Las relaciones humanas, en el centro de gravedad

Crear espacios, momentos y condiciones para las relaciones humanas. Ese es el objetivo del Instituto Relacional, que a través del encuentro, la comprensión, el asesoramiento y  el acompañamiento trabaja para que personas y organizaciones generen vínculos que amplíen su capacidad de convivir con situaciones y personas diversas.

El ser humano es un ser social que se reconoce relacionándose. Bajo esa premisa, personas provenientes de distintos campos –de la banca, de la salud, de la psicología, de la educación- descubrieron que tenían una inquietud común: desarrollar y enriquecer las relaciones humanas. Así nació este proyecto hace una década.

«Nuestra magia está en la metodología», señaló Esther Trujillo, especialista en coaching en el Instituto Relacional, durante la presentación del proyecto en Madrid. Trujillo detalló los valores que le dan sentido: el compromiso con la transformación de las personas; la confianza como materia prima de trabajo, acompañando a las personas y estrategias; y la alegría, que se traduce en inclusión.

Desde su formulación, el Modelo de Transformación Relacional (MRT) ha sido aplicado a distintas organizaciones y empresas, ayudando a centenares de personas a encontrar nuevas formas de trabajo colaborativo y a establecer relaciones poderosas, saludables y de confianza. «Nos ayuda a descubrir la mejor manera de actuar en los sistemas humanos, a definir las etapas, identificar los desafíos y señalar el sentido de nuestras actuaciones», informan desde la organización. El Instituto trabaja en los ámbitos prioritarios de la salud, la empresa, la sociedad y la educación.

«Gracias a la metodología relacional, toda la comunidad educativa se activa, toma conciencia de la importancia del vínculo entre el profesor y el alumno: analizar cómo pedimos, cómo ofrecemos, cómo escuchamos y cómo reconocernos», explicó Javier Palop, alumno del Instituto y subdirector de Estrategia y Organización en Grupo SM.

En el ámbito de la salud, «es fundamental observar al paciente desde que entra en la consulta, cómo camina, cómo nos mira, si le tiembla o no la mano… es decir, la relación humana», indicó Manuel Díaz Olalla, del Instituto de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid. «No seré yo quien reniegue de los grandes avances de la tecnología, pero es posible aunar el correcto aprovechamiento de la tecnología y las relaciones humanas bien entendidas. Además de disminuir el estrés, ahorraríamos mucho dinero porque una buena conversación ayuda a no pedir pruebas diagnósticas innecesarias y a no prescribir medicamentos que a lo mejor no hacen falta».

Otro de los miembros del Instituto, Claudio Drapkin, concluyó que «las organizaciones necesitan generar dinero para poder subsistir pero no existen para generar dinero. Necesitamos aire para vivir pero no vivimos para respirar».