Opinión

Violencia bidireccional: un apunte a propósito de Johnny Depp

La histeria que rodea el caso de los dos actores dificulta su comprensión y sus nada desdeñables matices: para unos, Depp es el ídolo caído; para otros, Heard es una mujer sedienta de dinero. Pero más allá de lo mediático existe un trasfondo que merece la pena revisar, el de la violencia en la pareja y su manifestación como una conducta mutua.

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06
mayo
2022

Difícilmente una puede permanecer indiferente a la historia de acusaciones entre Amber Heard y Johnny Depp. Los actores, que mantuvieron una relación entre 2012 y 2016, están protagonizando uno de los juicios más mediáticos de la década. Sin embargo, la histeria que rodea el caso dificulta su comprensión y sus matices, nada desdeñables. Para algunos ella es una mentirosa, la auténtica villana, una mujer manipuladora y sedienta de dinero; y por ende, él un pobre inocente. Para otros, Depp es el culpable, el ídolo caído, el hombre de las dos caras y Heard, una superviviente de la violencia doméstica, una mujer que lucha por ser creída.

Si el lector no está familiarizado con la noticia, que no se preocupe. Aquí va un pequeño resumen.

En los últimos años, Heard y Depp han sido los protagonistas de uno de los divorcios más polémicos y explosivos de Hollywood. Tras un matrimonio de 15 meses, Heard presentó una demanda de divorcio, en la cual acusaba a Deep de abuso verbal, emocional y físico. Con esta acusación, la actriz obtuvo una orden de alejamiento. Depp siempre ha negado la versión de su ex mujer. De hecho, para hacer honor a la verdad, el testimonio de Heard nunca ha sido probado en un juicio y ella ha mantenido una actitud titubeante al respecto.

Sin ir más lejos, tras alcanzar ambos un acuerdo amistoso, la actriz retiró la orden de alejamiento. Fue entonces cuando, de forma conjunta, compartieron un comunicado donde expresaban lo tumultuoso que fue su romance: «Nuestra relación fue intensamente apasionada, y a veces, volátil, pero siempre con amor. Ninguna de las partes ha hecho acusaciones falsas para obtener ganancias financieras. Nunca hubo ninguna intención de daño físico o emocional».

El divorcio llegó a principios de 2017. Parecía que las aguas entre ambos se habían calmado, pero el estallido del movimiento Me Too a finales de ese mismo año provocó un nuevo giro de los acontecimientos: las actrices de Hollywood clamaban contra los abusos en la industria y decidían hacer públicos los episodios de violencia y misoginia que habían vivido en sus relaciones personales. Así, en 2019, Heard se posicionó abiertamente al respecto. Decidió compartir en The Washington Post su historia como víctima de violencia doméstica y, aunque nunca mencionó a Depp, la atención recayó directamente sobre él. Al fin y al cabo, para que haya una víctima tiene que existir también un verdugo. Así lo interpretó no solamente una parte del público, también Disney, quien prescindió de la participación de Depp en la saga Piratas del Caribe pese a encarnar al personaje más significativo y el que más dinero generaba a la compañía.

«¿Es justo que un testimonio no probado destruya la reputación de un talentoso artista?»

La respuesta de Depp llegó en marzo de 2020, cuando presentó una demanda por difamación y reclamó a su ex mujer 50 millones de dólares. Heard no se quedó en silencio: presentó otra demanda y alegó que era ella la que había sido objeto de una campaña de desprestigio y acoso por hacer público que había sido víctima de abuso doméstico. Sin embargo, antes de que se celebrase el juicio sobre estas dos demandas, Depp tuvo que enfrentarse al diario The Sun, quien le había catalogado como golpeador de esposas. Aunque el supuesto maltrato hacia la actriz nunca ha sido demostrado en los tribunales, las palabras del periódico se inclinaron hacia la libertad de expresión y el actor perdió el juicio. 

La resolución motivó que Warner no continuara trabajando con Depp en Animales Fantásticos y, con ello, se manifestaba el gran impacto que las palabras de Heard estaban teniendo sobre su imagen y carrera. ¿Es justo que un testimonio no probado destruya la reputación de un talentoso artista? ¿El hecho de que Amber alcanzara un acuerdo con Depp la desacreditaría fulminantemente como supuesta víctima?

Recientemente, Heard y Depp se han visto las caras en el banquillo. Ahora el objeto del juicio no es la violencia doméstica, sino la difamación. Sin embargo, resulta imposible obviar el trasfondo de este enfrentamiento: la violencia en la pareja y la manifestación de la misma como una conducta mutua y bidireccional. Las declaraciones de ambos, de sus respectivos abogados y testigos, perfilan una relación donde el abuso es recíproco. No se trataría de una relación tóxica, sino de maltrato, donde posiblemente uno y otro hayan transitado a la vez el papel de víctima y de perpetrador de la violencia.

Es cierto que la cobertura del caso no se presta a un tratamiento neutral. Además, son muchos los datos que todavía se desconocen y que complican, por tanto, el conocimiento pleno de los hechos. Si bien, el enfrentamiento entre las celebrities pone sobre la mesa uno de los tabúes del feminismo moderno: la violencia no depende, de forma única y exclusiva, del factor género y no encuentra estrictamente una motivación en el machismo. O, dicho de otro modo, el comportamiento violento y delictivo responde, más allá del sexo, a otras variables.  

«La relación entre ambos no se trataría de una tóxica, sino de maltrato, donde posiblemente ambos hayan transitado el papel de víctima y de perpetrador de la violencia»

Esta cuestión, que puede ofender a quienes sostienen que la violencia sí tiene género, debe mantenerse con prudencia. Algunos autores como Johnson defienden que la violencia en el ámbito de la pareja se desarrolla en cuatro contextos: la violencia situacional, el terrorismo en las relaciones íntimas, la resistencia violenta y el control violento mutuo. En España, lo que se conoce jurídicamente como violencia de género encajaría en los dos primeros tipos. Sin embargo, los otros dos contextos revelan una realidad incómoda para quienes reducen toda violencia al machismo o solo contemplan la victimización femenina en la violencia en la pareja.

Negar la violencia bidireccional, su heterogeneidad o defender que se trata de problema menor no es más que una mera creencia. A la luz de las investigaciones, se puede observar cómo los estudios más rigurosos revelan un porcentaje de victimización similar en el ámbito de la pareja entre mujeres y hombres, así como diferentes factores que motivan la conducta violenta y que trascienden el concepto de sexismo. Por tanto, el comportamiento violento no puede reducirse a la retórica del Ministerio de Igualdad.

La evidencia científica contradice su discurso y con ello desmonta el poder que éste puede tener como propaganda política. El servilismo a la ideología a menudo se sustenta en la búsqueda de reconocimiento social. Pero, tristemente, esto tiene un precio en la convivencia entre mujeres y hombres: el abordaje sesgado de la violencia dentro de la pareja, la posibilidad de convertir a los varones en víctimas invisibles y el refuerzo de los estereotipos de género, donde la mujer continúa representándose como un ser abnegado, pasivo e incapaz de ejercer violencia.

A riesgo de que se me acuse de negacionista, conviene insistir en ello, pues mientras se prescinda de una teoría fundamentada y congruente con los datos científicos, se continuará desprotegiendo a los hombres y desatendiendo las necesidades de las mujeres. 

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