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Hogar, dulce y ¿sostenible? hogar

La tecnología, cada vez más eficiente, ayuda a crear hogares más sostenibles, pero seguimos teniendo una asignatura pendiente: nuestros hábitos de consumo.

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29
enero
2016

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Somos uno de los cinco países de Europa que más agua gasta cada día y el tercero que más paga por el recibo de la luz a fin de mes. La tecnología, cada vez más eficiente, ayuda a crear hogares más sostenibles, pero seguimos teniendo una asignatura pendiente: nuestros hábitos de consumo.

La conciencia cívica en torno al medio ambiente también ha llegado a los hogares. El 59,7% de los españoles reconoce que ha aumentado su preocupación por el impacto de su vivienda en el entorno en los últimos cinco años, según datos del estudio Los españoles y su hogar. Evolución de sus prioridades y claves para el futuro del hábitat» elaborado por Leroy Merlin. El 32,6% de los encuestados ha adoptado comportamientos sostenibles con los que no derrochar energía ni recursos naturales. El grado de preocupación por la sostenibilidad en la vivienda tiene condicionantes culturales y generacionales, ya que es mayor en los jóvenes de entre 25 y 34 años. «Desde que empezamos con este estudio hace años, la sensibilización no ha dejado de crecer, así que ya podemos decir con toda certeza que, en nuestro país, la preocupación por el medio ambiente en el ámbito doméstico es una realidad cada vez mayor», afirma Rodrigo de Salas, director de Responsabilidad Social en Leroy Merlin y uno de los responsables del informe. No cabe duda de que son datos positivos que invitan al optimismo, pero contrastan con una realidad que deja, negro sobre blanco, un hecho incontestable: aún nos queda mucho por hacer.

En España, cada ciudadano gasta en su hogar, de media, 171 litros de agua diarios –solo entre uno y dos para beber–, lo que nos convierte en uno de los cinco países más consumidores de la Unión Europea junto con Bélgica, Luxemburgo, Alemania e Italia. «Queda claro que la sensibilización por el medio ambiente es cada vez mayor en nuestro país, pero eso no significa que todos los ciudadanos adopten una postura activa al respecto», advierte De Salas. La cosa no mejora si nos ceñimos a la energía consumida. La demanda actual en los hogares españoles es del 25%, según un estudio reciente de Eurostat, y de este porcentaje, las tres cuartas partes se generan mediante el consumo de combustibles fósiles –tal como ha certificado el Banco Mundial–, los principales causantes del cambio climático y el deterioro de nuestra atmósfera.

Un país que recicla

En alusión a los residuos generados en la vivienda, en España sí que va unida la sensibilización con el entorno a las prácticas en aras de minimizar el impacto: la reutilización de deshechos es clave en un hogar sostenible, puesto que hace que consumamos menos materias primas. La tasa de reciclaje de envases domésticos alcanzó hace dos años el 70,3%: un 81,9% de los de cartón, el 81,6% de los de metal y el 53,6% de los de plástico, según datos ofrecidos por Ecoembes, sociedad sin ánimo de lucro especializada en la gestión de residuos.

«Es verdad que hay cierto cambio en la sociedad, con una clara mejora en el manejo de los residuos, que ahora se separan en diferentes cubos, o en el consumo del agua, en gran parte porque los electrodomésticos cada vez son más eficientes», admite Paco Segura, coordinador en Ecologistas en Acción, pero advierte: «Olvidamos las partes del león, y es que nuestro comportamiento sigue siendo bastante insostenible. El consumo energético a veces aumenta, incluso a día de hoy. Tener una placa de inducción, por ejemplo, por muy bajo que sea su consumo, es más impactante para el medio ambiente que la tradicional cocina de gas. Y hay nuevos hábitos que también aumentan el consumo. Una televisión de LED consume muy poco, pero el problema es que ahora no hay una sola tele en cada hogar, y en muchos casos hay hasta una por habitación. Y cuando hablamos del consumo doméstico, la gente tiende a olvidar la energía que gastamos en transporte cada día, que es más del doble que la energía eléctrica consumida en un hogar. Hacemos demasiados kilómetros, una media de 14.000 por persona al año. Debemos tener en cuenta que no debería ser más de la décima parte de esta cifra para garantizar la sostenibilidad de nuestro bioentorno. A veces, es tan sencillo como compartir coche en los desplazamientos, para reducirla drásticamente».

Gabriel Santiago

El consumo limpio no es utópico

Desde la Fundación de Ecología y Desarrollo (Ecodes), ven en el uso de las energías renovables uno de los grandes puntales para lograr hogares sostenibles… Y económicos. En el último año, hemos sido el tercer país de Europa que más ha pagado por el recibo de la luz. Existen alternativas de ahorro, tanto para el bolsillo como para el impacto sobre el medio ambiente. Es el caso de la energía solar térmica, por ejemplo, pero con matices, según afirman los portavoces de dicha entidad: «Se basa en el aprovechamiento térmico de la radiación solar, pero suele precisar el apoyo de sistemas convencionales (caldera de biomasa, gas o gasóleo) ya que no tiene capacidad de dimensionarse para los momentos pico. En cualquier caso, permite alcanzar un ahorro de entre un 50 y un 80% comparado con los sistemas convencionales, lo que sin duda es un gran avance». Respecto a la energía solar eléctrica, afirman que «los edificios pueden incorporar paneles solares fotovoltaicos formados por numerosas células en las que la radiación solar, por el efecto fotoeléctrico, produce energía eléctrica». El ahorro es de tal magnitud que incluso algunas viviendas unifamiliares podrían llegar a ser autosuficientes. Desde Ecodes, no obstante, advierten de que «el posible futuro establecimiento del llamado ‘peaje de respaldo’, un impuesto muy elevado por verter esa electricidad a la red, ha generado gran inseguridad respecto a las inversiones y rentabilidad de pequeñas instalaciones en edificios, frenando la expansión de su uso. Es un tema que todavía está por resolver».

Desde Ecologistas en Acción abundan en esta apreciación y reclaman una regulación más favorecedora de la instalación de placas solares en las viviendas. «Hay estudios financieros que demuestran que el coste inicial de esta tecnología sale a la larga rentable por el menor consumo energético, que además se hace de una forma más limpia que a partir de combustibles fósiles», comenta Segura, y reclama: «La legislación ahoga con tasas excesivas al ciudadano que decide instalar estas placas en su casa, unas normas que favorecen claramente a las hidroeléctricas. Es una política que debe cambiar cuanto antes».

En Ecodes también contemplan el empleo de la biomasa como una energía alternativa y, sobre todo, limpia. «Es materia orgánica de origen vegetal o animal, no fósil, que puede ser aprovechada como combustible. Podemos encontrar residuos forestales como restos de podas y talas, o agrícolas (paja, cascaras de frutos secos, huesos de aceituna, otros residuos agrícolas…) e incluso de la industria maderera (serrines, astillas, cortezas…) que son aprovechados como un combustible limpio y renovable», informan desde la Fundación, que ve su aplicación al hogar totalmente accesible, de manera que no trastoca la rutina doméstica de una familia. «Actualmente existen modernas calderas de biomasa de alta tecnología, cómodas y eficientes para su uso en calefacción y producción de agua caliente, con alimentación en continuo y automatizada de combustible, incluso con limpieza automática del intercambiador y compactación automática de cenizas, que minimiza las labores de vaciado», aclaran, para a continuación desglosar sus bondades: «Son muchos los beneficios ambientales, económicos y sociales del uso de la biomasa: es un combustible renovable, apoya la economía del medio rural y la creación de empleos locales, ayuda a la conservación de los ecosistemas naturales, su proximidad minimiza los impactos del transporte, supone un ahorro económico superior al 10% respecto al uso del gas o el petróleo, que puede llegar hasta el 50%. También aprovecha y convierte un residuo en recurso y evita la dependencia energética de los combustibles fósiles.

Captura

Cuestión de actitud

La tecnología en los hogares, cada vez más eficiente y limpia, favorece su sostenibilidad, pero no es en absoluto suficiente. Una empresa como Leroy Merlin, por ejemplo, líder de mercado en equipamiento para las viviendas, ofrece una línea de productos denominada Eco Opciones, que incluye aparatos para reducir el consumo de agua de la grifería y de energía eléctrica, muebles de materiales reciclables e incluso soluciones domóticas para reducir el gasto y, por ende, el impacto en el medio ambiente. Desde la propia empresa consideran esto una ayuda inestimable, pero que «no es eficaz si no va acompañada de un cambio en ciertos hábitos y una actitud proactiva por el cuidado del medio ambiente», como apunta De Salas. Una opinión en la que coincide de pleno con el coordinador de Ecologistas en Acción. «Aún hay mucha gente que se va de vacaciones y deja el congelador encendido, por ejemplo», informa Segura. «Las lavadoras de ahora son mucho más eficientes, pero también tienen mucha más capacidad de carga. Eso supone coladas más grandes y más consumo de agua. También es importante tener un correcto aislamiento, para ahorrar en calefacción y aire acondicionado. Es primordial que el ciudadano consuma con cabeza, que optimice sus recursos», añade.

El último estudio de Leroy Merlin arroja algo de luz sobre este aspecto: «Uno de los pilares de este compromiso con el medio ambiente se basa en la correcta climatización y aislamiento de las viviendas, por ello más del 60% de los encuestados reconoce disponer de persianas y ventanas con doble acristalamiento. Un 32,6% de los encuestados reconoce haber adoptado estas medidas de climatización y aislamiento para usar menos energía y ser más eficientes, y el 20,3% simplemente para ahorrar en la factura». El estudio concluye: «Así, se puede observar que prima la conciencia ecológica frente al ahorro económico». Sin duda queda mucho por hacer, pero parece que estamos en el buen camino.

«Hay 12 millones de consumidores sensibles con el medio ambiente»

RodrigoSalas

Rodrigo de Salas, coautor del estudio ‘Los españoles y su hogar’ y director de Responsabilidad Social de Leroy Merlin 

¿Qué papel juega la sostenibilidad en el día a día de nuestros hogares?

Cada vez es más importante. También fuera de los hogares: realizamos cada año otro estudio con el perfil de los consumidores. Cuando les preguntábamos en 2008 qué consideraban una buena empresa, más del 60% se refería a los resultados económicos, los productos, etc. Ahora priman la sostenibilidad y la calidad de empleo. La sensibilización con nuestro entorno y el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos no es una moda pasajera. Tampoco en el hogar. Tenemos que lograr que la gente pase de estar sensibilizada a tener una postura activa al respecto.

¿Cómo se logra?

Con productos eficientes y pedagogía. Somos líderes de mercado y tenemos la responsabilidad de difundir valores de sostenibilidad con formación, consejos en la web… Hay 12 millones de consumidores sensibles con el medio ambiente. Ahí entra nuestra labor pedagógica.

De modo que comprar un grifo que consuma menos agua, por ejemplo, no es suficiente…

Un producto como los de nuestra línea Eco Opciones da una solución puntual, pero perseguimos resultados globales: ventilar menos tiempo o cerrar el grifo de la ducha cuando no se esté usando si te enjabonas, por ejemplo. La clave está más en el comportamiento que en el producto.

El consumo del agua es uno de los puntos claves para un hogar más sostenible…

España es el país europeo donde más preocupa el agua. Hay grifos que regulan el caudal y soluciones muy accesibles para reducir el consumo, como la recuperación de aguas pluviales para el riego y los sistemas sanitarios.

Los hogares son los grandes consumidores de energía.

El ahorro de energía es uno de los grandes problemas. La clave está en el aislamiento térmico: ventanas y paredes con buenos materiales, etc. Hubo un boom inmobiliario, se construyeron muchísimas viviendas, pero la calidad no siempre es buena, y repercute en la eficiencia energética y en el coste que tiene para las familias cuando afrontan la factura eléctrica o la del gas.

¿La crisis ayuda a que los hogares sean más sostenibles?

El consumo de energía es una de las partidas de gasto más importantes para una familia. La crisis ha concienciado, desgraciadamente hay muchas que no pueden calentar su vivienda por falta de recursos. Si estuviera mejor aislada, los resultados serían muy importantes para ellas. La sostenibilidad protege el entorno y contribuye a no malgastar.

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