Sociedad

Oh, amada taquilla

Las páginas de internet han hecho más accesible la compra de entradas, pero han eliminado el ritual clásico que iba unido a la compra de los ‘tickets’.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
16
enero
2023

En agosto de 2022, los fans de Coldplay se adentraron en una gran e indeseable aventura online: intentar conseguir entradas para alguno de los cuatro conciertos fechados para finales de mayo de 2023 en Barcelona. Una auténtica competición en la que tendrían que superar varias pruebas: que la propia web de entradas les permitiese acceder, esperar una cola infinita, cruzar los dedos para que quedase alguna de las localidades deseadas y, en caso de llegar a la pasarela final de pago, soltar el dinero.

Miles y miles de personas sufrieron esta experiencia, y a pesar de que entonces faltasen nueve meses para las actuaciones, las entradas siempre se acababan a las pocas horas de salir al mercado. Incluso los organizadores declararon sentirse sorprendidos de la «espectacular demanda» generada por los británicos. La inmensa mayoría de seguidores, sin embargo, se quedarían atrapados en una deshumanizada fila cibernética que nunca les llevaría a conseguir un sitio en el Estadi Olímpic Lluís Companys.

Internet ha hecho más accesible la compra de entradas para muchos espectáculos. No solo no hace faltar estar en la ciudad donde se vaya a celebrar el evento para adquirir los billetes, sino que tampoco hace falta ya ser joven para soportar noches durmiendo en el suelo. No obstante, el dominio cuasimonopolístico de empresas como Ticketmaster y Live Nation está convirtiendo el acceso a decenas de espectáculos en una auténtica batalla campal online, como ocurrió con el citado ejemplo de Coldplay.

El mundo de los tickets online, además, tampoco está a salvo de la reventa más salvaje. Retomemos el ejemplo de la banda británica: después de los llantos y frustraciones telemáticas, aquellos que se habían quedado sin tickets observaron cómo varias webs se llenaban de entradas minutos más tarde de finalizar la venta oficial. El precio, por supuesto, contaba con cifras astronómicas, llegando a ofertarse algunas localidades por más de 1.000 euros, hecho que sugiere que un gran número de las personas que se pusieron en cola para adquirir entradas tenían un afán meramente especulativo.

Querida taquilla, te echamos de menos

Aunque parece estar desapareciendo, la taquilla forma parte de la propia experiencia de un concierto. Casi como si de un ritual se tratara, los aficionados están dispuestos –o al menos lo estaban– a esperar lo que hiciera falta para poder obtener un pase. Muchos no entenderán qué hay de satisfactorio en la espera para comprar unas entradas, pero un estudio de la Universidad de California ha encontrado la clave: los investigadores descubrieron que existe un agrado en este proceso porque al final conseguimos lo que se podría llamar «un final feliz». Al merecer tanto la pena el espectáculo, todo el proceso para acceder a él se vuelve satisfactorio. 

Hacer cola para comprar unas entradas significa, a su vez, sentir la energía y el ambiente de la multitud, lo que en ocasiones permite incluso conocer gente con los mismos gustos (llegando, por qué no, incluso a surgir parejas sentimentales).

Además, la taquilla física ofrece la seguridad y la certeza de comprar entradas legítimas, la posibilidad de evitar cargos adicionales que tienen muchas webs, la oportunidad de recibir recomendaciones de los taquilleros y la experiencia emocionante de tocar la entrada con tus manos.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

El feminismo que viene

Esther Peñas

Hay que involucrar a los hombres. No hay otro modo posible de conseguir lo que es de justicia.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME