Medio Ambiente

«La batalla de la Comunidad contra Madrid Central es una postura negacionista»

Hablamos con Inés Sabanés, delegada de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid.

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Javier Del Rosal
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15
noviembre
2018

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Javier Del Rosal

Es necesario que llueva entre 15 y 20 minutos, según cifran los expertos, para limpiar los contaminantes de la atmósfera. En ese caso, podemos decir que el cielo de Madrid se ha tomado un respiro cuando llegamos, paraguas en mano, al Ayuntamiento: allí nos cita la delegada de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés, días antes de la entrada en vigor de Madrid Central, el proyecto estrella del Gobierno de Manuela Carmena, que pretende despejar el centro de vehículos a motor.

El próximo 30 de noviembre entra en vigor Madrid Central, un plan que arrastra una larga lista de críticas. ¿Qué papel jugará en la lucha contra la contaminación?

Es la primera medida de movilidad del Plan A de calidad de aire y cambio climático, no porque sea la única, sino porque es muy importante. Juega un papel fundamental en la reducción de la contaminación en ese entorno, clarísimamente. Pero, al combinar la prioridad residencial, es decir, la limitación de vehículos, con tecnologías limpias, se produce un importante efecto en la reducción de la contaminación de la zona, y también en la idea de cambio progresivo en toda la ciudad. Si avanzamos en la renovación hacia vehículos limpios -nosotros lo hacemos desde el sector público, pero va a ser muy importante la flota privada-, se produce una influencia en el conjunto de la ciudad. No solo hablamos de tecnología, de salud y de lucha contra la contaminación, también hablamos de un reparto más equilibrado del espacio público, primando el transporte público y otros modos de movilidad alternativa.

¿Os habéis inspirado en alguna ciudad, ya sea española o europea?

Por tamaño del área de actuación, me atrevería a decir que Madrid Central es bastante referencia en sí misma. Aunque hay una evaluación de la experiencia de las cuatro APR (Áreas de Prioridad Residencial), trasladándola a un concepto de zona de baja emisión, que nos requería Europa. No olvidemos que, pese a toda la polémica, hay cuatro APR en funcionamiento, que abarcan el 50% del distrito centro. Además, también tenemos la experiencia de otras zonas como Pontevedra o Sevilla. En ciudades como Londres se han tomado medidas más enfocadas a las tasas y nosotros no hemos entrado ahí. Nosotros mezclamos dos elementos que, creo, son muy importantes: una movilidad más sostenible y el uso de tecnologías limpias.

«No solo hablamos de lucha contra la contaminación, también de un reparto más equilibrado del espacio público»

La contaminación en las ciudades se ha convertido en un problema de salud pública que provoca incluso más muertes que los accidentes de tráfico. Para 2050, cuando el 70% de la población viva en núcleos urbanos, podrían duplicarse, según los estudios. ¿Qué porcentaje de emisiones calculáis reducir con el nuevo plan?

El 40%. Lo que pasa es que, en el análisis previo, hay una combinación de medidas del conjunto de la ciudad: Madrid Central, carriles bus, cambio de tecnología de los vehículos, vías ciclistas… para llegar al compromiso que nos ha pedido la Unión Europea de reducir el 23% de las emisiones en todo el conjunto de la ciudad con el Plan A, que incluye medidas de movilidad, de renovación energética del parque de viviendas, la petición de carril bus-vao en toda la ciudad… Aquí, la infraestructura verde también juega un papel fundamental, y por eso hemos desarrollado proyectos de reforestación, que consisten en utilizar zonas de plantaciones para efectos sumideros.

Inés Sabanés nos recibe en su despacho del Ayuntamiento de Madrid

En ese desarrollo de infraestructura verde, ¿qué hay de la rehabilitación de viviendas?

Por un lado está el Plan Madre, que consiste en la rehabilitación de viviendas atendiendo a criterios de ahorro energético. Y luego está el proyecto Madrid Más Natural, que trabaja a escala de edificio, procurando que haya las máximas cubiertas vegetales posibles, y a escala barrio, para que haya más islas de calor que se concentran en determinadas zonas de la ciudad para buscarles corredores ecológicos. La Red de Naturalización del Río Manzanares es el proyecto que vertebra todo esto.

Habéis recibido críticas de Comisiones Obreras, al considerar que Madrid Central no tiene un enfoque suficientemente social, al sustentarse en la máxima de que ‘quien más contamina, paga’.

Nos hemos reunido con ellos y hemos alcanzado una visión común respecto a lo positivo de Madrid Central y a la necesidad de crear espacios de movilidad que no solo sean el área central, sino, por ejemplo, todos los planes de movilidad laboral, que en Madrid tienen un gran efecto, no tanto en el centro, pero sí en ciudades como la del BBVA o el Santander. Aquí es importante, por un lado, que el transporte público funcione al milímetro y, por otro lado, en estas granes áreas de concentración de trabajadores, tenemos que implementar transportes públicos o sistemas alternativos que lleguen hasta allí, porque, si cada trabajador va en coche, no hay manera de arreglar esto.

«Si se mira la calla Fuencarral o la calle Preciados, se ve que no habido un perjuicio económico, sino lo contrario»

Comisiones quería una visión más amplia de la movilidad y vamos a trabajar en ello, pero les diría que, primero, tenemos que constatar que, en aquellos espacios en los que se ha trabajado para reducir el impacto del vehículo privado y para peatonalizar, se ha producido una prosperidad económica. Por ejemplo, si se mira la calla Fuencarral o la calle Preciados, se ve que no habido un perjuicio económico, sino lo contrario. «Bajas emisiones» es una orientación de la Unión Europea y ya hay 200 en total por toda Europa. Por ejemplo, París ha peatonalizado -con apoyo de la justicia- la rivera del Sena. Yo creo que todas las zonas que tienen un menor impacto del vehículo, de la contaminación, y que tienen un buen transporte público -que el centro de Madrid lo tiene- se ven beneficiadas. Además, solo el 11% de los viajes al centro de Madrid se hacen en vehículo privado.

¿Podrá soportar la red de transporte público el crecimiento, forzado a corto plazo, y natural a largo, del número de usuarios? ¿Se van a reforzar los servicios?

Actuamos, principalmente, sobre los vehículos de paso y sobre los que no tienen etiqueta ambiental. Eso hace una suma total de alrededor de 76.000 vehículos; 58.000 de paso y 18.000 sin etiqueta, teniendo en cuenta que de estos últimos puede haber muchos autorizados porque sean de reparto, comerciales o residentes. Entonces, por supuesto que el transporte público está preparado para absorber esa demanda. Otra cuestión es que la gestión del metro en ese momento presente problemas, pero eso es otra historia. Metro tiene que recuperar su frecuencia, pero no porque entre en vigor Madrid Central, sino porque somos muchos los que nos movemos con él y ya hay de manera habitual retrasos y colapsos. Me temo que la Comunidad trata de endosarle a Madrid Central lo que es un problema estructural de falta de vagones y de conductores. EMT, que es de competencia del Ayuntamiento, ha hecho renovación de la flota, estudio de conductores y el análisis necesario de líneas. Si no tenemos más es porque el consorcio; donde tiene mayoría la Comunidad; a veces no nos permite ampliarlo como quisiéramos.

Es un hecho evidente que la ecologización urbana mejora la calidad ambiental del aire, pero estos espacios verdes dan lugar, a la vez, a viviendas más atractivas, lo que hace que el precio de los inmuebles aumente y perjudique a las clases más desfavorecidas. Es un fenómeno que se conoce como ‘gentrificación verde’. ¿Pueden ser las ciudades verdes realmente inclusivas?

Totalmente. Nosotros unimos a la estrategia de zonas verdes la biodiversidad porque, de hecho, Madrid donde tiene menos árboles por habitante es en el centro de la ciudad. Lo que hay que hacer es un plan estratégico de infraestructuras verdes que asegure que, efectivamente, todos los distritos y barrios tienen el mismo nivel de calidad de vida. Hemos devuelto a las zonas complicadas de la ciudad la naturaleza. Salimos al campo a por naturaleza, y está muy bien, pero también hay que devolvérsela a la ciudad.

¿En qué medida los tratados internacionales, encabezados por el Acuerdo de París y los ODS, impulsan el trabajo de los Ayuntamientos hacia la construcción de ciudades verdes?  

Yo creo que las ciudades, independientemente de sus estructuras de Gobierno, por sí mismas, han adquirido y quieren adquirir compromisos mayores incluso que los Estados. Para nosotros es la salud calidad de vida de los ciudadanos que viven en cada barrio. Las ciudades están, por suerte, firmemente comprometidas. Es verdad que habría que ayudar en su financiación o, al menos, no entorpecer.

«Con Madrid Central se reducirán un 40% las emisiones contaminantes»

Tenemos que trabajar en la lucha contra el cambio climático, pero también en las medidas de adaptación porque ya lo tenemos encima. También está el problema de los residuos: hay que tener en cuenta que en Madrid hasta hace muy poco no se recogían de manera separada los residuos orgánicos. Creo que las ciudades juegan un papel fundamental, se comprometen y lo asumen porque la realidad nos obliga y nos impulsa. Por eso, ya no pido ayudas, pero sí que aquellas medidas relativas a la lucha contra el cambio climático pudieran estar excluidas del cómputo de la regla de gasto que limita la capacidad de gasto los ayuntamientos.

Recientemente, la ONU lanzó un dato alarmante constatando la necesidad de limitar el calentamiento global a 1,5 grados. Este escenario parece no remover a los negacionistas, con Trump a la cabeza.

No hay que ir tan lejos. Yo tengo al lado las propuestas negacionistas. La batalla que está librando la Comunidad de Madrid intentando paralizar Madrid Central no deja de ser una clara posición negacionista del problema de salud y contaminación que tiene la ciudad. Yo creo que no caben las medidas negacionistas. Nosotros lo llamamos Plan A porque el planeta no tiene un plan b, no podemos seguir diciendo que una cosa y su contraria son posibles. Hay que reducir plásticos, residuos, el uso loco del vehículo privado, hay que tener el mejor transporte público para ahorrar, hay que comprender los límites del planeta. Las ciudades estamos en primera línea de batalla y que no quepa la menor duda de que vamos a plantarle cara al problema. Ahora, si no van a ayudar que no molesten.

Si Madrid Central no sale como lo esperado, ¿cuál será su coste político, siendo el plan más importante de Carmena? ¿Se mantendrá la medida si en la próxima legislatura gobierna otra fuerza política?

Estoy convencida de que no retrocederían, es una actuación táctica por motivos partidistas. Salvo que digan «esta ronda la pago yo», y paguen los millones de multa de la Unión Europea. Habrá que recordar que a Alemania, Francia y otros países con mayor nivel de conciencia e inversión, no les concedieron moratoria. Tampoco se la dieron al Partido Popular. Se la han dado a Madrid con este Gobierno, la Unión Europea ha dado un tiempo que yo he comprometido hasta 2020. Si alguien quiere hacer partidismo, que no electoralismo, irresponsable con este tema, nuestros compromisos con la Unión Europea son hasta 2020. Con la UE y con la salud y con la calidad de vida de la gente, porque cada día que exponemos de más a la población a la contaminación es un problema de salud. No hay margen ni capacidad para retirar el plan y es una irresponsabilidad tomarse la medida como una ofensiva para desgastar al Gobierno. Nosotros siempre hemos cooperado y esto tiene que ser una cuestión común, además de que esto ya estaba acordado. Este discurso, con matices, ya estaba en las APR, en 2006 Gallardón se comprometió a quitar de circulación los vehículos contaminantes para 2010, en el Plan de Movilidad Urbana de 2014 vienen medidas similares. Las ciudades que tienen éxito y que se preocupan por su gente, piensan en los apremios del planeta y no en cuestiones electorales. Confío en que la consecuencia de esta batalla irracional sea para quienes niegan la realidad.

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