Derechos Humanos

La clave para combatir los bulos sobre la vacuna contra la Covid-19 está en la empatía

La covid-19 no es la primera pandemia del mundo y puede que no sea la última. El desafío de nuestro tiempo es qué hemos aprendido del pasado y cómo usamos la ciencia para vencer a este virus con un programa de vacunas impulsado por la comunidad.

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12
febrero
2021
Imagen de una charla sobre la vacunación contra el ébola en República Democrática del Congo.

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Hace unos días la BBC publicaba una noticia sobre cómo las noticias falsas estaban provocando que algunas personas de las comunidades del sur de Asia en el Reino Unido estuvieran rechazando la vacuna contra la Covid-19. Hemos comenzado el 2021 con cierto optimismo y esperanza en que las cosas van a ser diferentes gracias a las vacunas. Pero para muchos de nosotros comienza una etapa difícil de lucha contra la desinformación y los bulos, para conseguir que su distribución y aplicación sea una realidad en todas las comunidades.

El trabajo que he realizado durante los últimos seis años ha consistido en la introducción de una vacuna contra el ébola en Sierra Leona, República Democrática del Congo, Ruanda y Uganda. Esa experiencia me da confianza en la implementación de las vacunas para frenar la covid-19 en todo el mundo, incluso en los entornos más difíciles y peligrosos. Después de todo, ya lo hemos hecho en lugares asolados por el conflicto y la inseguridad, la desinformación y los rumores, y donde las infraestructuras, carreteras y transportes, y los sistemas de salud a menudo se ven interrumpidos y colapsados.

He podido comprobar cuán vital es que las sociedades trabajen juntas. Algunos de los mejores sistemas de salud del mundo parecen estar luchando en este momento para hacer llegar la vacuna a la mayor cantidad posible de personas vulnerables. Imagínense lo que es hacer esto en un entorno políticamente frágil, donde el conflicto armado y la inseguridad están siempre presentes, la infraestructura de salud es deficiente o inexistente y donde los brotes de enfermedades son constantes. Puedo decirles que es posible, pero solo si todas las partes interesadas están comprometidas, comprenden su función y contribuyen a lograr el objetivo compartido.

Como muchos de nosotros hemos dicho a lo largo de 2020, la covid-19 no es la primera pandemia del mundo y puede que no sea la última. El desafío de nuestro tiempo es qué hemos aprendido del pasado y cómo usamos la ciencia para vencer a este virus con un programa de vacunas impulsado por la comunidad. Hay cuatro lecciones que creo que debemos tener en cuenta.

Donde las pandemias separan a las personas, las vacunas pueden unirlas

El coronavirus ha puesto de manifiesto en todo el mundo divisiones en el terreno político, pero como dijo un sabio, la muerte es la única democracia verdadera e igualitaria. Creo que esta es la razón por la que también hemos visto epidemias que unen a rivales políticos: en Sierra Leona, durante el brote de ébola, por ejemplo, el entonces líder de la oposición trabajó con el presidente en ejercicio para transmitir un mensaje único.

El tamaño no importa cuando se trata de una asociación

Cuando se introducen las vacunas, no hay socios pequeños o grandes. Todos los socios son iguales, todas las voces son esenciales y toda contribución es bienvenida, incluso la de aquellos que se oponen, porque así nos permiten comprender lo desconocido y participar de la manera más apropiada con los mensajes correctos. Es normal ofrecer resistencia durante la introducción de cualquier vacuna, lo que puede no ser acertado es cómo respondemos y nos relacionamos con quienes dudan en ponérsela. Debemos desafiarnos a nosotros mismos y a los demás a participar en conversaciones productivas.

Hablar menos, escuchar más

Esta es la fórmula mágica para aumentar la aceptación de las vacunas. No se trata de cuánto sabemos sobre las vacunas –información que ya está disponible públicamente– sino de cuánto estamos dispuestos a escuchar y comprender por qué la ciencia y los beneficios públicos en general no son apreciados por todos en una comunidad. El mundo necesita ahora líderes en todos los entornos, desde el hogar, la aldea y la comunidad hasta en los ministerios de salud, para escuchar con atención y participar proactivamente en cómo abordar los temores y preocupaciones de las comunidades.

La desinformación aflora en ausencia de información de calidad

Hay razones psicológicas por las que las personas son más susceptibles a creer y difundir rumores e información errónea. Comprender, reconocer y responder a esas razones ayudará a abordar por qué las personas son vulnerables a los bulos. Un factor clave en la lucha contra la desinformación es la participación de la comunidad.

Quizás la lección más importante que he aprendido, al trabajar con líderes religiosos, trabajadores de la salud y comunidades para asegurar que 130.000 personas recibieran una vacuna de dos dosis, es la necesidad de empatizar con los demás; todos necesitamos ser comprendidos.

Es razonable que la gente esté asustada, cansada y frustrada. Decirles que se equivocan al oponerse a una vacuna no ayuda; trabajar con ellos para pensar críticamente sobre sus fuentes de información es mucho más efectivo.


Robert Kanwagi es coordinador del programa para la implementación y aceptación de la vacuna contra el ébola World Vision

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