Transparencia

La política como parte de la solución

El autor defiende una mayor transparencia de las instituciones en un contexto en el que, según los barómetros de opinión, los políticos se han convertido en uno de los principales problemas para los españoles.

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26
diciembre
2011

El autor, Santos Ortega, director de Asuntos Públicos de Mas Consulting, defiende una mayor transparencia de las instituciones en un momento en el que, según los más importantes barómetros de opinión, los políticos se han convertido en uno de los principales problemas para los españoles.

El año 2011 se ha despedido con muchos cambios en la esfera pública española tras las elecciones generales del pasado 20 de noviembre y las municipales y autonómicas del mes de mayo. El Partido Popular ha resultado un claro vencedor en ambos procesos, obtiene un enorme poder territorial y hereda una complicada situación que le obliga a acertar en un corto espacio de tiempo. A esto hay que sumar un momento de gran incertidumbre en Europa, donde la crisis está mostrando la debilidad política de la UE, surgiendo con fuerza los intereses nacionales de cada país.

Al mismo tiempo, los políticos se han convertido en un problema para muchos españoles. Así lo han señalado los principales barómetros de opinión de los últimos meses. La política ha ocupado un tercer lugar recurrente entre los problemas ciudadanos tras el desempleo y las cuestiones económicas. Además, la opinión pública no ha dejado de evidenciar la desconexión entre los ciudadanos y sus representantes. Todo ello con muestras públicas de descontento y frustración a través de movimientos ciudadanos como el del 15-M, un movimiento con gran proyección mediática y con gran conocimiento del papel de las nuevas tecnologías en el siglo XXI.

Sin embargo, llegada la hora de votar el pasado mes de noviembre, todo lo mencionado anteriormente sobre la política ha parecido pasar a un segundo plano para los ciudadanos. Han optado por votar masivamente, haciendo que casi un 72% de los electores acudiera a las urnas el pasado 20 de noviembre. Estas son unas cifras de participación altas y en línea con las obtenidas en anteriores procesos electorales en España, además de perfectamente homologables con democracias centenarias.

Durante la campaña de las generales y, pese al cansancio de los electores españoles, el debate televisado entre los candidatos de los dos principales partidos del país tuvo una audiencia muy similar a la de los debates que se televisaron en las elecciones de 2008. El debate ha seguido siendo el mayor espectáculo que ofrece la política. 12 millones de telespectadores, más de la mitad de la audiencia, decidió seguir el debate en una televisión con muchos más canales para elegir que en 2008.

Por otro lado, el resultado de los procesos electorales de 2011 ha focalizado gran parte del debate posterior en nuestra ley electoral y su representatividad. Si comparamos con otros sistemas electorales, el español opta por la representatividad pero tiene correcciones que buscan garantizar la gobernabilidad del país. La ley electoral española puede ser mejorable, pero siempre que se debatan posibles modificaciones a nuestra ley en busca de una mayor representatividad, debemos tener en cuenta la complejidad que supone formar gobiernos y coaliciones en países vecinos como Italia.

Toda esta información que muestra descontento político y participación no se tiene que entender como una contradicción ciudadana. Es perfectamente compatible que el español considere importante participar en el proceso electoral, valore este acto democrático, y a la vez demande mayor transparencia y responsabilidad a sus representantes públicos.

Para ello, España tiene que seguir mejorando en el acceso a la información y en transparencia. Esto irá generando mayor confianza entre los ciudadanos. Es algo que demandamos tanto movimientos cívicos próximos al 15-M como los que representamos intereses empresariales y de la sociedad civil ante los poderes públicos y los medios de comunicación.

En este sentido, se están produciendo avances significativos en los últimos meses, con las nuevas tecnologías como gran aliado. Hay que seguir mejorando sobre todo durante aquellos procesos políticos que están en período de gestación, de forma que exista una participación más activa en ellos. Debemos seguir fortaleciendo tanto los mecanismos de acceso a la información como los de diálogo y cooperación entre política, empresa y sociedad civil.

Sin embargo, para combatir estas debilidades no debemos partir de la demolición de todo lo conseguido en los últimos 35 años y caer en una constante demonización de la clase política en su conjunto. La sociedad civil y las empresas deben tener un protagonismo mayor en la toma de decisiones públicas y para ello deben tener establecidos mecanismos de diálogo permanente con la clase política. Para ello es necesario que estos dos grandes actores de las democracias modernas se tomen mucho más en serio este diálogo y profesionalicen la gestión de sus intangibles.

La democracia española es joven pero también es un modelo para países en los que están emergiendo democracias. Se han conseguido muchos avances en poco tiempo. Hay que seguir creyendo en nuestras instituciones y promover un espíritu constructivo que las someta a una mejora permanente. De esta manera, la política irá convirtiéndose cada vez más en parte de la solución y no del problema.

Twitter: santos_ortega_m

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