Opinión

Retóricas de la intransigencia

El economista Albert O. Hirschman murió sin recibir su premio Nobel, pero legó al mundo una útil reflexión sobre los tres argumentos utilizados sistemáticamente por aquellos que, alentados por el populismo, se resisten al progreso social y al avance de la democracia.

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09
febrero
2022

Decía el economista Joseph Alois Schumpeter que bajo el capitalismo viven dos fuerzas en permanente tensión: la destrucción creativa y el resentimiento. La primera se refiere al proceso de renovación por el cual nuevas y mejores ideas y maneras de hacer las cosas sustituyen a otras anteriores. Este proceso de renovación que damos por hecho tomó cuerpo con la revolución industrial. El resentimiento, por su parte, es la fuerza que actúa en sentido contrario; la resistencia a ese proceso de renovación. El mundo progresa en la medida en que la primera de las fuerzas tiene una intensidad mayor que la segunda. Schumpeter, que era pesimista, creía que el resentimiento finalmente acabaría con el proceso de destrucción creativa y con el progreso.

En 1991, otro economista, Albert O. Hirschman, escribió un ensayo precisamente sobre el resentimiento. Aunque no lo llamó así. Lo tituló Retóricas de la intransigencia, un  libro inolvidable por revelador y certero. No tan conocido por el gran público en España como debería: Hirschman tiene una biografía de las que solo se dan entre los nacidos en Europa central en las primeras décadas del siglo XX. Huyó de la Alemania nazi, combatió en nuestra guerra civil, ayudó a judíos a huir de la Europa ocupada, fue traductor en los juicios de Nuremberg y asesor de presidentes norteamericanos y latinoamericanos. También ejerció de académico en algunas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos.

«Hirschman, advierte de que quienes proponen el progreso y la reforma no están exentos de intransigencia»

Autor de algunos de los ensayos más influyentes sobre economía, ciencias sociales e historia de las ideas, falleció en 2012 a los 97 años de edad sin recibir el Nobel que, sin duda, merecía. En su obituario, The Economist decía que su condición de pensador inclasificable y lo enorme de sus intereses seguramente se lo dificultó.

En Retóricas de la intransigencia, Hirschman describe las tres tesis utilizadas de manera sistemática por aquellos que a lo largo de los últimos 200 años se han resistido al progreso social, desde la extensión de las libertades individuales y del estado de bienestar hasta la democracia y el sufragio universal. Haciendo uso de una analogía newtoniana, Hirschman se refería a los enemigos del progreso como las fuerzas de la reacción.

La primera de las tesis es la de la perversidad. Básicamente, se refiere a que cualquier intento de cambio a mejor del orden político social o económico no solo no provocará el efecto deseado sino que precisamente generará uno contrario al buscado. Este argumento se ha utilizado con frecuencia en contra de la extensión del estado de bienestar.

La segunda de las tesis es la de la futilidad, que vendría a decirnos que intentar cambiar la realidad social es fútil dado que el estatus quo es todopoderoso. Por esta razón no tendría sentido ni siquiera intentarlo. En la actualidad, vemos utilizar esta tesis a aquellos que nos dicen que es inútil tomar medidas para combatir el cambio climático porque el daño ya está hecho. Es también la tesis del cinismo.

«El economista nos ayuda sobre todo a defendernos de populistas y extremistas de ambos signos cuando cuestionan la democracia liberal»

Por último, la tercera tesis de Hirschman es la del riesgo, que dice que el coste del cambio es inaceptable, dado que puede comprometer o destruir logros anteriores. En cada propuesta de reforma ambiental, por citar un ejemplo, siempre hay un grupo de presión que se ampara en esta tesis para tratar de combatirla.

Les recomiendo que hagan la prueba y contrasten con las tesis de Hirschman los argumentos que utilizan quienes se oponen a cualquier mejora de la libertad política y económica de los individuos. Aunque él nos advierte también de que quienes proponen el progreso y la reforma no están exentos de intransigencia y del riesgo de recurrir a argumentos falaces o simplistas.

Retóricas de la intransigencia nos ofrece un marco para entender las dinámicas de progreso y reacción social. Y para defendernos de aquellos que nos venden su «tímida ignorancia», como la denominaba él. El ensayo permite entender bien las posiciones en materias tan relevantes como el cambio climático, la lucha contra el desempleo o la legalización de las drogas. Nos ayuda sobre todo a defendernos de populistas y extremistas de ambos signos cuando cuestionan nuestro modelo de democracia liberal, un modelo que ha conseguido que el estándar de vida de un ciudadano corriente del siglo XXI sea mejor desde todos los puntos de vista –incluyendo el de las comodidades– que el del hombre más rico del mundo en el siglo XIX. Por cierto, acuérdese de Hirschman la próxima vez que escuchen a alguien decir que la subida del salario mínimo provocará el fin del mundo.


Ramón Pueyo Viñuales es economista y socio responsable de sostenibilidad y buen gobierno de KPMG en España.

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