Salud

Su mente le manipula (y usted aún no lo sabe)

Estos pequeños atajos se incrustan en nuestro cerebro a causa de las experiencias y la educación que hemos vivido, y aunque tienen el único objetivo de facilitar nuestra toma de decisiones, lo cierto es que también pueden crear percepciones falsas que nos engañen completamente frente a los aspectos objetivos de la realidad.

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Gaspar Uhas
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17
mayo
2022

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Gaspar Uhas

Estos días se está celebrando en el condado de Fairfax, en el estado norteamericano de Virginia, uno de los juicios más mediáticos que Hollywood ha vivido jamás. En él, con motivo de un divorcio tormentoso, se enfrentan Johnny Depp y Amber Heard. Sin haber abierto un manual de derecho en la vida, decenas de miles de fans del actor ya se han posicionado de su lado, preguntándose cómo podría el carismático Jack Sparrow haber abusado de su esposa. De igual forma, asociaciones feministas y seguidores de Heard han secundado sus declaraciones bajo un lema: «Hermana, yo sí te creo».

Estas afirmaciones tan precipitadas, que se han adelantado sin rubor al veredicto de la juez que instruye el caso, son un desliz causado por los llamados ‘sesgos cognitivos’. Entre otros, en el caso que rodea al juicio hay dos particularmente evidentes: el del ‘efecto halo’ y el del ‘favoritismo del endogrupo’.

Los atajos de nuestro cerebro pueden llevarnos al error

Siempre pensamos que los humanos tomábamos decisiones en base a razonamientos lógicos, pero gracias a la publicación en 1973 de The Psycology of Prediction, escrito por Daniel Kahneman y Amos Tversky, la forma de entender nuestro cerebro durante la toma de decisiones cambió por completo. Ambos psicólogos descubrieron que nuestro propio cerebro nos engaña y, lo que es más, que lo hace de forma tan magistral que en ocasiones no somos siquiera capaces de darnos cuenta. El concepto que se elaboró entonces fue el de ‘sesgos cognitivos’, y hace referencia a los pequeños atajos que se incrustan en nuestro cerebro a causa de las experiencias que hemos vivido, la ética y la moral en la que hemos sido educados y la cultura que nos rodea. El engaño, no obstante, no es gratuito. Tiene un único objetivo: facilitar nuestra toma de decisiones.

A causa de los sesgos, ¿podríamos estar actuando en cierta dirección sin ser conscientes de ello?

Sin embargo, pese a que nuestra mente ha creado un recurso que nos facilita la vida y nos ayuda a comprender la realidad de forma más sencilla, liberándonos de cierto grado de incertidumbre, ¿podríamos estar actuando de cierta forma sin ser conscientes de ello?

Volvamos al juicio mencionado líneas más arriba: sea quien sea el culpable, Johnny Depp tiene la suerte de estar amparado por el sesgo del ‘efecto halo’, que determina que una persona que se ha presentado con un aspecto positivo –en este caso, una carrera exitosa en el mundo del cine– ve cómo este se extiende hacia otros rasgos, purificándolo y librándolo de la culpa. Este efecto, no obstante, también puede convertirse en un obstáculo, ya que también puede actuar a la inversa. Una persona que se fije en el consumo de droga y alcohol, por ejemplo, puede extender esta percepción –socialmente clasificada como negativa– a la hora de dirimir su culpabilidad: «¿Cómo no va a maltratar y difamar a su ex esposa si es un alcohólico y un drogadicto?». Ambas conclusiones, la que le exonera y la que le culpabiliza, independientemente del veredicto que se emita en el juzgado, se han obtenido de forma errónea, ya que no tienen en cuenta la realidad, sino tan solo suposiciones; con ello, dejan que nuestro cerebro se salte las pruebas y los testimonios que se están exponiendo en el tribunal.

Una mordaza para la razón

Lamentablemente, los sesgos cognitivos van más allá de que miles de tuiteros viralicen una etiqueta a favor de una celebridad. Estos pueden afectar nuestro día a día de forma claramente negativa, convirtiéndonos en personas poco innovadoras con el sesgo de riesgo cero; anclándonos irracionalmente a ideologías que buscamos confirmar en los medios que nos son afines con el sesgo de confirmación; o provocando actitudes racistas a través del sesgo de estereotipo.

Y no solo nuestro cerebro nos manipula: otras personas, conociendo estos sesgos, pueden tratar de imponernos una opinión positiva o negativa hacia un tema en concreto; una actitud que, por ejemplo, puede afectar al resultado de unas elecciones democráticas. Pérez Martínez y Rodríguez Fernández así lo explican en su investigación, Comportamiento electoral y economía conductual: influencia de los sesgos cognitivos en el contexto electoral: «Los sesgos cognitivos influyen en las decisiones electorales, mostrando el lado subjetivo del elector. Las creencias permiten al votante procesar la información de manera inexacta, justificando su comportamiento electoral». Según la psicóloga cognitivista Pascale Toscani, «es probablemente imposible liberarse de los sesgos cognitivos, independientemente de que seamos jóvenes en fase de aprendizaje o adultos completamente desarrollados». ¿Estamos condenados, por tanto, a ver el mundo desde nuestra óptica?

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