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El círculo virtuoso de la economía electrificada

Para 2050, necesitaremos que la electricidad contribuya en un 60% al consumo total de energía si queremos reducir en un 95% las emisiones. Davide Ciciliato, CEO de Endesa X, explora los pasos a seguir de la mano de la tecnología para electrificar de forma definitiva las economías del futuro.

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Davide Ciciliato, director general de Endesa X.

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Descarbonización, electrificación y digitalización. Tres palabras que se refieren a tres procesos que, apoyados en la innovación, se relacionan entre sí formando el paradigma de la transición energética, un proceso urgente y sin vuelta atrás que reclama cada vez más atención y recursos para poner freno a las emisiones de dióxido de carbono. Y, sobre todo, para poder construir un futuro sostenible e inclusivo.

Una encuesta realizada por la consultora PWC a más de 118 directivos de compañías de electricidad marca el terreno de juego, con sus fortalezas y debilidades, al que se enfrenta el sector. Así, ocho de cada diez altos cargos consideran que estas compañías aún no están preparadas para encontrar su lugar en el nuevo mercado energético que se avecina, más exigente con los compromisos sociales y ambientales.  Hace menos de una década el mundo de la energía no creía en la innovación verde como un activo fundamental de su agenda empresarial, el camino lo marcaban otros objetivos. Pero eso empieza a ser cosa del pasado: seis de cada diez compañías –advierte la encuesta– creen que adaptar el modelo de negocio a los nuevos retos ambientales es clave. La mayoría, casi ocho de cada diez, ya se ha puesto manos a la obra con ello.

Para lograr una economía limpia, la electricidad es una aliada clave y esta requiere de una importante inversión. En total, la Energy Transitions Commission –una alianza integrada por 45 firmas energéticas, bancos e instituciones– estima que hacen falta más de 66 billones de euros para  alcanzar la electrificación de al menos el 70% de la demanda de energía en 2050. No obstante, promete merecer la pena: la transición a la electricidad limpia como principal fuente de energía representa la forma más barata y eficiente de descarbonizar la economía global.

«La digitalización aplicada a los ecosistemas eléctricos permite introducir flexibilidad, control y eficiencia en consumo y costes»

«El momento es ahora. La demanda de una electrificación eficiente y rentable es cada vez mayor, sobre todo en el consumo, y a la hora de cumplir con los objetivos climáticos y mejorar el entorno presente y futuro». Así lo explica Davide Ciciliato, CEO de Endesa X, la línea de negocio de Endesa que nació con el objetivo de ayudar a los clientes a migrar a un escenario energéticamente más sostenible y eficiente; y así promover y facilitar, también en ellos, el cambio y la transición que está experimentando el sector. Endesa X entiende la electrificación como una transición de tecnología e innovación que va desde avances en movilidad eléctrica, tecnología de recarga, servicios de gestión inteligente, eficiencia energética o sistemas de autoconsumo hasta la colaboración entre empresas y redes de investigación. Se trata de un salto de los combustibles fósiles al megavatio que, de otra manera, acabaría incrementando las amenazas del calentamiento global.

Endesa X es la respuesta a ese trabajo de transformación que la compañía lleva tiempo desarrollando con el objetivo de adaptarse a las exigencias de la sociedad. Su fin principal reside en ayudar a los agentes sociales –desde ciudadanos a empresas, además de las administraciones públicas– a formar parte de un escenario neutro en emisiones plantando en ellos esa semilla del cambio en la que insisten los compromisos internacionales contra el cambio climático. Y es que, en la economía verde, «no solo es fundamental descarbonizar la demanda, sino también el consumo urbano, la vivienda, la industria y la movilidad», argumenta Ciciliato.

Así, las nuevas oportunidades de electrificación también implican desarrollar productos y soluciones digitales dirigidas a cuatro sectores fundamentales de la economía que Ciciliato define como e-home, e-industries, e-city y e-mobility. El primero, e-home, hace referencia a las soluciones de consumo energético, equipamiento de hogares con dispositivos smart, e instalaciones solares y tarifas de autoconsumo.  El sector e-industries, por su parte, incluye proyectos de descabonización, así como asesoramiento energético o implantación de sistemas de autoconsumo eléctrico para empresas. El ámbito e-city engloba el acompañamiento a ayuntamientos para crear ciudades más sostenibles. Y, por último, e-mobility, consistente en un ecosistema de soluciones de recarga inteligente tanto para el ámbito privado como público y adaptadas tanto a los consumidores domésticos como de empresa.

«Es necesario aligerar los trámites administrativos y una fiscalidad más beneficiosa para la movilidad eléctrica»

Aunar electrificación y digitalización es clave para que la transición energética tenga sentido. «La aplicación de esta última a los ecosistemas eléctricos introduce flexibilidad, control y, por supuesto, eficiencia en consumo y costes. Además, el aumento imparable de las renovables  acabará disminuyendo el coste medio de la energía que pagan los consumidores», responde Ciciliato respecto de las principales oportunidades económicas de la electrificación. «Asimismo, la electrificación de la economía genera empleo. Sin ir más lejos, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé la generación de entre 107.000 y 135.000 empleos para 2030 solo gracias a la inversión en energía renovable. Y el cambio del modelo energético puede generar cerca de 120.000 puestos directos adicionales al año».

«Pese a que la electrificación de la economía está recibiendo un fuerte impulso, necesita un ritmo más acelerado para cumplir con el Acuerdo de París y con los últimos compromisos recientemente adoptados en Glasgow», reconoce. Ello a pesar de que «los compromisos europeos requieren que el porcentaje de electricidad en el sector energético aumente sustancialmente».

Precisamente, a juicio de Ciciliato, «la falta de incentivos adecuados impiden una mayor y más rápida adopción» de la electrificación en España. Y añade: «La electrificación debe fomentarse de manera directa e indirecta en los sectores energéticos reduciendo los gravámenes para dejar de penalizar a las tecnologías más eficientes en emisiones de carbono». Por ejemplo, el despliegue de la recarga pública de vehículos eléctricos y las redes de distribución son algunos de esos diamantes en bruto que todavía no acaban de pulirse, lo que complica que la ciudadanía se anime a interiorizarlos en su vida.

Cada vez son más los ciudadanos que se decantan por adquirir un coche eléctrico, si bien todavía hay barreras que superar para ayudarles en esta decisión. Quizás la principal aún sea el precio de los vehículos, pese a que ya empiezan a existir modelos mucho más asequibles gracias a las ayudas. Pero también hay otros factores que pesan en la decisión, como la autonomía –aunque en esta línea se está ya haciendo un gran avance– y la velocidad del despliegue en la infraestructura de recarga.  En este punto, los distintos CPOs (Charge Point Operators) están realizando un importante esfuerzo en el mercado español pero, de nuevo, todo este impulso se está viendo lastrado por trabas administrativas. Como los permisos que hacen falta para acometer las obras, que desaceleran el despliegue de estas infraestructuras. A esto hay que añadir la heterogénea normativa entre las diferentes instituciones públicas (local, autonómica o estatal), lo que implica –a parte de los tiempos– una complejidad burocrática elevada a la hora de realizar las obras.

«El aumento imparable de las renovables como principales fuentes de energía acabará disminuyendo el coste medio  que pagan los consumidores»

¿En qué líneas hay que implicarse para acelerar la movilidad sostenible? «Nosotros llevamos trabajando por y para la movilidad eléctrica desde hace más de diez años. Concretamente, en 2018 dimos el pistoletazo de salida a nuestro ambicioso plan de instalar a lo largo y ancho del país hasta 8.500 puntos de recarga de acceso público en media década. A finales de 2020, y aún en el entorno pandémico, cumplimos con el primer objetivo: 2.000 puntos para evitar que la planificación de viajes largos no suponga un reto». Eso sin dejar de lado el entorno rural, que no debe quedarse atrás en la transformación. «Hemos llegado a un acuerdo con Los Pueblos Más Bonitos de España para instalar puntos de recarga también en zonas rurales, ya que de esta manera no solo se facilita la reducción de emisiones, sino que se mejora la calidad del aire, se reduce la contaminación acústica, se promueve la economía local y, por supuesto, se cuida el medio ambiente», defiende. Sin embargo, sigue surgiendo la pregunta sobre qué es lo que falta para que el despliegue de puntos de recarga no sea tan rápido como es necesario. Ciciliato las enumera: por un lado, «la falta de homogeneización de los estándares de instalación y la burocracia de las diferentes Administraciones que están involucradas»; por otro, los costes.

«Las ayudas directas a los usuarios, como las del Plan MOVES, son siempre bienvenidas porque ayudan a paliar el mayor coste actual de un vehículo eléctrico vs uno de combustión interna. Dicho esto, creemos que tendría un impacto mucho mayor si se tuviera una fiscalidad más beneficiosa para los vehículos no contaminantes a través de un IVA reducido. Debe haber buenos vehículos, variados y a un precio asequible por todos. Y, por supuesto, más infraestructuras de recarga para hacer de este mercado una realidad», insiste el CEO de Endesa X. Aunque, tal como señala, «si estos no están acompañados de innovación tecnológica y digitalización, sufrirán una instalación mucho más traumática y costosa».

«En un escenario de descarbonización al 95%, la electricidad debe contribuir en un 60% al consumo total de energía final en 2050»

Ante la previsión de un incremento de los niveles de urbanización –para 2030 casi el 70% de la población global se agrupará en (mega)ciudades– del que se espera que represente un 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero, «es evidente que tenemos que ayudar a que nuestras ciudades sean cada vez más limpias desde el punto de vista energético». «Entre las diferentes tecnologías que pueden contribuir a cumplir con los exigentes objetivos de descarbonización, destaca el despliegue de infraestructura fotovoltaica donde sea posible», señala Ciciliato.

¿Cómo podemos trasladar a los ciudadanos, principales agentes del cambio, las bondades de la electrificación y la digitalización de la energía? «Es complejo, y más en el contexto mediático e informativo sobre los elevados precios de la electricidad. La desinformación que estamos viviendo puede desvirtuar el mensaje de que la electrificación de la economía es la vía inteligente para conseguir el equilibrio económico, social y medioambiental: en un escenario de descarbonización al 95%, la electricidad debe contribuir en un 60% al consumo total de energía final en 2050», defiende.

Como apuntan los propios Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para la concienciación resulta fundamental esa colaboración público-privada que, a ojos de Ciciliato, aún deja mucho que desear. «En la actualidad, la Ley de Contratación del Sector Público no aporta muchas oportunidades a la colaboración. Sin embargo, las empresas estamos deseando poder trabajar junto a las Administraciones y aportar tecnología de eficiencia energética e inversiones adicionales a su esfuerzo». Para conseguirlo, Ciciliato propone el modelo de Empresas de Servicios Energéticos con el que Endesa X ya está trabajando en algunos Ayuntamientos, «a través del cual nos comprometemos a alcanzar unos ahorros que repartimos entre ambos: la Administración consigue reducir su factura energética y nosotros conseguimos recuperar la inversión que hemos realizado». Un quid pro quo en pos de una economía neutra.

En junio de este año, España se encontraba en el camino de superar la generación de renovables registrada en 2020 (un 44% de la cuota general), produciendo más de la mitad de la electricidad con origen renovable. Este hecho evidencia que, si bien parte del camino ya está superado, «hay que seguir trabajando en concienciar a la gente de los impactos positivos de la electrificación en su calidad de vida». La suya, pero también –y sobre todo– la del planeta.

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