinante.

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