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Canciones para los que no quieren escuchar

DKV une el conocimiento científico a la voz de India Martínez en la primera de las piezas musicales de la campaña ‘Canciones para los que no quieren escuchar’, un proyecto que busca aumentar la conciencia y compromiso sociales con el medio ambiente y la salud a través de la fuerza emocional de la música.

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El mundo, la cultura y las sociedades occidentales se han transformado por completo en menos de un siglo. Aunque suene lejano, hace tan solo unas décadas las mujeres no eran libres para trabajar y los homosexuales se veían forzados a ocultar su amor. Echando la vista atrás, es posible que muchos en 2021 se pregunten cómo podían aceptarse esas situaciones. En parte porque, hasta el momento, era lo que se conocía y, por lo tanto, lo que se veía como normal. Quizás, la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Qué comportamientos del presente pueden terminar pareciéndonos hostiles? ¿Qué verán las generaciones futuras en nuestra cultura cuando miren atrás? En este caso, la respuesta es compleja, primero, porque no podemos saber cómo será la sociedad en el futuro y, segundo –y más importante–, porque es posible que no queden muchas generaciones de humanos si no hacemos nada contra el cambio climático.

El cambio climático, la amenaza silenciosa

Migraciones masivas, eventos climáticos extremos, aumento del nivel del mar, nuevas enfermedades y epidemias… Estas son solo algunas de las consecuencias más evidentes del cambio climático que está detrás del 23% de las muertes mundiales. La degradación medioambiental y la contaminación nos afectan cada día sin que apenas nos demos cuenta: según el informe El aire que respiras: La contaminación atmosférica en las ciudades elaborado por el Observatorio DKV de Salud y Medio Ambiente en colaboración con Ecodes, hasta 93.000 muertes prematuras en España están asociadas con el aire contaminado que respiramos. Una cifra a la que se suma la propensión a padecer enfermedades pulmonares, cardiovasculares, cánceres como el de riñón o vejiga o el envejecimiento cerebral anticipado.

Hasta 93.000 muertes prematuras en España están asociadas con el aire contaminado que respiramos

En este contexto de complicada percepción del riesgo, es más difícil que la población se comprometa con el problema y se esfuerce por mitigarlo. Ignorar estos daños podría ser uno de esos fenómenos hoy aceptados que mañana se verán como una auténtica locura, ya que, como advierte Josep Santacreu, CEO de DKV: «Es imposible pensar en una sociedad sana, si el planeta está enfermo». De hecho, según advierten los científicos del IPCC, si queremos evitar una catástrofe ambiental irreversible, solo tenemos hasta 2030 para transformar nuestro modelo productivo y reducir las emisiones globales en un 45%.

Todavía estamos a tiempo

Tenemos 10 años para actuar. Pero, para mitigar realmente los efectos del cambio climático, «solo con leyes no basta, solo con tecnología no basta, se requiere un profundo cambio individual y colectivo», explica José Ángel Rupérez, presidente de ECODES. Este enorme reto requiere de una reformulación de la mentalidad para que todos los actores –empresas, oenegés, gobiernos, sociedad civil…– transformemos el sistema productivo en uno sostenible y saludable. Ante esta situación, DKV, empresa CeroCO2 desde 2007, presentó a finales del 2020 Planeta Salud, una estrategia de cara a 2030 con la que se compromete a convertirse en la primera aseguradora climático positiva y a plantar 1 millón de árboles, extiendendo su compromiso más allá de sus límites corporativos y convirtiéndose en verdaderos activistas de la salud.

La campaña busca «democratizar la divulgación para que quienes aún no han tomado conciencia, lo hagan», explica Santacreu

Entendiendo la complejidad de un problema que requiere el cambio y compromiso de todos y conscientes de que, como advierte Santacreu «somos la primera generación que puede cambiar realmente las cosas y la última que puede evitar las consecuencias del cambio climático», la aseguradora ha dado un paso al frente. A través de la campaña Canciones para los que no quieren escuchar, la compañía se alía con algunos de los artistas musicales más influyentes del país en un esfuerzo por recoger el conocimiento científico y dotarlo de alma y emoción para que llegue a toda la población. El propósito de la iniciativa, según explica el CEO de DKV, es «democratizar la divulgación para que quienes aún no han tomado conciencia, lo hagan».

Esta campaña se ha abierto con la presentación de la primera canción del proyecto, Dejamos de respirarnos, de India Martínez. Una pieza en la que la que la música, melancólica pero con fuerza esperanzadora, acompaña a una letra que denuncia la paulatina e invisible amenaza climática e invita a actuar en consecuencia: «¿Cuándo vamos a mirar / más allá de nuestro ombligo, / que salvar cielos y mares / también es salvarse a uno mismo?», entona Martínez.

Además, junto a la canción, DKV también ha lanzado un documental en el que se explica, inspirado por el compromiso medioambiental, el proceso de creación de Dejamos de respirarnos. Comenzando con una charla con el director de Negocio Responsable de ECODES, Leo Gutson, Martínez recoge los datos sobre el impacto de la contaminación para después transformarlos en arte y reivindicación. Porque, tal como la cantante explica a la periodista Berta Collado en el documental: «La música es amor, es pureza, es verdad», «creo que con la música, el mensaje se va a trasladar muchísimo mejor».

En 1967, Aretha Franklyn dio a muchas mujeres la oportunidad de cuestionarse su papel en la sociedad a través de Respect, donde se cuenta –o canta– la historia de una esposa que demanda el respeto de su marido. A inicios de los 70, multitud de revoluciones culturales cuestionaron el status quo de la época abriendo nuevos caminos hacia a la integración. La canción fue adoptada como himno de igualdad.

Más tarde, Alaska y Dinarama publicaban en 1986 A quien le importa, una atrevida pieza que animaba a manifestar con libertad la identidad de cada uno y que se convirtió en un símbolo de empoderamiento para muchas personas LGTBIQ+. Estrenados los 90, España empezaba a asentar la formulación democrática del país tras una década de explosión cultural en la que se empezó a normalizar las distintas formas de amar.

Si bien estos cambios no fueron solo fruto de la labor de concienciación de los artistas, sino resultado de complejos procesos sociopolíticos, la música, al igual que otras manifestaciones culturales y artísticas, tiene el poder de apelar a la emoción y pulsar el interruptor mental de la empatía, el compromiso y la acción. Con un reto que abarca áreas como la psicología, la economía, la ecología o la gestión, será necesario consolidar alianzas firmes para que dentro de diez años puedan recordarnos como la generación que, haciéndose escuchar, consiguió salvar la salud de los humanos y la de la Tierra.

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