Opinión

En la jaula del tiempo

La explosión digital le otorga al ejercicio de la manipulación una nueva dimensión y una poderosa velocidad: de ahí la eclosión de la turbopolítica, donde, al igual que en el periodismo, se estrecha el margen para la reflexión.

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11
marzo
2019

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Otra vez me ha atrapado el tiempo, esa jaula que consume al hombre moderno mientras suenan las alarmas de los sistemas de producción. Otra vez tengo que encender el ordenador en la penumbra de la noche, en una habitación de un hotel remoto. Otra vez siento la respiración de mis hijas, Lea y Bruna, mientras me dispongo a escribir estas líneas. ¿Soy el único al que le ocurre esto? A veces trabajar tiene para mí algo de clandestinidad.

«La sostenibilidad, recogida en la Agenda 2030, no es otra cosa que la contemporización de los valores de la Ilustración»

De alguna forma, la noche y el silencio ordenan el caos. Abro el archivo digital que me han enviado: el número 39 brilla en mi pantalla y traza un halo de luz tenue, que desafía con soberbia al reino de la oscuridad. Enseguida percibo que va a ser un buen número de Ethic, quizá otro gran número de Ethic. Me pongo los cascos para escuchar, mientras repaso estas páginas, un disco que en 2005 publicó la banda instrumental Múm: Yesterday was dramatic, today is ok. Leo en nuestro reportaje principal que en las redes puede haber más de cincuenta millones de bots manipulando información y que los gestores de Twitter detectan 3,3 millones de cuentas sospechosas a la semana. La manipulación siempre ha existido: desde la leyenda negra contra España (que incluso Verdi, con un afán ilustrado un tanto desviado y mendaz, llevó a una ópera universal) a las armas de destrucción masiva que precedieron a la lluvia de bombas sobre Irak. Pero la explosión digital le otorga al ejercicio de la manipulación una nueva dimensión y una poderosa velocidad: de ahí la eclosión de la turbopolítica, donde, al igual que en el periodismo, se estrecha el margen para la reflexión. Lo que es retorcidamente complejo parece de repente sencillo. Recibes un mensaje a través de WhatsApp: otra persona educada y razonablemente culta te envía una noticia falsa, y a ti te cuesta entender cómo ha podido tragarse semejante patraña. Dicen que la gran diferencia de la posverdad con respecto a la mentira radica en la disponibilidad del individuo a aceptar el engaño. Puede ser una explicación. Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) refleja, además, que la mentira viaja y se propaga por la redes con una velocidad significativamente superior a la verdad. Y mientras, la corrección política también extiende su manto de puritanismo y censura sobre la realidad.

Mañana seguiré conduciendo por una carretera de Estados Unidos. Ahora, antes de volver a la cama, sigo viajando por las páginas de Ethic. En este mundo de bandos y de sectas, de muros, salvapatrias y pirómanos en coche oficial, siempre se agradecen los esfuerzos por la pluralidad. Nos unen más cosas (y mucho más importantes) de las que nos separan. La sostenibilidad, recogida en la Agenda 2030, no es otra cosa que la contemporización de los valores de la Ilustración. Por eso, en este viaje cabemos todos los que creemos en la igualdad, el progreso humanista y la libertad.

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