Opinión
Inspirando a las niñas de hoy para ser las científicas del futuro
En casi todos los países de Iberoamérica persiste un currículo oculto en el ámbito escolar: las materias como matemáticas o física son obligatorias, pero en los espacios extracurriculares hay una menor presencia de niñas en la programación o la robótica. En un momento crucial como este, debemos facilitar que niñas y niños transiten por la ciencia en condiciones de igualdad.
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COLABORA2021
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Los factores que contribuyen a la desmotivación por carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) provienen desde la primera infancia donde, erróneamente, la imagen de la ciencia ha venido acompañada de estereotipos ligados a la figura de un hombre mayor, excéntrico, con bata blanca y un tubo de ensayo como el modelo de científico. Mejores referentes causan mayores impactos en la niñez.
Desde mi experiencia personal, cuando la elección de mi carrera universitaria se inclinó hacia la matemática pura pasó por una serie de cuestionamientos. ¿Para qué me va a servir esta carrera? ¿Qué iba a hacer una mujer en un campo dominado por hombres? Finalmente elegí una profesión que me apasiona: la economía; pero me he preguntado en incontables ocasiones cuántas vocaciones científicas en niñas y jóvenes se han perdido de manera similar.
Según el Observatorio de Ciencia Tecnología y Sociedad de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), en 2018 la matrícula de las mujeres en la universidad superaba el 55% del global en Iberoamérica; sin embargo, al revisar el desglose de esta cifra, el mayor porcentaje de matrícula se encontraba en las áreas de Educación (73%), Ciencias Sociales, Periodismo e Información (66%), Salud y Bienestar (72%) seguido por Artes y Humanidades (57%), Administración de Empresas y Derecho (59%), con algo de paridad en las Ciencias naturales, Matemáticas y Estadística (53%) y una clara disminución en las carreras de Tecnología de la Información y la Comunicación (21%) y en Ingeniería, Industria y Construcción (32%).
«Excentricidad, locura y rareza asociadas a la ciencia no son la mejor fórmula para atraer a niñas y niños a las áreas científicas»
Estos datos nos muestran que en la región el acceso a la universidad no es el problema, sino la baja representatividad de las mujeres en las carreras STEM. Esto tiene su fundamento en una serie de factores que desincentivan a las mujeres en la elección de estos campos desde temprana edad. Dos de los principales son: los roles basados en estereotipos y el currículo oculto.
Aún hoy, la imagen en muchos de los mensajes asociados a la ciencia que llegan a los niños no constituye una visión atractiva: excentricidad, locura y rareza asociadas no son la mejor fórmula para atraer a niñas y niños a las áreas científicas, más si cabe en un tiempo de sobreexposicición mediática en que muy pocos desearían ser reconocidos con este estereotipo masculino de «raro».
Por otro lado, en casi todos los países de Iberoamérica persiste un currículo oculto que no está anotado en los documentos oficiales, pero que se presenta en el entorno escolar: las materias como matemáticas o ciencias son obligatorias para todos sin distinción; sin embargo, en los espacios extracurriculares, clubes, y materias no obligatorias hay una menor presencia de niñas en áreas como la robótica, la programación o la física, porque todavía permanecen ideas en el entorno social, familiar, e incluso en la escuela de que los niños son mejores, o las niñas son peores para estas materias.
Los resultados de las pruebas PISA en países dan cuenta de cómo esta percepción afecta los resultados en competencias: en matemáticas y ciencia los de los chicos tienden a ser mayores que los de las chicas, y en lectura el rendimiento promedio de los chicos es menor al de las chicas. Esto no se debe a una diferencia innata de su capacidad, sino a los estímulos recibidos por los roles asociados al género y las asignaturas percibidas como masculinas (matemáticas y ciencias) y femeninas (humanidades, artes, etc).
«Todavía permanecen ideas en el entorno social y familiar de que los niños son mejores, o las niñas son peores para algunas materias»
Se han realizado importantes esfuerzos para disminuir las brechas, principalmente en la educación superior con respecto al acceso y permanencia. La tarea pendiente es enlazar los mismos con acciones en educación básica y bachillerato para fomentar las vocaciones científicas desde temprana edad.
Estamos en un momento crucial para este fin. Durante la pandemia por la covid-19 la ciencia tomó un rol prioritario en la respuesta a la crisis, y, por ende, en el discurso. La sociedad en general ha visto hoy, como nunca, que la solución a una cuestión de vida o muerte que nos ha afectado globalmente ha venido desde la ciencia. Abierta esta puerta, debemos facilitar que nuestras niñas y niños transiten por ella, con una asesoría vocacional libre de sesgos por género y políticas educativas que acompañen este despertar de interés en la ciencia.
Así, desde la OEI se están desarrollando varios proyectos para impulsar las vocaciones científicas en niñas y jóvenes en países como Ecuador, Colombia, Argentina y Panamá. En Ecuador, por ejemplo, desde el año 2016 se han abierto diversos espacios como seminarios y muestras itinerantes, para difundir el aporte de las mujeres en la ciencia de nuestra época, como una forma de romper el estereotipo del científico ajeno y alejado a nuestra realidad y dar a las niñas un modelo a seguir de mujeres científicas cercanas y actuales.
En el XIII Congreso de Ciencia, Tecnología y Género, realizado en julio de este año con sede en Ecuador, se hizo notorio cómo la discusión sobre los problemas específicos de género en la ciencia y la tecnología de los países iberoamericanos es un tema de preocupación y estudio actual. Se presentaron 206 ponencias en 10 ejes temáticos que fueron presenciadas por más de 1.000 participantes alrededor de Iberoamérica, un número nunca antes visto en los 25 años de historia de este.
Mucho queda por hacer, y gran parte depende de las acciones que desde todos los sectores se puedan realizar para apoyar a las niñas y niños, en igualdad de condiciones y sin perjuicios en sus vocaciones científicas. Nuestro rol, desde cualquiera de ellos, es impulsar y contribuir a la educación con igualdad de género.
Sara Jaramillo Idrobo es directora de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) en Ecuador.
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