Cómo organizar mejor tu día (según la ciencia)
No existen soluciones milagrosas que nos ayuden a dejar de sentir que las horas del día se nos escapan de las manos. Pero sí una serie de consejos certificados por la evidencia científica de cómo podemos descansar mejor y, así, aprovechar cada segundo de nuestro día.
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No llegamos a todo. O al menos, esa es nuestra sensación. La agotadora exigencia del día a día suele hacer que nos sintamos así, presos de una fatiga crónica o del ahora llamado burnout, especialmente en estos tiempos de teletrabajo forzoso donde los límites entre lo personal y lo laboral se diluyen. Es probable que algunas causas no dependan de nosotros, pero mientras reformamos la sociedad para valorar más el ocio (o el no hacer nada de nada), la ciencia aporta unas cuantas certezas que pueden ayudarnos a descansar más, organizar mejor nuestros días y no solo ser más productivos, sino también disfrutar más de nuestro tiempo improductivo.
La mayor parte de los expertos coinciden en que el rendimiento del día lo determina la noche anterior. Es decir, dependiendo de cómo terminemos la jornada vamos a tener un descanso de mejor o peor calidad, y eso nos ayudará a realizar las tareas del día siguiente con la concentración y energía necesarias (o no). La cena, por ejemplo, influye, y el cuerpo interpretará una comida copiosa como identificativo de actividad. Podemos priorizar alimentos ricos en triptofano, aminoácido necesario para segregar la ansiada melatonina (la hormona del sueño), como es el caso del huevo, cereales (arroz, avena) o verduras como la calabaza o las espinacas.
Pero el factor decisivo es otro: la luz. El cerebro y los ojos del ser humano han evolucionado para mantenernos alerta durante el día y descansar durante la noche, por eso (aunque es un consejo repetido hasta la saciedad) es importante abandonar el móvil durante las horas previas a acostarse y exponerse el mínimo a las luces azules de las pantallas, identificadas por el organismo como luces diurnas. De hecho, para espabilarnos rápido a primera hora siempre vendrá bien la luz natural intensa, que nuestros ojos soportan mejor al comienzo del día precisamente por eso.
Nuestro mayor pico de concentración lo encontramos entre las 10 y las 15 horas de la mañana
En ciertos aspectos tenemos poca opción. La médico y youtuber Clara Carmona explica que podemos creer que somos diurnos o nocturnos, pero el cuerpo humano es el resultado de una evolución determinada. Por ejemplo, hacer ejercicio siempre será mejor que no hacerlo (la OMS recomienda un mínimo de 150 minutos de actividad física aeróbica moderada o de 75 minutos de actividad física intensa a lo largo de la semana), pero la hora del día dependerá de nuestros objetivos: si lo hacemos temprano, tendremos más energía durante el día y dormiremos mejor, pero si lo dejamos para la tarde, al coincidir con la bajada del metabolismo, será un ejercicio más provechoso.
Otro dato en el que coinciden la mayoría de estudios: nuestro pico de concentración lo tenemos entre las 10 y las 15 horas por la mañana. No es cuestión solo de ensayos clínicos, es que lo dicen ya hasta las grandes empresas. Un informe de la consultora Randstad certifica que a partir de esa hora los niveles de energía caen en picado. En cuanto a esas horas de trabajo, Laura Mae, especialista en productividad de Google, tiene una serie de consejos basados en la práctica que se no se alejan demasiado de los de los estudios médicos: organizar las reuniones de manera que no rompan el ritmo del día, hacer listas de tareas asumibles, diferenciar lo importante de lo urgente. Es decir, no sobrecargar nuestro cerebro de decisiones ni estresarlo innecesariamente.
El resumen suena a sentido común, pero no está de más que nos lo recuerden con datos: trabajar menos y mejor, descansar suficiente, comer bien, hacer ejercicio y despejar la mente. No solo para producir más, sino (y más importante) para vivir mejor. En el viejo dilema entre vivir para trabajar o trabajar para vivir, la ciencia lo tiene claro: lo único práctico es lo segundo, porque lo primero es insostenible.
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