Energía

Por qué el autoconsumo no es todavía una realidad

La energía solar fotovoltaica aumentó un 65% en 2020, una tendencia que no ha dejado de crecer desde que se derogara el impuesto al sol en 2018. Sin embargo, seguimos a la cola de Europa en autoconsumo: ¿qué tiene que cambiar para que pongamos paneles en nuestros tejados?

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27
abril
2021

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El año 2020 fue, para España, el más verde de su historia en lo que a energía se refiere, tal y como asegura un reciente informe de Red Eléctrica de España. En solo un año, la energía solar fotovoltaica registró un aumento del 65% respecto a los valores del 2019, y lleva en ascenso desde que en 2018 se derogara el impuesto al sol (aquel que, desde 2015, obligaba a los usuarios del autoconsumo a pagar a una compañía eléctrica como si le estuviera suministrando el servicio).

Sin embargo, seguimos a la cola de autoconsumo solar en la Unión Europea. Y esto a pesar de que –según Greenpeace– somos el país con más sol de Europa. Bethlem Boronat, profesora en EAE Business School y experta en sostenibilidad, analiza qué hace falta para seguir avanzando. «El aumento de la energía solar se explica desde varios puntos. El primero es el hecho de que ya no exista una tasa extra, que era un obstáculo muy grande para mucha gente que se lo pudiera plantear», indica. No solo desde el punto de vista económico: «También por una cuestión ideológica. La gente se planteaba por qué tenían que pagar por algo que se estaban sirviendo a sí mismos. No estás consumiendo de la red, pero tienes que seguir pagando. Había gente que, aún teniendo la capacidad económica de hacerlo, no lo hacía porque no le parecía bien».

El segundo motivo que ha impulsado este espectacular aumento en la producción de energía fotovoltaica ha sido la bajada del precio de las instalaciones. «Ahora una instalación familiar te puede costar unos 3.000 euros, un precio que podía llegar a ser tres veces mayor hace algunos años. Era una apuesta bastante seria», recalca Boronat. Este descenso en los costes se debe a los últimos avances tecnológicos que, a ojos de la experta, han supuesto un gran avance. «Las placas antes se hacían más grandes y con materiales más pesados, lo que obligaba en muchas ocasiones a reforzar las estructuras de los edificios y las viviendas. Ahora son mucho más pequeñas y ligeras. Eso se nota en el precio, que es más competitivo y amortizable en un periodo razonable de tiempo. Con el autoconsumo ahorras aproximadamente un 30% de la factura de la luz.

Boronat: «Las empresas tendrán que replantearse cómo apoyar a los ciudadanos para que opten por las energías renovables»

Y un tercer motivo: una sociedad con cada vez más conciencia. Esto se ve, por ejemplo, en las nuevas construcciones «que se hacen con criterios de sostenibilidad. Y no me refiero solo a las viviendas unifamiliares, en las que los gastos son relativamente asumibles, sino a los grandes edificios de pisos (en España hay casi tres veces más que de las unifamiliares)». En las ya construidas, las nuevas generaciones son las que impulsan el cambio. «Siempre hay algún vecino que no quiere, pero los más jóvenes son los que están accediendo a la compra de pisos y resulta mucho más fácil que quieran instalar placas de autoconsumo».

Pero falta camino por recorrer. «Seguimos por detrás del resto de Europa. Basta ver cómo, en las elecciones francesas, los verdes ganaron en varias ciudades (Burdeos, Lion, Marsella). No estamos ahí, ni en lo macro, ni en lo personal: estamos como Alemania o Francia hace diez o quince años. Lo bueno es que avanzamos muy deprisa y nos estamos poniendo al día muy rápido. Y es buena señal, porque con el sol que tenemos no tiene sentido que nos gane Alemania, que no lo ve ni en fotos».

¿Qué nos queda? «Educar a la ciudadanía. Hacer entender a la sociedad la necesidad de usar energías renovables. Aunque cada vez hay más gente concienciada, nos sigue costando… Preferimos los combustibles fósiles y no sabemos el impacto que tienen en el medio ambiente». También falta una reconversión del sector: «Las empresas tendrán que empezar a replantearse cómo ayudar y apoyar a los ciudadanos para que opten por este tipo de sistemas. Tienen que liderar, sobre todo, porque tienen un sello de confianza. Y tienen que encontrar nuevas líneas de negocio que sea de venta de energía, sino de mantenimiento o de servicio, que sigan siendo beneficiosas para ellos pero que no estén relacionadas con el consumo directo de la red», concluye Boronat.

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