Siglo XXI

France Télécom o el acoso laboral a gran escala

Hace diez años, 19 empleados del gigante de telecomunicaciones francés se suicidaron, algunos en sus puestos de trabajo. Ahora, los exdirectivos de la empresa se enfrentan a un juicio por haber orquestado un sistema de maltrato laboral institucionalizado.

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23
mayo
2019

Hace diez años, una ola de suicidios recorrió el sistema nervioso de la mayor operadora telefónica de Francia: France Télécom, desde 2013 conocida como Orange. Ahora, siete exdirectivos de la compañía se sientan en el banquillo del Tribunal Correccional de París acusados de haber promovido un sistema a gran escala de acoso moral y maltrato laboral. Según está previsto, el juicio durará cerca de un mes. Sus repercusiones, en cambio, podrían modificar el futuro de las relaciones entre empresarios y trabajadores a nivel europeo.

Los hechos del caso France Télécom se remontan a 2008. La antigua empresa pública se había comenzado a privatizar en 1997, aunque no fue hasta siete años después cuando el Estado se desprendió de todas las participaciones que tenía en el capital. Con el fin del proceso, que coincidió con el ferviente desarrollo de las telecomunicaciones, el consecuente aumento de la competitividad y una crisis financiera mundial asomando a la vuelta de la esquina, France Télécom activó un plan de reestructuración de la plantilla que contemplaba la reducción de 22.000 puestos de trabajo sobre un total de 120.000.

La idea era sobrevivir al endeudamiento y sumergirse en la competitividad de precios. Sin embargo, que más de la mitad de los empleados conservasen su condición de funcionarios dificultaba los despidos. Se pactaron prejubilaciones y salidas voluntarias, pero no fueron suficientes para llegar a los números deseados.

Se acusa a la empresa de favorecer un clima de hostigamiento moral generalizado

En medio del plan, entre 2008 y 2009, comenzaron a registrarse una serie de trágicos episodios que hicieron saltar todas las alarmas. Hubo al menos 19 suicidios —algunos en el lugar de trabajo—, 12 intentos y casi una decena de bajas por depresión y ansiedad. Inspección de Trabajo decidió entonces elaborar un informe sobre la situación. Le siguió una demanda del sindicato y una investigación de la Fiscalía de París que culminó un año después con una acusación de «acoso moral» dirigida hacia el expresidente de la compañía, Didier Lombard, a su número dos, Louis-Pierre Wenès, y al director de Recursos Humanos, Olivier Barberot, junto a otros tres directivos.

Aunque el delito de «acoso moral» está tipificado desde 2002 en el Artículo 223 del Código Penal de Francia, lo extraordinario no es tanto el qué sino, sobre todo, el modo en el que se llevó a cabo, sostiene Fernando Barbancho Tovillas, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Barcelona. «Se trata de un proceso inédito, porque no fue una situación aislada de acoso dentro de una empresa, sino que, presuntamente, se trataba de un método de trabajo organizado y orquestado por la cúpula para menoscabar la integridad moral de los trabajadores». Por eso, continúa el experto, «se juzga a los directivos que implantaron una estrategia de casi hostigamiento para conseguir unos buenos resultados económicos».

Los acusados se enfrentan hasta un año de cárcel y a multas de 15.000 euros

Esta agresiva estrategia corporativa se refleja en algunos de los testimonios de aquellos que decidieron quitarse la vida. De los casos documentados, el rotativo francés Le Monde recoge la historia de Stéphanie Moison, de 32 años, que se tiró por la ventana de la oficina, o de Nicolas Grenoville, de 28 años, que antes de ahorcarse escribió: «No soporto este trabajo y a France Télécome no le importa».

También la fiscalía sostiene que se implantó una política empresarial «orientada a desestabilizar a los trabajadores para crear un clima laboral que provocase ansiedad» y así favorecer las renuncias de los funcionarios asalariados. Ese plan se materializó en un exceso de trabajo, aislamientos, constantes traslados de sede injustificados y la eliminación de puestos de trabajo.

Marta Vizcaíno Rakosnik, psicóloga especializada en Peritación Civil, Laboral y Penal, sostiene que el mobbing empieza con absentismos, bajas laborales y faltas de atención. Continúa con cansancio (porque no duermes por las noches), ansiedad y depresión. Finaliza, según defiende la experta, «cuando el trabajador empieza a cometer fallos y la organización utiliza eso para justificarse, acusándole de bajo rendimiento, y acabe marchándose». Ni las víctimas ni los testigos de esta situación, conocida en psicología como ‘síndrome de Burnout’ o síndrome del trabajador quemado, suelen denunciarlo por miedo a perder el trabajo.

A día de hoy no se ha registrado ningún caso de acoso laboral institucionalizado en España. Sin embargo, la resolución del juicio a la excúpula de France Télécom, que se enfrenta a penas de hasta un año de prisión y a multas de 15.000 euros, podría incidir en la normativa española y en la del resto de estados europeos.

«La sentencia no repercutirá directamente en nuestro país, pero podría contener hechos o menciones que condicionasen a los países de la Unión Europea», explica Miquel Queralt, abogado especializado en Derecho Laboral y de Seguridad Social. «Podríamos llegar a plantearnos si debe ser o no obligatorio un protocolo de riesgos psicosociales. Eso luego podría convertirse en una directiva europea», matiza.

Miquel Queralt: «La sentencia podría condicionar a las normativas de la UE»

Queralt señala que en la actual Ley de Prevención de Riesgos Laborales de España, las empresas no tienen la obligación de evaluar el riesgo de acoso, pero sí están obligadas a tener mecanismos para que se puedan denunciar. Estos protocolos, añade, normalmente se incluyen en los planes de igualdad —desde el pasado marzo, obligatorios por Real Decreto Ley en todas las empresas— y deben contemplar riesgos como el acoso sexual, moral y laboral.

En el mejor de los casos, la estrategia de acoso moral institucionalizado de France Télécom no volverá a repetirse. Sin embargo, según expertos y sindicatos, activar unos mecanismos de sensibilización en toda la jerarquía empresarial podría ayudar a prevenir aún más los casos de acoso tanto individuales como y generalizados. Al menos en España, quedan aún algunos flecos por resolver en esta cuestión. Aunque en 2017 la Asociación contra el Acoso Psicológico y Moral en el trabajo estimó que el 15% de los empleados sufrían mobbing, pocos casos han llegado a los tribunales. Existen diversos motivos que podrían explicar el porqué: entre ellos, el hecho de que enfermedades sintomatológicas del acoso laboral como la ansiedad, el estrés o la depresión no están consideradas como enfermedades profesionales en el sistema de la Seguridad Social.

Así, el juicio de France Télécom podría crear un referente a nivel legal. Desde un punto de vista social, la oleada masiva de suicidios y la estrategia empresarial agresiva y deshumanizadora deja, cuando menos, una reflexión en el aire sobre la salud de las relaciones laborales.

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