Cambio Climático

«El compromiso ciudadano brilla por su ausencia, especialmente en Estados Unidos»

El profesor de Harvard Thomas P. Gloria analiza el presente y futuro de la transición ecológica en Estados Unidos y la revolución social y democrática aparejada al Green New Deal.

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Matadero Madrid
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08
julio
2019

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El Green New Deal es una de las propuestas políticas más controvertidas de los últimos años: mientras Alexandria Ocasio-Cortez defiende a capa y espada esta iniciativa demócrata, el partido republicano pone en duda que Estados Unidos pueda conseguir reducir sus emisiones de carbono en 2030 y transitar hacia una economía libre de carbono en 2050. Sin embargo, «es viable, factible y la única manera de poder caminar hacia las energías limpias», explica Thomas P. Gloria, director del Programa de Sostenibilidad de la División de Formación Continua de la Universidad de Harvard, durante un ‘Diálogo (im)probable’ que se enmarca en las actividades del Instituto Mutante de Narrativas Ambientales, una iniciativa de Matadero Madrid y el Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid. El cambio climático, nuestra adaptación como especie y los peligros de que los grupos más vulnerables de la sociedad se queden fuera de la transición energética son los ámbitos en los que se centra el trabajo académico de este profesor estadounidense. Hablamos con él sobre los retos a los que se enfrenta la sociedad de Estados Unidos en los próximos años en su camino hacia la descarbonización de la economía.

A pesar de las trabas que la Administración Trump pone a las renovables, parece que Estados Unidos está apostando por este tipo de energía. ¿Es un espejismo o realmente se está produciendo una transición energética?

Es verdad que, aunque a nivel nacional no se promuevan las renovables como tal, a nivel local y estatal sí que se está llevando a cabo una apuesta importante. Sin embargo, el alcance de esa transición dependerá de lo que hagamos con el gas natural: ahora mismo, a nivel político, se sigue vendiendo como si no fuese un combustible fósil altamente contaminante. Si dejan de favorecerse a nivel impositivo las instalaciones de gas natural, entonces las renovables podrán competir de verdad. Aunque se estén cerrando minas, centrales nucleares y plantas de carbón, si se sigue apostando por el gas, la transición real hacia la energía limpia será más complicada. En los próximos años, a muy corto plazo, podremos ver de verdad hacia dónde nos movemos.

«Si dejan de favorecerse a nivel impositivo las instalaciones de gas natural, entonces las renovables podrán competir de verdad»

Siendo realistas, ¿podemos conseguir una economía libre de carbono en 2050 como asegura el Green New Deal?

Es completamente posible, tanto en Estados Unidos como en cualquier otro lugar. Desde un punto de vista económico y tecnológico se podría lograr incluso antes. Disponemos ya de la tecnología necesaria para la transición, pero lo que nos retiene a la hora de desarrollar todo su potencial es nuestra propia incapacidad para gobernarnos a nosotros mismos. Se trata de un problema político en todos los niveles, es decir, es una cuestión de política personal y de Estado. La tecnología y la economía no son un problema en sí, ya que existen los medios para movernos hacia un mundo 100% limpio.

¿A qué se debe ese problema político? ¿No está la sociedad americana movilizándose para cambiar el statu quo?

Vivimos en una época en la que el compromiso ciudadano brilla por su ausencia, especialmente en Estados Unidos. En mi país es muy común que, por ejemplo, en la mayoría de los distritos electorales solo vote la gente mayor y que las generaciones más jóvenes se queden completamente fuera del proceso de toma de decisiones. Como consecuencia directa, hay una disparidad a nivel de representación política, y este es tan solo uno de los problemas a los que nos enfrentamos como sociedad. Por ejemplo, prácticamente todas las ciudades segregan y distribuyen a su población por etnias: tenemos a todos los afroamericanos congregados en un lugar específico en vez de dispersados por toda la geografía municipal. Esto hace que el voto se distribuya de una manera determinada y, por tanto, una pequeña minoría —normalmente gente blanca y con un nivel económico alto— retenga un poder político importante en determinados barrios que, a su vez, tienen más peso a la hora de elegir representantes. A este problema político le tenemos que sumar la necesidad, cada vez mayor, de que la gente se organice, que se comprometa, que forme parte de una comunidad para reivindicar una transición que no solo beneficiará al planeta en sí, sino que es imprescindible para la supervivencia de la raza humana. Por suerte, parece que esta falta de compromiso de la sociedad civil está cambiando de forma inspiradora. El Sunrise Movement —un grupo de jóvenes muy activos a nivel político que han llegado para darle un impulso al Green New Deal— cada vez tiene más apoyos ya no solo de gente de su edad, sino también de personas mayores.

Prof. Tom Gloria Estados Unidos

¿Crees que la Generación Z, impulsora de iniciativas como ese Sunrise Movement o los Fridays For Future, puede transformar el panorama político de Estados Unidos de manera que la agenda climática cobre relevancia en las elecciones del próximo año?

«La generación de menores que todavía no pueden votar está muy comprometida, pero aún no hay un gran movimiento a nivel climático en Estados Unidos»

Hemos visto que esa generación de menores que todavía no pueden votar está comprometida y se involucra. Se han dado cuenta de la importancia de la participación ciudadana activa en la vida política, mientras que la generación anterior no tiene esa conciencia. Sin embargo, aún no hay una gran presión o un gran movimiento a nivel climático en Estados Unidos. La primera vez que los vimos salir a la calle fue tras el tiroteo en Parkland (Florida), que marcó un antes y un después. El instituto entero plantó cara a sus mayores y gritó alto y claro que o se toman medidas efectivas o sus vidas nunca dejarán de estar en peligro. Dijeron lo que muchos sabíamos: que el control de armas está fuera de control. Vivimos un momento histórico muy interesante, ya que los jóvenes adultos empiezan a despertar y a tomar las riendas de forma muy activa. Si lo pensamos detenidamente, la participación ciudadana en política se ha saltado una generación: los jóvenes de los 60 eran muy activos; después, llegó el silencio total, desaparecimos —esa es mi generación— completamente; y ahora hay otra generación comprometida exigiendo un hueco en la vida política. Sin duda, tenemos motivos suficientes para ser optimistas: aunque sea muy lentamente, las cosas están cambiando y nos dirigimos hacia una transición real en todos los sentidos.

En relación con la reversión de Madrid Central o los comentarios republicanos que tildan de «izquierdista» el Green New Deal en Estados Unidos, ¿cómo podemos conseguir que las secciones más conservadoras dejen de ver el cambio climático como un tema partidista que solo interesa a la izquierda?

«Los alcaldes, al menos en mi país, tienen mucha independencia para promover cambios muy relevantes a nivel local e incluso estatal»

Según el IPCC, si el planeta se calienta 1,5ºC, nos encontraremos ante una crisis sin precedentes y 350 millones de personas se convertirán en refugiadas climáticas. Estamos ante un problema que nos afecta a todos, ya no solo a las generaciones futuras. Sin embargo, algunos aún no lo entienden, y por eso es importante relacionar el cambio climático con historias y conexiones personales. Podemos compararlo con el increíble incremento de los niveles de aceptación de la comunidad LGTBI+ en Estados Unidos en las últimas décadas: sucedió porque la gente tenía un hijo, una hermana, un amigo o una vecina… Si conoces una situación de primera mano se convierte también en parte de tu propia historia. Por eso es muy importante conectar, y la manera más fácil de hacerlo es a través de los desastres naturales: por ejemplo, cuando en California murieron cientos de personas por culpa de un fenómeno climático (una tormenta, en este caso) que debería ocurrir cada siglo pero que ahora sucede cada dos años. La solución la encontramos en nuestra tendencia humana a involucrarnos cuando ocurre una catástrofe, y la mejor muestra de ello en Estados Unidos son los ayuntamientos. Las ciudades, los condados e, incluso, los Estados —aunque no todos— están empezando a entender que estos fenómenos están relacionados con el cambio climático y que tal vez sea hora de hacer algo. Por eso es muy importante crear vínculos y relaciones fuertes y sólidas entre la sociedad civil, la ciudadanía y la política municipal. Los alcaldes, al menos en mi país, tienen mucha independencia para promover cambios muy relevantes a nivel local e incluso estatal. En política, la gente siempre está más dispuesta a asumir riesgos, por decirlo de alguna manera, y a llevar a cabo cambios a nivel local. Tenemos que dejar atrás el «piensa de manera global y actúa de manera local» y empezar a pensar de manera local para actuar a gran escala, globalmente. Para ello propongo un reto personal a todos los ciudadanos de este planeta: reflexiona por un momento sobre qué significa para ti la palabra sostenibilidad y cómo puedes ponerla en marcha. Después, cuéntaselo a alguien y conviértete en un motor del cambio.

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