Medio Ambiente

Mitos y verdades sobre el biometano

El metano está considerado un gas contaminante, pero dependiendo de su fuente de obtención puede llegar a tener una huella neutra.

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15
enero
2025

El metano, el hidrocarburo alcano más simple, está muy presente en nuestros ecosistemas. Ya sea su origen el metabolismo de la vida animal, la descomposición de material orgánico u otra fuente, se calcula que nuestros océanos absorben alrededor de un tercio de las emisiones humanas de este gas.

Según aumenta la temperatura de las aguas marinas, enormes depósitos de hidrocarburos retenidos en estructuras de clatrato pueden comenzar a desestabilizarse y desprenderse de su cárcel hídrica, escapando hacia la atmósfera. Allí, aunque su tiempo de vida de poco más de una década es muy inferior al del dióxido de carbono, su capacidad para retener la radiación infrarroja lo convierte en un gas de efecto invernadero. Y no solo tiene el peligro de ralentizar la disipación de energía: el metano es muy reactivo con otra molécula inquieta, el ozono (O3), favoreciendo su aumento en las capas bajas de la atmósfera. Una consecuencia dañina para las distintas formas de vida.

Actualmente, la producción y el uso del gas metano sigue siendo importante como combustible, pues, además, es fácil de transportar y de quemar. Sin embargo, hay un problema con su obtención: la principal fuente de metano es el refinado del petróleo, lo que genera una importante huella de carbono. El parche a este problema que se ha encontrado hasta el momento es producir metano a partir de la descomposición de residuos orgánicos producto de la actividad humana (industrial, agrícola, ganadero, de tratamiento de residuos, etc.) con la ayuda de ciertas especies de bacterias que digieren estos deshechos sin necesidad de oxígeno. Una vez obtenida la mezcla de gases (o biogás), de su proceso de purificación se obtiene el biometano.

El biometano puede ser empleado como sustituto del gas natural

Los defensores del uso de biometano y de biogás aciertan cuando afirman que su origen es ecológico o, al menos, con un menor impacto para el medio ambiente que el metano obtenido a partir de fuentes fósiles. Primero, porque en su obtención se aprovechan residuos y se reduce su impacto contaminante mediante el proceso de digestión bacteriano. Por otro lado, los costes en el tratamiento separado de los detritos se ven también reducidos a una mínima expresión: las bacterias hacen su trabajo sin sobrecoste. Por si fuera poco, las bacterias generan dos productos útiles para la actividad humana: gases combustibles y compuestos fertilizantes como resultado de las reacciones químicas. Y el biometano puede ser empleado como sustituto del gas natural y en vehículos de gas natural licuado (GNL) y para producir energía.

La huella de carbono del biometano es otro detalle importante a su favor. Al ser un producto de desechos de actividad humana, permite compensar el impacto de su producción con el que ya ha hecho falta en la génesis de su fuente. Mediante técnicas complejas de purificación como el upgrading, la composición del biogás consecuencia de la digestión bacteriana (una mezcla de metano al 40-60%, dióxido de carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno moleculares, además de sulfuro de hidrógeno) se optimiza hasta alcanzar un producto con un muy elevado porcentaje de metano. De esta manera, se evitan nuevas emisiones de gases de efecto invernadero y se contribuye al principio de reutilización, clave para reducir el volumen de contaminación del ser humano. Visto desde esta perspectiva, el biometano es un aliado vital en el objetivo de la Unión Europea de cero emisiones netas de CO2 para 2050.

No obstante, hay que recordar que la combustión del metano produce dióxido de carbono y agua. Es decir, cuando quemamos metano, sea cual sea su origen y medios de obtención, lo que estamos produciendo es un gas de efecto invernadero más persistente que la molécula original como es el dióxido de carbono. Además, para convertir los desechos orgánicos en este hidrocarburo es necesaria una inversión en energía, en concreto durante el proceso de purificación, el mantenimiento de plantas de producción y un largo etcétera.

Por último, existe otra cuestión que debe tenerse muy presente: si el biometano puede satisfacer las demandas energéticas de los combustibles de origen fósil equivalentes. En esta línea, en 2023, la Asociación Española del Gas (Serdigas) emitió un informe analizando el estado de este asunto y aportó una serie de escenarios óptimos dentro de la Estrategia de la UE sobre el Metano. Como suele decirse en estos casos, queda mucho camino por recorrer.

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